La destrucción del espacio y el hombre en la competitividad de la arquitectura posmoderna.

por MICHELLE HITES, Est. Arquitectura, U. del Desarrollo. Directora Shajatz Chile.

Las primeras manifestaciones artísticas se llevan a cabo principalmente en Europa. El llamado arte paleolítico se mostró en objetos tales como esculturas, grabados, arte parietal y rupestre. Sin embargo, estos cumplían una función que iba más allá de ser elementos decorativos. El “arte” paleolítico no era para observarlo, sino que eran armas, collares, instrumentos domésticos o imágenes rituales, eran artefactos que cumplían funciones específicas, por lo cual no se podrían considerar exclusivamente arte. Estos son elementos que cumplían una función, tal cual hoy en día un tenedor es para comer y una silla para sentarse. ¿En qué momento la función de estos elementos cambió?

Considerables elementos que hoy entendemos como arte, en su época no lo eran. El concepto “arte” no existía para ese entonces. Esto mismo se ve reflejado en la arquitectura. La concepción del espacio y el habitar se han transformado en un objeto, y no algo de uno mismo.

Primero hay que diferenciar lo que es el lugar interior y el lugar exterior. Definiremos el lugar interior como lo que uno transforma en el lugar de habitar. Gastón Bachelard se pregunta en su libro La Poética del Espacio “¿Dónde hay que habitar?”. René Descartes responde esta pregunta al decirnos: “Pienso, luego existo”. Debemos entrar en nosotros mismos para luego situarnos en la existencia. Lo que finalmente habitamos es un espacio en la imaginación.

El ser humano a través de los años ha transformado esta idea en algo físicamente habitable. Se han creado espacios que sirven como umbrales entre la imaginación del hombre y lo ya existente, lo tangible. Es así como a lo largo de la historia, el habitar tangible ha sufrido cambios. La arquitectura siempre fue la representación de la cosmología del hombre, la necesidad del hombre de poder marcar el terreno que habitaba físicamente y convertirlo en algo propio.

Surge la idea de prolongar el espacio y el tiempo a partir de una estructura de larga duración. Mircea Eliade hace la diferencia entre el lugar sagrado y el lugar profano. Es así como hoy podemos encontrar obeliscos, templos y pirámides o bien llamados símbolos de los principios espirituales que el ser humano tiene. El lugar sagrado es finalmente una maqueta de la idea que tiene el hombre, o del habitar interior en la tierra, y el ser humano debe cruzar un umbral para poder acceder a ella.

Lamentablemente, todo el detallado trabajo que el hombre ha hecho para crear un mundo propio se ha transformado en una competencia que sólo ha llevado a la destrucción del medio ambiente y del hombre mismo. Se ha generado una “fobia del espacio interior”, lo que lleva a cuestionarse lo que somos. Lo que vemos hoy en día, estas torres altísimas sin preocupación de los efectos que pueden producir, es la representación exacta de nosotros y nuestras luchas de ego y expansión.

Tal como esta arquitectura ya no es un espacio habitable, nosotros ya no nos habitamos a nosotros mismos. Nos hemos transformado junto a la arquitectura en un objeto, y no nos hemos dado cuenta que no podemos habitar el interior y el exterior de la misma manera, sino que debemos buscar el equilibrio entre estos dos conceptos.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *