La navaja chilena de Occam

por GIANFRANCO RAGLIANTI, Lic. en Derecho, U. de Chile.

 

El principio conocido como la navaja de Occam no es una ley, obviamente, pero su importancia teórica es clave en un mundo en que las redes sociales y los medios viven esparciendo teorías conspirativas. El agua tiene flúor, las verduras pesticidas, los pollos antibióticos, los yogures no son yogures y el aceite de oliva convierte nuestras ensaladas en molotovs.

Toda esta paranoia, por justificada que sea en algunos casos, y lo fácil que resulta buscar en google el nombre de alguien y encontrar sus relaciones interpersonales, nos está volviendo extremadamente asustadizos y suspicaces, y se nos olvida que no todo es tan retorcido como parece, y que si lo es, también puede ser producto del azar.

Longueira fue a primarias y aunque todos lo daban por perdedor, ganó, probablemente por todos los centroderechistas que se vieron enfrentados al dilema del prisionero en estas elecciones, ya que preferían a Allamand antes que a Longueira, pero pensaron que –quizás, y sólo quizás- Velasco podía hacer mella en Bachelet.

Incluso, y siguiendo con teorías conspirativas, se dijo que hasta Kramer daba por ganador a Allamand, por mucho que desmintió que dejó fuera de su video sólo por motivos de tiempo, a los dos candidatos más populares.

Por lo demás, costumbres como el desenterramiento de muertos de la Concertación (el último que la utilizó, hasta donde recuerdo, fue Frei, que desenterró a su padre para reiniciar las investigaciones por su muerte… investigaciones que aparentemente dejaron de importarle cuando ganó Piñera), obviamente provocan que uno se vuelva más sensible.

Sin embargo, hay algo que todas las teorías comparten, hasta las más Salfatescas, y es que hacen sentido. Buscar la lástima mediante el padre fallecido en sospechosas circunstancias para obtener más votos, por terrible que nos parezca en principio, hace sentido porque la lástima (aunque tiene un doble filo) en principio acerca el candidato a la gente.

Orquestar una elección primaria, ganarla contra todo pronóstico y bajarse a cuatro meses de las elecciones, no tiene sentido.

“Es que en realidad todos querían que fuera Allamand”: si es idea de RN, no tiene sentido haberse desprestigiado tanto con todo lo que ocurrió con Parot (no candidateaban a Allamand al Congreso, lo mandaban de vacaciones para esperar su regreso triunfal). Si la UDI iba a permitir que fuera finalmente un candidato de RN, entonces ¿para qué gastó tanto en Golborne primero y Longueira después? Sacrificando de paso a Golborne, que tiene la sonrisa de Bachelet y los defectos /virtudes de Piñera (falta de credibilidad, más técnico que político, orígenes empresariales), pero un apoyo popular que sólo supera Bachelet.

“Es que en realidad va Matthei”: Si era idea de la UDI, entonces la deberían haber mandado a competir en lugar de Longueira, y si la respuesta es que RN no la iba a dejar ir sola, y no confiaban en que le podía ganar a un candidato de este partido, entonces el problema  subsiste, porque si RN no está de acuerdo, también puede organizar nuevas primarias.

Longueira es UDI, y sólo tiene sentido que lo baje su partido, pero hay algo que a estas alturas parece todavía más razonable: decidió tirar la toalla porque está con depresión.

Lamentablemente y aunque al ser humano por naturaleza le gustan las buenas historias, hay veces en que nos tenemos que atener al principio de la Navaja de Occam: en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta.

Y por mucho que los políticos nos tengan acostumbrados a que meses, o años después, se revelen sus verdaderos motivos para actuar, y aunque quizás, transcurrido ese mismo lapso, me dé cuenta que pequé de ingenuo, creo que en esta ocasión, Pedrito sí está diciendo la verdad.

Igual los lobos hace rato ya decidieron quién gana la elección del 2014.

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