La invitación judía a ser santos

por JUDY NOWOMINSKI, Rabina. Asamblea Rabínica Latinoamericana.
 

Ajarei Mot nos recuerda la muerte de los hijos de Aharón y nos transporta a la transgresión de intentar ser “demasiado” santos. De acuerdo a las explicaciones de los sabios de todos los tiempos, Nadav y Abihu se apartaron por completo de la vida y de la realidad material.

Con la intención de conectarse con lo espiritual y vivir una santidad excepcional,  las distintas tradiciones relatan que los hijos de Aharón entraban al santuario con el cabello crecido, sin las ropas sacerdotales y después de tomar vino en exceso, quizá buscando algo de inspiración. Tampoco querían casarse ni tener hijos, probablemente para dedicarse sólo al culto, y ofrecieron un incienso extra que no había sido ordenado por Dios.

Claramente, la tradición rabínica estuvo siempre en contra de la anulación completa del instinto, y nos enseña la prohibición de la abstinencia y la flagelación.

Entonces, se une esta semana a Ajarei Mot, parashat kedoshim, que nos enseña que no hay necesidad de ir al desierto o la montaña en busca de un lugar especial para servir a Dios, ni apartarse de la vida material para elevarse espiritualmente y encontrar una vida de santidad.

Quien domina sus instintos y logra medir sus palabras y sus actos, transformando sentimientos negativos en positivos. Quien consigue dejar de lado su impulso egoísta de tomar todo para sí mismo y descubre que puede transformar el personalismo en ganas de dar y compartir, es quien se acerca a la idea de santidad propuesta por la Torá.

La santidad no es una idea abstracta alejada de la cotidianeidad. Tampoco es exclusiva para unos pocos. La Torá nos dice que todos tenemos el potencial para ser kedoshim=santos. Cuando comemos, en nuestra vida matrimonial y en nuestras relaciones comerciales.

La parashá trae el concepto de santidad que no es automático, no viene desde arriba, no es hereditario y tampoco es superioridad sin esfuerzo. Parece ser que la santidad es el esfuerzo de cada uno, individualmente, para conformar una comunidad que arregle, que repare constantemente su comportamiento.

Respeto a los padres, amor al prójimo, no mentir, no robar. Mostrar que el ser humano puede ser distinto, especial, santo. Por eso tanta insistencia en la parashá: ¡quince veces somos llamados a ser santos, porque Dios es Santo! Este llamado acompaña especialmente a cada precepto social. No vengarse y amar al prójimo significa comenzar a cuidarnos entre nosotros, preocuparnos y no dañarnos.

Dios nos propone ser santos, invitándonos a vivir de acuerdo a los preceptos, mezclando armoniosamente lo cotidiano con lo extraordinario, lo espiritual y lo material. Nuestra misión es tomar la santidad e incorporarla a nuestro mundo real y material para transformar nuestra existencia en una opción de santidad.

 
Material original elaborado para el Seminario Rabínico Latinoamericano y editado, especialmente a pedido de la institución, por El Diario Judío.
https://www.seminariorabinico.org/parashat-ajarei-mot-kedoshim-28-04/

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