Mujeres inmigrantes en Israel

por CLAUDIA ABELIUK, Lic. en Artes Plásticas, U. Finis Terrae. Magíster en Gestión Cultural, U. del Desarrollo.
El concepto de ulpán tiene sus orígenes en los primeros días del Estado de Israel. El nuevo país tuvo que dar una respuesta a las olas masivas de inmigrantes judíos. El paso por un ulpán y el aprendizaje del hebreo servía como un lazo que los unía y los ayudaba a desarrollar una identidad común y un sentido de pertenencia con el nuevo estado.
En la actualidad, la institución del ulpán continúa asistiendo a los nuevos inmigrantes. El principal objetivo del ulpán es ayudar a los nuevos ciudadanos a integrarse lo más rápido y fácilmente posible a la vida social, cultural y económica del país. Con una aproximación innovadora a la enseñanza del idioma desde una perspectiva cultural, el sistema del ulpán ha sido adoptado por otros países en un intento de revivir sus propias lenguas, ya sea aquellas que se están perdiendo o incluso lenguas muertas.
Desde abril de este año, estoy viviendo en Israel y asistiendo al ulpán Gordon de Tel Aviv. Muchas personas he visto pasar por la sala alef, de diversos países, muchos judíos y otros que no. Es el lugar donde los inmigrantes se sienten más cómodos, es donde verán reflejadas sus propias realidades en otros. Acá compartes historias, memorias, anécdotas con tantas personas tan distintas a ti, de todo tipo de culturas, pero con muchísima empatía al ser todos inmigrantes.
He conocido a mujeres que como yo vienen de muchos “otros” países. La mayoría de ellas han llegado acá siguiendo sus corazones, a probar la experiencia de vivir en Israel con sus parejas israelíes. De todas, éstas han estado más cercanas a mí. Una es judía, las otros no.
Timea es de Budapest. Luego de una relación de 3 años allá con su pareja israelí, viene a probar vivir acá pero todo se le hace difícil. No es judía, por tanto el peso es aún mayor. Sin embargo, es una de las mejores alumnas del ulpán. Pero pasan los meses y decide volver a su país, acá no tiene futuro trabajando, si no se convierte al judaísmo (ortodoxo) no se podrá casar en este país donde sólo existe el matrimonio religioso, y nunca tendrá ese status que sí tienen los judíos. Decide romper su relación y volver a Budapest, su pareja, israelí, no está dispuesto a seguirla a Hungría, donde él siente que no tendrá futuro. Su historia es muy común en Israel.
Aline es alemana, no es judía, vino sólo por un tiempo a Israel, luego volverá a Alemania con su pareja israelí. Ella es más joven y para ella no es problema estar acá unos meses y trabajar de niñera porque sabe que es sólo una etapa de su vida. Quien sabe que pasará luego, cuando su pareja finalice sus estudios en Alemania y lo más probable decida volver a Israel.
Joy es judía, vino de Estados Unidos y es bailarina. Vive en un moshav con su pareja israelí, se vino por un largo tiempo, pero sabe que no estará toda su vida acá. Decidió no hacer aliá, a pesar de los beneficios, eso va en contra de sus valores. Empezará a enseñar danza en Tel Aviv, y le pagarán mucho menos de lo que gana en su país. Hace poco nos contó que si una mujer judía, casada acá, arma un negocio en Israel y luego se divorcia, el 50 % es de su marido, pero si al contrario el negocio es del marido, el 100% se mantiene de él. También nos contó que si una mujer no judía tiene un hijo con un israelí, al niño le llaman algo así como bastardo.
El ulpán es un punto clave para entender Israel. Este es un país de inmigrantes, donde la vida es cara, y en la mira de todo el resto del mundo. Luego de 5 viajes a Israel, es primera vez que veo una verdadera preocupación por parte de los judíos israelíes, una tristeza y frustración de sentir y no entender por qué el resto del mundo los odia tanto. Es un país que se rige por la ley judía, lo cual puede ser bastante chocante, sobretodo porque los israelíes no son de doble estándar, te dicen las cosas directo a la cara, te lo escupen sin ningún tino. La falta de educación de muchos y la rudeza en el tono que te hablan hacen que vivir acá sea una cachetada fuerte en la cara. Entender todo esto desde el ulpán lo hace mucho más fácil.
Pero el israelí en Israel es amable con los inmigrantes, te subes al bus y el chofer te conversa simpáticamente todo el camino y te dice que si pudiera te dejaría en tu puerta para que no te pierdas. Los hombres tienen coraje, te abordan en la calle y te invitan a salir sin conocerte ni haberte visto nunca antes, y en las micros todos le gritan al chofer si no deja subir a un soldado o si cerró la puerta cuando aún estaba bajando gente. A diferencia de Chile, uno puede percibir en plena calle en Israel que a las personas sí les importa el otro.

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