Como un solo corazón

por PAMELA NUDMAN, Arquitecta, U. de Chile.

 

Ante todo lo que ha ocurrido las últimas semanas en Israel, y la conmoción mundial que ha ocasionado, me he quedado en silencio, intentando observar y escuchar la naturaleza del ser humano, si es que nos podemos hacer llamar así como especie hoy en día.

Si el corazón se quiebra, no queda más que unirlo para que vuelva a latir. Hoy siento que las palabras sobran, estorban, son limitadas. La tristeza es una sensación tan profunda que el papel difícilmente la puede sostener.

Somos UNA humanidad, de eso no cabe duda, y habiendo tanto universo, galaxias y vías lácteas, justo nos tocó existir juntos en esta tierra, minúscula casualidad. Somos un mundo, una vida, y ese es el  regalo que se nos ha dado para aprender a recibir, pero no individualmente, sino que juntos, como un solo cuerpo.

Se han acabado los océanos y continentes que descubrir, las selvas que incursionar, se han acabado las culturas desconocidas,  los diamantes milenarios. Pronto, se pueden  acabar cosas mucho más profundas.

Este mundo necesita a gritos un corazón que vuelva a latir, una mente de amor que la haga respirar, llenar los pulmones con aire limpio después de tantos siglos asfixiados comiendo los restos que han dejado infinitas guerras alrededor del globo entero. Esta esfera que sostiene la fuerza de gravedad también necesita un corazón que la ayude a evolucionar y mantener vivo  al cuerpo de la humanidad.

Debemos unirnos con amor en las diferencias, contradicciones, visiones, pensamientos, creencias, religiones, metas, dolores, sueños, colores, posturas, necesidades y deseos. Pasemos de ser sólo una especie en evolución y convirtámonos en reales seres humanos. La humanidad tiene un solo deseo, y es el mismo que tiene el pueblo judío: ser felices y vivir para siempre en PAZ. Entendamos el mensaje que nos da el mundo y nuestra historia: debemos juntos aprender a escuchar.

Nuestro pueblo siente hoy rabia, pena e impotencia, pero ésta no se solucionará echándole la culpa a nadie, ni intentando que los demás vean algo que no quieren ni pueden ver.

La esperanza de un mundo en paz debe ser hoy nuestro alimento, unámonos en un solo corazón, como hermanos, por sobre nuestras diferencias, demostrándole al mundo entero qué significa amar al prójimo como a uno mismo.

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