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¿Judío, sionista, de izquierda?

por JORGE TESTA, Est. Derecho, U. de Chile. Shnat Hajshara Majon Le Madrijim Hanoar Hatzioni.

 

El 8 de febrero se me acabó el plazo para tomar una de las decisiones más grandes de mi corta vida. La maldita PSU se había acabado, ya estaba matriculado en lo que siempre soñé estudiar. La facultad de Derecho de la Universidad de Chile aceptó mi petición para congelar, y solo quedaba subirme a un avión con una maleta de 23 kilos de ropa y un millón de miedos, ilusiones, sueños, pero sobretodo convicciones.

El vuelo con dirección al aeropuerto David Ben Gurion me separaría 10 meses de mi familia, de mis amigos, de mis amigas, de mi casa, de mis comodidades, de mi tnua, y al mismo tiempo me acercaría inexorablemente con mi tierra, mis antepasados y ese montón de clichés con los cuales suelen identificar a Israel.

Ya llevo dos meses y medio en el Majon leMadrijim del programa Shnat Hajshará, y es hasta el momento la mejor decisión de mi vida, y aunque sin duda no ha sido fácil, ha sido muchísimo más fácil de lo que pensaba.

Lo más especial que he sentido hasta el momento es una sensación muy difícil de explicar. Mis convicciones más grandes se han ido debilitando, y mis ideas más débiles han surgido repentinamente a mi conciencia. Todo se convierte a veces en una contradicción. ¿Cuál es mi identidad? ¿Quién soy? ¿Soy judío? ¿Soy sionista? ¿Soy de izquierda o de derecha? ¿Qué quiero para mi vida?

Podría ligeramente definirme como un joven estudiante, chileno y judío a la vez, que planea profesionalizarse y formar una familia, que busca aportar algo a la humanidad, por más pequeño que sea; que comparte los ideales de la izquierda y que cree firmemente en el derecho del pueblo judío a un estado soberano en Israel. El problema es ¿realmente soy eso?

No sé si puedo definirme como judío si no cumplo ni un cuarto de las «mitzvot» y con suerte voy un par de veces al año a la sinagoga, y la verdad, no tengo interés en mejorarlo. No sé si puedo definirme como sionista si no tengo ningún interés en hacer aliá, ni dono un peso a los «Keren», e incluso condeno bastantes actos y comportamientos que han sostenido distintos gobiernos de Israel. No sé si podría definirme como de izquierda, cuando escribo esta columna desde un ipad, fabricado en China, quizás por cuantos obreros asalariados que no les alcanza para comprar su arroz, y aun así me encanta mi ipad.

Por otro lado, me siento partícipe de un pueblo con una tradición milenaria, con una historia que me identifica profundamente y con ideales bastante claros, que considero en gran parte muy acertados. Me siento parte de una tnua que lucha constantemente contra la asimilación y a favor de la existencia del estado de Israel, de la continuidad del pueblo judío y de la comunidad judía chilena.

Me quedan aún 7 meses de esta experiencia, y más que agradecer el encontrarme con jóvenes judíos de toda Latinoamérica, que sin duda ha sido increíblemente emocionante; o más que agradecer el vivir de manera casi independiente fuera de tu país y aprender a arreglártelas por uno mismo, quiero agradecer el darme cuenta que se acabó una etapa de mi vida, y comenzó otra, en la cual mi identidad se convierte en un enjambre de ideas y creencias, de emociones y de convicciones, de blancos, negros y toda la gama de colores que convierten a Shnat en un recipiente de incertidumbres y principios.

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2 comentarios

  1. Estimado Jorge Shalom,
    Aunque soy un viejo «lobo», asi es mi nombre hebreo, del Hashomer Hatzair Chile que vive en un Kibutz del primer dia que llegue a Israel hace 60 anios te felicito por tu correcta decision de pasar un ano en el Majon Le’Madrijim en Jerusalen.
    Volveras a Chile con una bolsa de conocimientos y experiencias que sera tu caja de Herramientas para toda la Vida.
    Zeev Hagali, ( Stefan Getzel) Kibutz Ein Hahoresh

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