Más tonto que reírse de las creencias de otro

por TOMAS CALVERT, Est. II Medio, Instituto Hebreo. Janij Escuela Bet el Chile.
Si alguien nos dijera que cree en algo como la cienciologia o el druidismo, seguramente nos burlaríamos y lo trataríamos de ridículo/loco, sobre todo los más religiosos, ¿y cuál es realmente la diferencia entre una religión tradicional y otra más nueva? ¿Entre una religión y otra?
Todas son conjuntos de prácticas y creencias, tan distintas como las personas, y tienen que ir de acuerdo a cada persona. Y eso es justamente lo que se olvida cuando alguien pudiera pensar «mi religión es mejor que la tuya», «mi dios es mejor».
Cuando hablamos de mitología (nórdica, hindú, celta, griega…), nos referimos a cuentos y fantasías, ¿pero qué diferencia tienen con nuestras religiones tradicionales? La religión actual será la mitología del futuro. Lo que se narra en la Tora, la Biblia o en el Corán es tan factible como las creencias de cualquier otro pueblo o grupo humano. ¿De dónde surge esta discriminación y rechazo?
Conocí una vez a alguien que creía en los dioses de un juego de cartas coleccionables, ¿no son sus creencias tan válidas como las de cualquier otra persona? Las creencias son sólo y justamente eso, creencias. Toda creencia con respecto a lo divino debería ser tan respetable y aceptada como cualquier otra, todas consideradas dentro de la normalidad.
Todas las religiones fueron jóvenes en algún momento, todas han tenido momentos buenos y momentos malos. El antiguo y el nuevo testamento no son más que relatos, tal como una novela, imposibles de mostrar pruebas o hechos que demuestren que su veracidad, porque tampoco lo pretenden, son cuentos que nos ayudan a explicarnos la realidad, sin evidencias de que hayan realmente pasado.
¿Qué sentido podría tener el decir que las creencias de una religión son mejores que las de otra, si de ninguna se puede siquiera afirmar la veracidad de su relato sobre el origen? Quizás sería mejor no abrir la boca frente a las creencias de los otros, y mejor acordarnos que una creencia va a ser siempre real para quien la cree.