Propuestas para dar respuesta a la vida de masas.

por DAVID ICEKSON, Est. Arquitectura, PU. Católica.

 

Imaginemos que nos trasladamos a través de una gran escalera, a gran velocidad y miramos hacia arriba, pero nos movemos con dirección al sub-suelo. La caída es inminente, pero tenemos que viajar más rápido. Cual murciélago sordo, la sociedad avanza, efectivamente se mueve, pero lo hace mirando en todas las direcciones, menos en la que debería estar fijando la mira, el suelo.

Imaginemos que nos montamos en una escalera que desconocemos, nos ayuda en nuestro viaje, es metálica, dura y tiene puntas afiladas. Nos lleva a donde se dirigen todas las caídas, vamos bajando. Nos lleva a la combinación. El aire encerrado y fúnebre empieza a rodearnos. Suenan las campanas y las sirenas. Nos da un calor que nos hace sudar frío y nos agobia, pero de a poco nos damos cuenta que nos acomodamos al entorno, la presión de la materia alrededor se hace cotidiana y después de unos momentos, ya no la sentimos.

Bajo tierra no hay luz ni caras distintas, no hay autos ni hay casas. Bajo tierra somos todos muertos y ninguno puede estar enfermo. No hay direcciones que seguir, solo hay masa de diferentes formas. ¡Ya se ha hablado mucho de la vida! Es hora de enterarnos cómo serán el resto de nuestros años, los años verdaderos, a los cuáles no tenemos que llevar nada, en los cuáles compartiremos como se debe, bajo el manto de la igualdad y la verdadera austeridad.

¡Vuelven a sonar las campanas y las sirenas! Pero en esta ocasión no conmemoran a nadie y no anuncian nada más que el comienzo del carnaval, en el que nada importa, en el que todos los legados que dejemos quedan enterrados.

Prefiero ser un muerto viviente, que un muerto en vida.

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