El malestar de la Cultura v/s la búsqueda de la Felicidad.

por ANNIE BERGSTEIN, Est. Psicología, U. Del Desarrollo. Vice Presidenta de Shajatz.

No es poco común escuchar a alguien quejándose, regodeándose o simplemente manifestando su descontento con respecto a alguna preocupación o disgusto. Con el pasar de los años, la calidad de vida humana ha ido aumentando, cosa que sin duda nos beneficia en diversos aspectos; sin embargo, han ido creciendo de la mano significativamente el nivel conformismo, tanto en sentir una insatisfacción personal como también en la relación individuo/sociedad.

En diversos estudios sobre esta interesante controversia, se ha encontrado un concepto constantemente ligado a este descontento: La  Felicidad o Eudaimonia, desprendido de una doctrina muy popular en el mundo helénico llamado Edemonismo; el cual sostenía que ésta era el fin último del hombre. Esta felicidad era considerada un bien propio y supremo, constituyendo la máxima aspiración alcanzable en vida, a pesar de que la única manera de conseguirla era saliendo a su búsqueda, dependiendo del resultado nuestra orientación en la vida. (Investigaciones sobre la felicidad: Congreso latinoamericano de Psicología, 2007)

Por otro lado, el conformismo en la actualidad es otro tema bastante comentado, abarcando en su interior variables como la expectativa de vida, los derechos humanos, la pobreza, el boom cibernético, entre otros. Por ejemplo, en cuanto a la expectativa de vida, ésta ha ido aumentando con el pasar del tiempo en un promedio de 75 años. Pero este individuo, tan lleno de experiencias al alcanzar esa edad y estando inmerso en esta sociedad, va perdiendo el derecho a su privacidad. Su intimidad es casi todo el tiempo bombardeada por mensajes instantáneos, noticias, ofrecimientos en internet, etc.

El hombre ya no se asusta con un conflicto bélico, sino más bien se aterra por una guerra cibernética. La paz se resguarda en instituciones militares, entre muchas otras cosas más. Pero aparece ante nosotros otra controversia, debido a que miles de “beneficios” surgen de estas mismas “invasiones cibernéticas”, como grandes rascacielos de multi transnacionales, avances en ciencia, mayor cercanía y acceso global, etc. Frente a todo esto, el hombre calla y se resigna, sin otorgarse a él mismo responsabilidad alguna. Para él,  todo lo que afecte a su sociedad es ajeno, nada es preocupante y si lo llegara a ser por un momento, finalmente sabe que todo terminará en una guerra o discusión política, y entonces se queda sin hacer nada al respecto. ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas? ¿Cuál es la real solución a nuestra insatisfacción como individuos en esta sociedad?

Volviendo al concepto tan fundamental como lo es la felicidad, quizás si partiéramos de la base de aceptar que su definición la acomodamos a nuestro antojo, podríamos aceptar que sólo la usamos como una excusa para vivir acomplejados. Si todos tomaran un respiro diario a los pequeños momentos del día que nos llenan de goce, nos daríamos cuenta o mejor dicho tendríamos presente que así como todo en la vida tiene cosas buenas y malas, el concepto helénico sobre la felicidad ya no es el mismo que hace siglos.

Con todos los beneficios que tenemos, estamos todo el tiempo resignándonos a lo que nosotros mismos hemos creado. Reaccionemos, todos somos socialmente responsables de lo que pasa en el mundo. “Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, un día te darás cuenta de que fueron las más grandes”.

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