Taglit Israel, el viaje de todos

por DAVID SEELMANN, Est. Ingeniería Civil, U. de Chile. Co-coordinador Taglit Chile
 
Conocí Taglit como todos. Un primo, un tío, uno de mis padres, o en mi caso, mi hermana mayor, quien nos contó que se iba en un programa “regalado” que te llevaba a Israel por casi dos semanas a recorrer el país con un buen grupo de jóvenes judíos de edad similar. A pesar de lo interesante que sonaba, mucho interés no le di.
A medida que me acercaba a la edad para hacer el viaje, veía como mis amigos mayores iban y llegaban contando historias espectaculares, tanto del viaje en sí como del país. Pero para esas fechas, ya había tenido la suerte de conocer Israel con mi familia, por lo tanto, la experiencia no me parecía tan nueva. Hasta que un buen amigo me llama un día y me comenta que él se acababa de inscribir, y que quedaban pocos cupos. Llamé a la encargada y en 5 minutos tenía mi puesto reservado.
Para que decir lo increíble que fue, aunque ya hubiese pasado por la mayoría de los lugares que recorrimos. Y como siempre que uno va a Israel vuelve con ganas de más, al año siguiente postulé a ser madrij de Taglit, y resultó ser la mejor (y más cansadora) “pega” que he tenido en mi vida.
El viaje de Taglit es diferente a cualquier viaje que se realiza en la comunidad. Taglit ha sido, históricamente, para los alejados de la comunidad y la religión, aunque formalmente, para los que no conocen Israel (mediante un programa). Al tomar a jóvenes completamente alejados de la vida comunitaria tradicional, en la mayoría de los casos, las experiencias que se tienen son completamente nuevas, especialmente con las de judaísmo, y gracias al contexto en el que se aprende, resultan mucho más relevantes y reales que para la mayoría de nosotros que vivimos un judaísmo más cotidiano.
Incluso para la gente que fue al viaje de estudios del Colegio Hebreo, donde la madurez alcanzada posteriormente hará que la conexión con las raíces se vuelva más intensa. En Taglit, se viaja con un grupo completo de desconocidos. Los participantes crean lazos que pueden llegar a ser tan importantes como un matrimonio o amistades de por vida. Uno viaja solo en grupo y vuelve con un grupo de amigos.
He visto gente pasar a definirse de “atea” a “judía” en menos de 10 días. Janijim que participaban de su primera Havdalá y que regresaron haciendo preguntas sobre el Bar/Bat Mitzvah. Incluso el que fue para disfrutar unas bonitas vacaciones y volvió a Chile a programar su Aliá. Para muchos, puede ser incluso el inicio de una vida judía.
Esto no es publicidad. Taglit es el derecho de todo judío de conocer Israel, de volver a Israel, conocer el pasado para avanzar y perdurar en el futuro. Es un programa que nos debería llegar a todos, a los que fuimos y a los que no. Apoyemos esta increíble iniciativa; la próxima vez que se topen con alguien de abuelos judíos, alejado de la comunidad, cuéntenle que existe un programa que, simplemente, le puede cambiar la vida.

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