¿Dónde están las mujeres en la pantalla?

por JAIE MICHELOW, Arqueóloga, U. de Chile.

 

¿Han oído hablar del test de Bechdel? Es una forma de evaluar películas de ficción según la perspectiva de género, intentando establecer de un modo simple la participación de mujeres en este medio[1]. Para mayor detalle al respecto vean el ilustrativo video de Anita Sarkeesian en Youtube[2].

En resumen, el test consta de tres criterios, los cuales determinan si la obra en juicio pasa o no la prueba, sin consecuencia sobre si la película es buena o mala;

–       Existen al menos dos personajes femeninos con nombres

–       Estos personajes hablan entre ellas

–       Hablan sobre un tema general y no sobre los personajes masculinos.

Hay muchísimas películas que no pasan esta sencilla prueba, entre ellas Starwars, El señor de los anillos, Slumdog millionaire, Shrek, Braveheart, entre muchas otras de diversos estilos. Esto les puede parecer asombroso o increíble, pues todos sabemos que la población mundial está compuesta en un poco más del 50% por mujeres, y es sencillo asumir que hay abundancia de actrices dispuestas a representar interesantes roles. En un segundo momento, podemos buscar explicaciones en la mayor proporción de directores hombres, quienes no pueden evitar mostrar en sus películas su perspectiva masculina de la vida, o la prevalencia de hombres en posiciones de poder en los estudios y productoras, quienes sin duda plasman sus intereses artísticos en películas de acción u otros temas poco femeninos. Todas estas reflexiones tienen algo de razón, son coherentes, y por eso nos dejan con la curiosidad satisfecha.

Sin embargo, es la siguiente reflexión la que nos debería calar más hondo… ¿por qué no me di cuenta de esto antes? ¿por qué no lo vi claramente, siendo evidente? Es impactante asumir que somos capaces de consumir contenido por placer, para pasar el tiempo, o cualquier motivo, sin contrastarlo con la realidad, una realidad tremendamente revolucionaria: un mundo compuesto por hombres y mujeres que actúan y hablan entre sí de todos los temas posibles. Incluso vamos más allá y asumimos los contenidos procesados como reflejo de la realidad, confundiendo en forma inversa la realidad con la ficción.

La próxima vez que vayamos al cine, o veamos una película en casa, tengamos en mente, que los alienígenas no existen, que la sangre de la tele es de mentira, que las explosiones son efectos especiales… y que el mundo está compuesto por hombres y mujeres, con nombres e historias propias, que interactuamos, que tenemos intereses y aspiraciones, más allá de ser actores y actrices secundarias.

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