La Renovación de nuestro Judaísmo.

por RODRIGO AFRO REMENIK, Sociólogo, PU. Católica de Chile. MA en Historia de América Latina, U. de Tel Aviv. Ex-Sheliaj de la Agencia Judía para Hashomer Hatzair América Latina en Buenos Aires, Argentina.

El pueblo judío y su cultura siempre estuvieron unidos al Libro y a los libros. El desafío más importante para él surge cuando, frente a la oralidad y a la escritura como medios centrales para la transmisión cultural, nace un tercer medio de comunicación, que se suma a los anteriores, pero que también los revoluciona: los audiovisuales.

Los medios audiovisuales de comunicación, desde el telégrafo, pasando por la televisión, la radio y el teléfono, hasta las actuales teleconferencias, han cambiado nuestra forma de enfrentar y ver al judaísmo, y en cierta forma también han cambiado su contenido.

Los medios audiovisuales de comunicación no responden a la lógica lineal-histórica de las letras, ni a la lógica cíclica-reiterativa de los relatos orales, sino que se mueve por un principio totalmente distinto que es la inmediatez -saturadora.

Con esto quiero decir que la efectividad de su mensaje no se logra por la historia que cuenta, ni se legitima porque viene de tiempos inmemoriales, sino que se logra por el efecto inmediato que tiene sobre la audición y la visión, y la saturación que se produce en el receptor, tanto física (como la televisión y el cine que disparan al rostro del espectador miles de imágenes distintas por minuto), como también social, por la rapidez inmediata que existe entre la generación de una imagen y su difusión por todo el planeta.

Estos factores de inmediatez y de saturación de los sentidos, es lo que hace cambiar toda la cultura (sobre todo en el nivel más superficial, ya que las otras formas de comunicación siguen en funcionamiento con fuerza), entregándole nuevos desafíos al judaísmo, a todas las organizaciones judías y a los movimientos juveniles.

Una de las formas de enfrentar esto es la reaccionaria, que ve que el judaísmo tiene que volver a lo que era, al pasado; ésta es la opción que han tomado muchos judíos en Israel y en la diáspora  al optar por el rumbo religioso ortodoxo.

Pero también existe el otro camino, el camino de los que pensamos que una vuelta atrás de esta envergadura es anacrónica, insostenible a largo plazo y negativa para los procesos políticos y culturales que está viviendo el pueblo de Israel; es la opción progresista y «progresadora», la opción de los que pensamos que debemos aprovecharnos de estos adelantos, tomando siempre nuestra cultura y nuestras fuentes, abriendo vías creativas y nuevas.

Esta es la opción que debe tomar a mi entender el judaísmo librepensador y humanista, mediante nuevos proyectos educativos, ya no basados en grandes historias lineales que se deban seguir, sino en el camino de acción que abre la inmediatez de las sensaciones. Hay que reactualizar al siglo XXI lo que hicieron los jasídicos hace mucho tiempo: llenar de alegrías y sensaciones al judaísmo.

Después de años de incertidumbre, las cosas están más tranquilas para encontrar una solución. El judaísmo humanista tiene un poco más de experiencia en cómo comportarse en este nuevo momento cultural; es el momento en que las bases y los dirigentes se ordenen y tracen un camino a seguir para las próximas décadas, un camino adelantado y que deje de añorar  la década de los ‘60 y sus grandes e históricas hazañas emigratorias, sino un camino basado en la idea de cambio, una vida novedosa  y una realización.

Debemos de una vez salir del cementerio creativo  y comenzar a renovar radicalmente nuestra judaismo.

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