Hiriente y falsa «belleza»

por INBAL LANDAU, Periodista, U. Diego Portales.

La crítica a los estereotipos de belleza es un tema trillado, lo sé. Pero prometo que tengo una buena excusa para traerlo a colación. Hace poco una amiga me dijo que ya no abre las “revistas para mujeres” que vienen junto a los diarios. Se había aburrido de ver página a página esos estándares casi perfectos a los que Photoshop les da el toque final. Pero la verdad es que en un mundo en el que nos criamos junto a las princesas de Disney y las barbies, en el que la prensa apela a una adolescente encapuchada como  “bella” y “sexy” sólo por ser delgada y llevar el pelo rubio bajo su capucha, en el que junto a un diario de 68 páginas el otro día venía un suplemento de otras 28 sobre tratamientos estéticos, en el que llamamos “modelos” a las mujeres que más se acercan a ese paradigma de belleza al que queremos (o luchamos por no querer) llegar, se hace casi imposible pensar que podríamos escapar de ellos.

Por supuesto que no es que esté mal cuidarse, arreglarse o conectarse con la propia femineidad de la forma en que una estime conveniente. Es sólo que solemos darle demasiada importancia al aspecto físico en desmedro de otras características. Todos, tanto hombres como mujeres, caemos en los estereotipos de belleza y a la vez somos víctimas de ellos, pero por algún motivo a nosotras se nos exige más.

Si bien los parámetros para medir la belleza tienen ciertas variaciones en diferentes lugares y han tenido algunos cambios a través de los tiempos, durante milenios ésta ha tenido un papel relevante en nuestras sociedades, en nuestras culturas, en nuestros textos. Sin ir más lejos, hasta la Torá relata que Yaacov, uno de nuestros patriarcas, engañado tuvo que casarse con la fea para después poder casarse con la bonita.

Es cierto que cada día estamos expuestos a demasiados estímulos y elementos que nos refuerzan el ideal físico en la cabeza. Es cierto que es difícil salirse de ellos y de esa conexión establecida que dice que la belleza es algo deseable. Y, peor aún, que hay una sola manera de ser bellos. Por eso, me resulta inspirador y conmovedor ver este testimonio de Dustin Hoffman, quien desarrolló su carrera en Hollywood, probablemente uno de los contextos más frívolos que hay. El actor habla sobre su interpretación de una mujer en la película “Tootsie” en 1982. Cuando su personaje, Michael Dorsey, no logra conseguir trabajo como actor, decide caracterizarse como una verdadera mujer, pasa a llamarse Dorothy Michaels y consigue un papel como actriz.

Está claro que no podremos hacer un borrón y cuenta nueva con paradigmas tan arraigados como éste, pero al menos cada tanto podemos hacer el intento de mirarnos al espejo, pero no para preguntarle quién de nosotros es el más hermoso, sino que para buscar al Dustin Hoffman que llevamos dentro, para hacer visible esa parte nuestra que nos dice que todas estas ideas y percepciones fueron aprendidas y que no debiéramos darles tanta importancia como la que les damos. Dejo una transcripción del relato, vale la pena ver cómo Dustin Hoffman se expresa y se emociona al hablar del tema.

“Murray Schisgal, quien ha sido un querido amigo mío por más de 30 años, dio inicio a ‘Tootsie’ con la idea de ‘¿cuán diferente serías si hubieses nacido mujer?’ en una conversación que tuvimos una vez. No lo que sería sentirse como una mujer, porque todos los sexos se han preguntado a sí mismos cómo sería ser del sexo opuesto. Su pregunta era diferente: ‘Si hubieses nacido mujer, ¿en qué sentido serías diferente?’.  Así que ese fue el inicio y tomaría demasiado tiempo explicar cómo nos involucramos en ‘Tootsie’ por alrededor de dos años antes de que siquiera tuviéramos un director. Sólo estábamos trabajando en distintas partes del guión, pero fui a Columbia (Pictures) y les pregunté si gastarían dinero en hacer pruebas de maquillaje para que yo pareciera una mujer y en el caso de que yo no lograra parecer una mujer, si ellos estarían de acuerdo en no hacer la película. Y ellos dijeron ‘¿a qué te refieres?’. Yo sólo sentí de algún modo intuitivamente que a menos de que pudiera caminar por las calles de Nueva York vestido como mujer y no tuviera a la gente volteándose y diciendo ‘¿cuál es el rollo de ese tipo?’ o girándose por cualquier razón (como diciendo) ‘¿quién es ese freak?’. A menos de que pudiera hacer eso, no quería hacer la película. No quería que la audiencia desperdiciara su capacidad para creer. Cuando llegamos a ese punto y lo vimos en la pantalla, yo estaba impactado porque no me veía más atractiva. Y dije ‘ya que hicieron que me viera como una mujer, ahora conviértanme en una mujer hermosa’. Porque pensé ‘yo debería ser hermosa. Si fuera una mujer quisiera ser tan hermosa como fuera posible’. Y me dijeron ‘esto es lo mejor a lo que se puede llegar. Esto es lo más hermosa que te podemos dejar, Charlie’. (Aquí empieza a quebrarse) Fue en ese momento en el que tuve una epifanía. Fui a casa y empecé a llorar cuando hablaba con mi esposa. Dije ‘tengo que hacer esta película’. Ella dijo ¿por qué’. Y yo dije ‘porque cuando me veo en la pantalla creo que soy una mujer interesante y sé que si me encontrara conmigo misma en una fiesta, nunca hablaría con ese personaje porque ella no cumple físicamente las expectativas que nos han hecho creer que las mujeres deben tener para que las invitemos a salir’. Me dijo ‘¿qué estás diciendo?’ y yo dije ‘hay demasiadas mujeres interesantes que no he tenido la experiencia de conocer en esta vida porque me han lavado el cerebro’… Y eso nunca fue una comedia para mí”.

Entrevista  http://www.youtube.com/watch?v=xPAat-T1uhE.

 

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