Mechona detenida: el abuso de poder y descriterio de nuestra fuerza pública.

por GABRIEL MINOND, Est. Medicina, U. de Chile.

 

La policía es: seguridad, confianza y paz ciudadana. La policía es: vigilancia, hostilidad y agresividad. Estas dos son las caras que posee (a vista de los ciudadanos) la fuerza de seguridad del país. Ellos como oficiales están encargados de mantener el orden público, esto incluye: proteger a los ciudadanos de hostilidades y brindarles confianza, mantener en orden la ley y la paz pública.

Sin embargo, un importante porcentaje de la población chilena siente lo contrario: que es una organización que si bien fue creada para lo descrito anteriormente, y tiene dichos principios como intención, no los ejerce en su totalidad, a tal punto que más que unos héroes y protectores a quienes acudimos cuando hay problemas, son los que evitamos a toda costa en la calle, y nos hacen sentir vigilados y con temor que siendo “buenos ciudadanos”, seamos vistos como los infractores y criminales. ¿Quién no ha sentido al transitar por la calle (especialmente en auto) esa sensación de: “seguro me paran los pacos” o “seguro me pasan un parte”? El actuar de un porcentaje importante de ellos se mancha la reputación de todos dando dichas sensaciones a los transeúntes. Y eso que en Chile nuestra fuerza pública es digna de admiración en cuanto a sus niveles de corrupción, comparándolos con la gran mayoría del mundo. Si uno busca “policía” en Wikipedia, en su sección de “véase también” nos ofrece los temas: “Brutalidad policial” y “corrupción policial”.

Lamentablemente, la fuerza pública se ha visto últimamente ensuciada en incidentes completamente gratuitos, innecesarios, tristes, vergonzosos y defraudadores. Una joven de la UTEM, que pasaba por la primitiva etapa del mechoneo, sufría la tradición de ir a pedir dinero a las calles luego de haber sido sometida a episodios de humillación (con “buena onda”) y haber sido untada en todo tipo de sustancias asquerosas. La intención de esta “recaudación de fondos” era llevarla de vuelta hacia sus verdugos (los mechoneros) con el fin de que les devuelvan sus pertenencias (mochilas, ropa, documentos, dinero, etc.) y luego con ese dinero, estos verdugos pasan a convertirse en amigos que les organizan un asadito o fiesta a los pobres primerizos.

Esto sucede todos los años, en la mayoría de las universidades (especialmente las públicas), es de conocimiento de todos el tipo de condiciones que tienen estos pobres mechones; pero por lo visto no era un hecho conocido para un oficial de policía que le pidió sus documentos, y ella al responder con la negativa, el carabinero asumiendo esto como una falta de las responsabilidades públicas, la tomó del brazo para llevarla a la comisaría. Obviamente ella se defendió y objetó con resistencia, lo que llevó a que el oficial le hiciera una llave en la mano (completamente innecesaria), provocándole dolor y ansiedad a la estudiante mujer recién entrando a la universidad.

Los actos que le siguieron a este incidente fueron: una reunión de carabineros en torno a la joven (alrededor de 30 efectivos), ella lloraba de dolor y el pavor la inundaba dado las acciones de los oficiales; también una reunión de todos los transeúntes alrededor del asunto para pedirle al oficial que la soltara, ya algunos más alterados y enojados al ver la terquedad y limitada visión del oficial, incluso dos mujeres se ofrecieron para acompañar a la joven a la comisaría y hacerse pasar por sus “madres”. Otro personaje fue un señor que le ofreció 20 mil pesos a la mechona para que tenga algo de dinero. Los resultados del incidente fueron: la joven (traumada con su primera semana de universidad), y las dos mujeres y el señor son también detenidos y llevados a la comisaría. Este último fue detenido debido a que a otro carabinero que estaba ahí le pareció que ese acto de ofrecer dinero era soborno. El repudio de los transeúntes fue evidente y unánime, y la indignación fue completa  ante presenciar como tu “ejemplar” fuerza púbica cae en comportamientos tan reprochables, limitados, abusivos y sin criterio.

¿Quiénes fueron los verdaderos héroes de esta escena? La respuesta es obvia: las dos mujeres y el caballero que brindaron apoyo y buscaron la seguridad de la estudiante, pero ¿no se suponía que la policía era la encargada de velar por la protección de los ciudadanos y establecer ese orden público? Pedirle el carnet de identidad a una persona que evidentemente no lo tiene (además de que no se necesita gran CI para darse cuenta de que no es una delincuente) es una falta de criterio total, aplicar la fuerza contra ésta es brutal, atraer la atención y desconcierto de la población va en contra de la idea de una fuerza policial y reunir a 30 efectivos en un solo punto (donde no hay una delincuente), en pleno Santiago centro provocar el pánico y terror en la ciudadanía, además de abrirle el espacio a un delincuente real (que podría estar a un par de cuadras o metros) para que cometa un crimen.

Espero que la institución haya solucionado y respondido por tan vergonzoso asunto, y que no se le haya creado un trauma a la estudiante en su primera semana de universidad. Espero también que en algún futuro podamos sentir alivio cuando veamos a un carabinero, sentirnos protegidos y saber que si bien las leyes existen, ejercer la ley tiene criterios humanos, que son flexibles y su fiscalización se adapta ante situaciones específicas donde evidentemente los sujetos no son criminales.

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