Humanidad sin colectivo positivo

por PAMELA NUDMAN, Arquitecto, U. de Chile.

Hay dos fuerzas siempre unidas en nuestra realidad que dan la posibilidad para que exista la vida: la positiva y la negativa, vida y muerte, expansión y contracción, día y noche, calor y frío, alegría y tristeza, altos y bajos (como un electrocardiograma) y el hombre, al igual que todo el resto de la naturaleza de la cual forma parte, no está exento de esto.

Sin estas dos fuerzas que se contraponen en igual medida tanto en lo individual, como en lo colectivo, es imposible llegar a una vida en equilibrio y armonía, bien saben sobre esto los médicos y científicos. ¿Qué es lo positivo para nosotros como aspirantes a seres humanos? ¿Y qué es eso de lo que llamamos negativo?

La Humanidad se ha desarrollado bajo el prisma de lo que le causa placer es lo positivo, y lo que le hace daño y causa dolor, es lo negativo, olvidando que el remedio antes de curarnos, suele ser amargo.

He aquí el dilema entonces: ¿cómo lograr que “mi” positivo no sea el “negativo” del otro? ¿Cuál debiera ser este positivo? Tenemos muy claro lo negativo (todo lo que NO queremos), pero no tenemos igualmente claro lo que SÍ queremos. Somos una especie en proceso de desarrollo dentro de la naturaleza, imperfecta sin duda, pero parte de ella, al fin y al cabo. Nada allí es estático, mal podría serlo el hombre. La búsqueda de lo positivo nos da luces sobre nuestra condición humana aún incompleta.

¿Podríamos haber hecho algo diferente a lo largo de nuestra propia vida (en lo personal) y a lo largo de la historia (en lo colectivo)? Nuestro deseo de recibir placer nos llevó a hacer todo lo que estuvo a nuestro alcance para obtenerlo (placer físico, material, emocional, intelectual, espiritual, etc.), pero hoy vemos que aún teniéndolo todo, siempre queremos más.

Buscar esa “felicidad” intangible e ininteligible para nuestra mente, pero arraigada en lo más profundo del corazón de cada hombre (o donde cada cual ubique su anhelo de felicidad), al parecer fue el motor del desarrollo de la humanidad, pero hoy este motor no encuentra con qué llenarse para continuar funcionando y existiendo en pos del sueño de una vida y un mundo mejores.

Nos falta el positivo colectivo, ese positivo que a todos nos haga bien y no dañe a nadie, porque el individual hemos visto como día a día alrededor del mundo sólo ha generado, de forma ascendente, desconexión, stress y depresión, tanto en niños como en adultos.

Dentro de este marco, tal vez estamos en el mejor momento que nos ha regalado la historia para plantearnos qué es lo positivo realmente, tendiendo como contraparte toda esta ola de malestar social y descontento, junto con ambientes generalizados de depresión, apatía e infelicidad. La respuesta no vendrá hoy de un Dictador o de un Líder iluminado. El deseo es que las convocatorias generen las soluciones que nazcan desde toda la sociedad, de decisiones conjuntas y unánimes que emerjan de mesas de conversación y consensos que estén por sobre los anhelos y visiones individuales.

Esto debe ser generado fuera del marco tradicional de debate que hasta hoy era legítimo por acuerdo tácito, en donde cada uno intentaba demostrar que tenía la razón y el otro estaba equivocado, lo que finalmente no promovió la construcción de nada. Una visión positiva, en el sentido que sea beneficiosa para todos, no puede excluir miradas o visiones, sólo puede incluir.

Vemos como la Humanidad ha evolucionado golpe tras golpe, guerra tras guerra, dolor tras dolor, igual que en un parto, en donde el nacimiento y el dar a luz es precedido por intensos dolores. ¿Qué nos ha hecho creer que nuestro nacimiento, como Humanidad, estaría exento de éstos?

El negativo ya lo conocemos y lo hemos vivido en carne propia. Es tiempo ya de luchar por la búsqueda de este positivo de forma colectiva, de luchar por un cambio pero esta vez de forma adulta, responsable. No estoy hablando de armas ni de levantar la voz frente a nadie, hablo de pararnos juntos de forma consciente, en dos pies, como hombres, entendiendo y aprehendiendo que se nos ha dado el uso de la razón sin duda para utilizarla, que formamos parte de una sociedad, de un planeta, y que solos difícilmente podremos llegar a alguna parte.

Nos encontramos parados (o a punto de) sobre el camino realizado, y el mundo nos ha traído hoy  al borde de la bifurcación, la elección: podemos seguir el mismo camino con el impulso de los hechos de la historia, sin consciencia y acusando a los demás siempre, y es de esperar que nos caeremos fuertemente otra vez (imagino con estrépito), o elegir seguir un nuevo camino, conscientes del total, humanos, construyendo nuestra naturaleza humana de pie, con la razón equilibrada con el amor, en una nueva forma que realmente podamos llamar vida.

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