El Baile de los que sobran: Democracia en Chile ¿dónde estás?

por ROMAN YOSIF, Ingeniero Comercial, U. de Chile. Director EIM y CIS. Ex Presidente Consejo Juvenil Sionista y Ex Rosh Maccabi Tzair Latinoamérica.

 

La calidad de un producto se podría medir según el origen de sus materiales. La calidad de una pareja se debería medir en base la felicidad que comparten. ¿Y qué pasa con la calidad de un país, cómo la podemos medir?

Según organismos como ONU, OCDE, OEA, entre otros, los parámetros para medir la calidad de un país, en términos de qué tan buena plataforma para la vida humana es, son básicamente: El acceso a la salud, el nivel de la educación pública, el grado de dinamismo de la economía, la penetración de la cultura y las artes a todos los sectores, entre muchos otros factores relevantes. ¿Se han dado cuenta que hay un factor que siempre queda para el final? Se llama Democracia, y hoy está bajo la lupa a nivel mundial.

Personalmente, creo que la democracia la componen tres ejes esenciales: La libertad, la igualdad y la justicia. Algún experto en filosofía podrá corregirme, pero recuerdo que fue Aristóteles quien dijo que “La democracia es el gobierno de los más”. Al parecer en Chile y en otros países del mundo, lo hemos tomado demasiado literal.

Normalmente las mayorías en países subdesarrollados como el nuestro, son las clases socio económicas medias-bajas, más desprotegidas y menos involucradas en las decisiones del poder político, pero a la vez, son los que con su voto hacen caer dictaduras como la de Augusto Pinochet y hacen surgir personajes controvertidos como Hugo Chávez, ambos personificaciones claras del debilitamiento de la democracia.

Por lo anterior, me salta la duda, ¿existen países 100% democráticos? Veamos el caso de Israel. Siempre he defendido a Israel como un ejemplo de única democracia en medio oriente, donde el sistema político parlamentario proporcional, quizás extremo y poco práctico, le da cabida a diputados árabes, como Haneen Zoubi, para cuestionar libremente hasta el carácter judío del Estado de Israel. El mismo Estado, donde un grupo de mujeres judías lideradas por Anat Hoffman, luchan por un espacio pluralista de rezo en el Kotel, bajo la lluvia de piedras de la ortodoxia no sionista, hecho que al menos me revuelve el estómago y me hace cuestionar la calidad de nuestra democracia israelí en esta área puntual de la igualdad entre corrientes religiosas.

Volviendo a Chile, el test de blancura también muestra manchas no menores. Binominal, financiamiento de las campañas políticas, ausencia de ley de incitación al odio, centralización, monopolios naturales, entre otros pequeños detalles de este hermoso país esquina con vista al mar. Hoy más que nunca, ad portas de una elección primaria histórica, debemos darnos al menos 5 minutos de nuestro tiempo para meditar respecto a qué tipo de democracia queremos, y cuál es por ende el candidato que mejor representa ese sueño de país totalmente democrático.

Personalmente, creo que ya no son válidos los discursos del siglo XIX y XX, donde los liberales se sentaban a la izquierda y los conservadores a la derecha en el parlamento francés post revolución. Hoy, el mundo tiene otros desafíos, y los actuales partidos e ideologías del pasado ya no están a la altura del desafío mayor: buscar que Chile sea gobernado por “los más” capaces, chilenos y chilenas, de cualquier color político u origen social, que busquen un solo objetivo: tener un Chile de mejor calidad para las próximas generaciones.

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