La Carpa de la Paz Judía-Árabe desde Chile para Medio Oriente
por ASHER PERMUTH, Ingeniero Comercial, U. de Concepción. Fotógrafo y Piloto Privado.
Érase una vez un judío, un libanés, una palestina y 3 sirios en una misma carpa. Fue en el marco del Festival Internacional de Innovación Social (FIIS) Biobío. Hablando el judío con el libanés sobre ver juntos la segunda temporada de Fauda y el remake del rescate en Entebbe, se les ocurrió mostrarle a la gente que ambos pueblos, técnicamente en guerra, pueden convivir en torno a la comida, moderando la política en la mesa.
Invitamos a este emprendimiento social a Yazar y su pandilla, tres sirios refugiados de guerra que tienen un local de shawarma. Llevan poco más de un año en Chile y hablan entre los tres el mismo español que un niño de cinco años. El judío, no conforme aun, buscó hasta que encontró una palestina que se sumó con sus delicias árabes. Con ella, quedó conformada lo que denominaron la Carpa de la Paz.
Fue un simpático lugar donde vendieron comida, fumaron narguiles y escucharon desde Idan Rachel, Arik Einstein y Bob Dylan, hasta música árabe (fue imposible recordar esos nombres de lo que pareció una sola canción de larga duración).
Después de convencerse de trabajar juntos, que no fue fácil, para después ponerse de acuerdo en los costos, que fue aún peor, para sorpresa de todos, cuando bajan las tensiones respecto de lo que ”no se habla” y el miedo empieza a desaparecer, se encontraron con gente que, más que querer pelear, siente que tiene que defenderse del otro, lo que te hace creer a ti (el otro) que es su postura la violenta.
Esta es la base para decirse moderado, ya que mis amigos en los extremos, de los cuales me quedan cada vez menos (y lamentablemente para el mundo ellos son cada vez más), nunca habrían aceptado una idea así. Lo comprobé cuando recibí comentarios como que la carpa no iba a funcionar, o que estaba lisa y llanamente loco, probablemente tenían miedo de decir que me consideraban hasta un traidor; fue interesante escuchar como no fui el único al que sus extremismos criticaron.
¿Por qué es una excelente iniciativa? Porque es conjunta. Estamos de acuerdo que tenemos ciertas iniciativas moderadas al conflicto, las cuales en general se identifican más a la izquierda israelí y al judaísmo laico y humanista, pero son iniciativas judías al fin. Los árabes, en cambio, que al menos en Chile pareciera que no tienen ese lado moderado, nunca estarán cómodos con esas opciones. Muchos de los que conozco, que son muchos, expresan su moderación criticando ambos lados o enmarcándose en un hipismo extremo lleno de paz y amor, pero sin banderas ni etiquetas.
El resultado de las ventas fue regular (¿o está en nuestra sangre quejarse siempre de las ventas?), pero la reacción de la gente fue notable, y las expectativas son aún mejores. Hubo también contras: vimos miembros locales de las colonias árabe y judía, sentados sin hablarse, pero bajo la misma Carpa de la Paz, donde esperemos que en el futuro sus hijos se sienten a compartir un shawarma.
Mención honrosa a Trinidad (81), cuyo padre llegó del Líbano a comienzos del siglo pasado y visitó nuestra carpa con su única bisnieta que nació en Tel Aviv. Por lejos la mejor exponente de nuestra Carpa de la Paz, la cual fue sólo la primera de lo que esperamos sea una idea viral, ya que prácticamente en todas las grandes ciudades del mundo podríamos contar ese chiste del judío y sus amigos árabes.
La mejor foto de la Carpa fue cuando, ya de noche, cerraba el festival en el escenario principal y el judío, el libanés y los tres sirios (la palestina ya en casa como buena mujer árabe) estábamos sentados fumando narguile, tomando cervezas y hablando de política. Quizás lo más problemático fue tratar de ordenar a los árabes para formar una ronda para los bailes Jora, o cuando el judío trataba de no ponerse nervioso cuando el árabe le tomaba la mano para tratar de bailar esa canción interminable.
En la Carpa de la Paz, se podían encontrar representados los moderados árabes que tanto necesitamos para avanzar en conjunto y demostrar que el centro, hoy por hoy muy debilitado, es suficientemente fuerte como para romper los extremos, los cuales sólo pueden traer miedo, destrucción, vencedores y vencidos, en un conflicto que no tiene absolutos, buenos ni malos, donde hay reivindicaciones y culpas morales en ambos lados. Aceptar esto es abrir los brazos a la paz.
Felicitaciones. Excelente iniciativa.
Eres un gran hombre sigue escribiendo para q logres el abrazo de la paz.