¡Arrepiéntete mortal, yo te lo ordeno! La lucha contra la Industria de la Redención.

por ALEJANDRO LEVY, Publicista, U. Diego Portales.

Cuando se busca la definición de una palabra en el diccionario y se encuentra, junto a ésta -en un apartado- una «definición especial» según una religión (cualquiera esta sea), me doy cuenta de que hay algo aquí que se pudrió. Cuando el poder del lenguaje y de definir nuestro mundo de representación simbólica que nos rodea, se mezcla con las instituciones de poder que responden al problema de la trascendencia del hombre, perpetuando estructuras de dominación, se hace evidente que la institución religiosa concentra gran poder en la sociedad en la forma en que nos representamos la realidad.

Las religiones se conforman por dogmas, verdades indiscutibles, y son éstos los que finalmente nos limitan y cohartan la vida, extremadamente peligrosos si no se manejan con cuidado, responsabilidad y moderación. Entendamos por dogmas peligrosos a todo lo que en exceso nos hace creer en falsas promesas de mejora y felicidad para las cuales debemos implorar y suplicar, las que a pesar de nuestra fe, no necesariamente llegarán. Los dogmas nos hacen apagar una parte importante de nuestro mundo, muchas veces el que sí importa. Nos confunden, a ti y a quienes más quieres.Dividen, envenenan, destruyen y matan, o hacen que matemos en su nombre. Y nos llevan a un mundo fácil y construido, lleno de respuestas y con el camino perfectamente señalado de qué es lo que podemos hacer y quéno, pero siempre es una representaciónen blanco y negro, olvidando todos los grises que componen la sociedad.

La redención es en realidad un concepto mucho más simple ¡y pertenece a todos nosotros!, no es propiedad solamente de una religión, aún así sea el pilar (o uno de los más importantes) sobre el que ellas se levantan, no corresponde que se le asocie en un diccionario de forma titular a algo religioso solamente. La religión es mucho más -o menos en algunos casos- de lo que todos aseguran que es. Es el marco que nos mantiene en un entorno civilizado, la principal frontera que separa al hombre del animal, lo que en cierto sentido conforma y delimita nuestra civilización «moderna» en donde no nos robamos unos a los otros, no deseamos a las mujeres de nuestros prójimos, no matamos, en el fondo, es el instrumento por el cual podemos regular el comportamiento de nuestras sociedades y parecernos más a nuestra mejor idea de un «ser humano civilizado».

El concepto de redención hoy es la punta de lanza del neo-proselitismo religioso, un «Vuelve» de concepto sencillo pero de significado complejo que significa muchas cosas, vuelve a tus raíces, a ser el ser espiritual que deberías ser, a arrepentirte y avergonzarte de tus pecados, aquellos que te formaron como persona y determinaron tu futuro.Pero lo cierto es que deberíamos sentirnos agradecidos por haber tenido la posibilidad de cometerlos y aprender de ellos, nuestros errores nos hacen ser mejores personas, si logramos aprender de ellos. La industria de la redención es hoy una solución rápida al alivio absoluto, como un programa de 12 pasos para ser una mejor persona absuelta de pecado.

Intento ser simple y no quiero ser mal entendido, a fin de cuentas creo que está en nosotros entender las cosas de forma constructiva, sin tener que someternos a los paradigmas chacales que marchitan nuestra libertad.Intentemos ser buenas y mejores personas, vivir y dejar morir a quien quiera hacerlo, y abrazar el concepto «redención» como algo más allá de quemar el pasado y arrepentirme de lo hecho para ser feliz. Aprendamos a aceptar nuestra historia y a entender que ella ha forjado nuestro presente, no dejemos de lado lo bueno que hay en ella y aprendamos de los errores que cometimos. No nos dejemos comer por las culpas, pero tampoco perdamos el control de nuestras acciones, rompamos paradigmas y re-definamos todos los días nuestro futuro, sin culpas, siendo nosotros mismos.

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