Las cuatro especies de Sucot y las Mujeres del Muro.

por INBAL LANDAU, Periodista, U. Diego Portales.

 

Un cuarto de siglo después de establecerse como agrupación, las Mujeres del Muro lograron que leer la Torá usando talit, kipá y tefilim en el Kótel se convirtiera para ellas en un derecho. Consiguieron dejar de ser arrestadas y en cambio pasar a ser resguardadas por la policía cuando lo hacen. Esa protección se hizo muy necesaria en estos días cuando, por primera vez, desde que el Tribunal del Distrito de Jerusalem determinara que no vulneran la costumbre local, un centenar de ellas fue a rezar para rosh jodesh como lo hacen usualmente.

Esta vez iban amparadas por la ley, pero al parecer, para los contrarios a esta práctica, el que hayan ganado la batalla judicial se convirtió en una especie de “agravante”. Anticipándose a ese día, algunos rabinos ortodoxos hicieron un llamado a las mujeres de sus comunidades a que acudieran al Kótel de forma masiva, cosa que cuando llegaran las Mujeres del Muro les fuera difícil acercarse a la pared sagrada. Pero esa no fue la única reacción hostil. La policía tuvo que hacer un cordón humano para separarlas de sus correligionarios que no hacían más que agredirlas lanzándoles piedras, botellas, agua, sillas, basura o lo que estuviese al alcance de sus manos, según consignó la prensa.

No voy a hablar de lo llamativo que resulta que un fallo como éste haya tenido lugar recién a esta altura. Tampoco me referiré a las complejidades que este tema trae a colación en relación a la dicotomía constante que vive Israel entre la laicidad y la ortodoxia. Quiero hablar de algo mucho más sencillo, mucho más elemental tal vez.

La iracunda reacción que tuvieron estos judíos ortodoxos me recordó cuando hace un par de años se desató una polémica luego de que se hicieran públicas las declaraciones de Naama Margolese, una niña de ocho años y residente de Beit Shemesh, a quien en el camino al colegio la habían agredido hombres ortodoxos extremistas que llegaron a llamarla prostituta y le escupieron al considerar que no estaba vestida de manera adecuada.

Las historias son distintas pero veo un punto en común. No quiero generalizar de ningún modo a la población ortodoxa de Israel porque hay quienes actúan de manera conciliadora, pero hay un porcentaje de ella, uno que quiero creer que es pequeño -pero que hace demasiado ruido-, que no acepta a sus pares hasta llegar a un nivel absurdo. Creen que tienen la verdad absoluta y están seguras de que viven la religión del único modo en que se puede hacer. Por eso piensan que al agredir e insultar a una niña de ocho años o al hacer su mayor esfuerzo por no permitir a las mujeres usar la vestimenta que tradicionalmente ha quedado reservada en exclusiva para los hombres -aunque sea acudiendo a la violencia física y verbal- están velando por algo superior. Particular manera de cumplir con los preceptos.

Hay muchas formas de vivir el judaísmo y no sólo lo vemos en las distintas corrientes y tipos de comunidades que hay, sino que la propia religión reconoce que no todos la practicamos del mismo modo. Un ejemplo muy simple es el significado de las cuatro especies de Sucot que según la tradición simbolizan a grandes rasgos a los cuatro tipos de judíos que hay en nuestro pueblo. El etrog (cidra), que tiene sabor y olor, representa a los judíos estudiosos de la Torá y que realizan buenas acciones. El lulav (ramo de palma), que tiene gusto pero no aroma, muestra a las personas que han estudiado las escrituras sagradas, pero que no ponen en práctica lo aprendido. El hadás (mirto) por su parte, que tiene aroma pero no sabe a nada, representa a las personas que sin ser estudiosas de la Torá actúan buscando el bien. Y por último la aravá (sauce) que no tiene olor y es insípida, simboliza a los individuos que no siguen las enseñanzas de la Torá ni realizan actos de bondad.

En días como hoy pienso en que año tras año estas mismas personas que lanzaron piedras y escupitajos, toman los arbaat haminim en la sucá y los mecen juntos diciendo que representan a todo el Pueblo de Israel, para luego hacer caso omiso de ello con su actitud frente al Muro. El judaísmo reconoce que no todos sus integrantes estudian, interpretan o aplican la Torá del mismo modo. El judaísmo dice que hay personas que no guían sus acciones según la Torá, pero eso no las priva de ser buenas personas. Y también dice que hay individuos estudiosos, pero que sin embargo no aplican los valores de la Torá en sus vidas.

¿Por qué quienes comenzaron con la agresividad no se preguntan si al pararse en el lugar más sagrado para el judaísmo. y ser capaces de romper momentáneamente esa sacralidad, están causando más daño o beneficio? ¿Por qué no se preguntan además cuántas mitzvot están quebrantando con tal de supuestamente velar por otro mandato?

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