Ingeniería y Economía en Educación, foco equivocado.

por ANDRES ARAOS, Est. Ingeniería Civil, U. de Chile.

 

La educación es, y lleva siéndolo por lo últimos años, el principal tema de discusión en Chile. Varios actores han salido a las calles a pelear por sus derechos, al igual como son varios los que han estado al otro lado de la vereda, proponiendo y planteando las políticas que queremos tener para este país. Lo increíble es que nadie entiende que hoy no estamos hablando realmente de educación, y tampoco he visto en el último tiempo una política realmente enfocada en este tema.

La gran discusión de hoy en Chile gira principalmente en torno a un punto que es clave, que es el tema de cómo financiamos la educación en el país, que no es otra cosa que definir, en términos económicos, qué es la educación realmente para Chile. Con esto último, me refiero básicamente a si, en términos económicos, será vista o como una inversión que hace cada individuo sobre sí mismo, ya sea para mandar una señal al mercado o para aumentar su productividad, lo que significa un aumento en sus ingresos, dependiendo obviamente de lo que se estudie, o si por otro lado, la vemos como una inversión para el país, algo a nivel más macroeconómico, ya que un país más educado no solo es más productivo, sino que también genera externalidades positivas que se reflejan en generación de I+D, disminución de la tasa de mortalidad y aumento de la calidad de vida, entre otras cosas, es decir, le agrega valor al país en todo sentido, tanto al país como a las personas.

En otras palabras, la discusión no es otra que la de definir si la educación es un derecho, algo que queremos sea parte de nuestra definición humana y de proyecto de sociedad, o simplemente una cirugía plástica, algo que nos hará mejores por fuera, pero de ninguna manera por dentro. Yo al menos me inclino más por la segunda, los países los integran personas y no solo economías.

Ahora, como dije en un principio, nadie habla de educación, y es que lo que plantee no tiene nada que ver con educar. Para graficar esto, veamos qué pasaría si tuviéramos educación gratis el día de mañana, y si siguiéramos educando de la misma manera como lo hacemos hoy, incluso un poco mejor. ¿Qué tan lejos estaríamos de países con altos niveles educacionales? La verdad es que bastante. Y es que la discusión hoy no está enfocada en cómo mejorar la educación, sino que está puesta en qué es la educación para nosotros. A esto se han dedicado los ingenieros y los economistas de este país, a estudiar el cómo hacer que la gestión y el financiamiento de la educación de este país, en todos sus niveles, sea lo más óptima posible. Esto tiene sus matices, dependiendo de quién sea el que hable y su respectiva corriente política, pero la discusión es siempre la misma. Es como si olvidáramos que los que educan son los profesores y los que aprenden son los estudiantes.

Hace falta que tanto ingenieros como economistas que quieran hablar de educación en este país se dediquen realmente a trabajar este tema. Ambas disciplinas ofrecen una amplia gama de herramientas que permiten mejorar sustancialmente la educación, y no solo administrativamente, sino que al interior del aula. Basta ver las investigaciones que se hacen en los principales centros de investigación educativa, muchas tienen un foco estadístico y se centran en mejorar el aprendizaje, no la modalidad de pago (ver Universidad de Michigan, Harvard, Universidad de Oslo, entre otras).

Nos falta recordar que los que se están educando son seres humanos, y que lo central de la educación no es el cómo financiarla, sino que las personas aprendan. No estoy diciendo que lo otro no sea importante, definir qué educación quiere el país es muy importante, ya que define el proyecto de sociedad que queremos tener, pero lo otro es igual o más importante. Porque no sirve de nada educación “libre y gratis”, si los que la están recibiendo pueden leer pero no entender lo que están leyendo.

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