El camino de la Integración para formar una verdadera Comunidad Judía en Chile.

por ALEXANDER MINOND, Est. Psicología, U. del Desarrollo. Ex Presidente Consejo Juvenil Sionista.

Desde tiempos antiguos, el ser humano se ha organizado en comunidad para desarrollar su vida. El crecimiento de las comunidades dio lugar al surgimiento de sociedades, más extensas y complejas. Así se fueron creando ciudades y civilizaciones, y con ellas diversos grupos que se encargan de generar diferentes recursos y servicios para satisfacer las distintas necesidades del conjunto de habitantes.

Producto de las migraciones constantes que se realizan forzada o voluntariamente, los grupos humanos que se iban trasladando fueron formando nuevas sub comunidades dentro de las organizaciones y sociedades existentes, las que fueron variando socio culturalmente en cuanto a rasgos de etnia, religión, idioma, capital social, estilos de vida, o simplemente intereses.

Los judíos en su extensa travesía por el mundo han formado comunidades en un sin número de países, organizándose en instituciones, sinagogas, colegios, clubes, barrios, y hasta verdaderas aldeas o ciudades. Ha sido de esta manera que hemos podido preservar la cultura judía en la diáspora, viviendo en comunidad y desarrollando nuestras vidas judías en sus intereses, tradiciones y festividades, en conjunto con el resto de los que comparten nuestra cultura y religión, con nuestras familias y los descendientes de los amigos de nuestros antepasados que llegaron de distintas partes del mundo para organizarse y permitir que podamos vivir de la manera que lo hacemos hoy.

Pero hoy en día entre nuestra colectividad, la misma comunidad que nos trae muchos beneficios para vivir nuestros estilos de vida y poder desarrollar ciertas actividades “comunitarias”, también puede traernos diversas problemáticas. Tal como se dice, “donde hay dos judíos hay dos sinagogas y tres formas de pensar distintas”, aquí pasa lo mismo. Pero nuestra diversidad tanto religiosa como ideológica e incluso la organizacional no se queda en ser distintos y entendernos como tal, sino que nos lleva a formar rivalidades entre tendencias, instituciones y comunidades, terminando en una lucha hegemónica por quién obtiene más poder o bien quién logra tener más control de la Comunidad.

Esto ocurre en la comunidad judía de Chile todos los días entre alguna persona u organización, donde se puede ver como la rivalidad ideológica, religiosa e incluso política entre nuestras instituciones y comunidades nos hace olvidarnos en muchas ocasiones que tenemos que ser nosotros mismos quienes nos apoyemos y organicemos como una comunidad fuerte donde las diferencias no sean más que oportunidades de enriquecer nuestro legado cultural y no se transformen en debilidad, distancia, desigualdad e incluso odio. Debemos ser todos responsables de permitirnos vivir una vida judía plena en la diáspora, enriquecida desde nuestra misma comunidad, construyendo espacios llenos de sentido y significado frente a la vacía oferta de la sociedad de consumo actual y apoyándonos ante la judeofobia y las actitudes anti judías presentes.

Si bien la búsqueda de fomentar y apoyar lo que creemos, al punto de parecer fanáticos, es parte de nuestra idiosincrasia y nos hace ser quienes somos, con sus ventajas y desventajas, debemos tener cuidado de cruzar el límite y transformarnos en empresarios de nuestras ideas e intereses, tratando a la comunidad y a sus integrantes como meros consumidores de un producto llamado “judaísmo” o “comunidad judía”, el que muchas veces se vende en cuotas suficientemente altas como para que ciertos grupos de la población comunitaria queden fuera, limitándose a una élite que es la que compone finalmente al grupo, cerrando esa diversidad y no aprovechando este gran recurso que poseemos para enriquecer nuestra comunidad con la gran gama de ideas y culturas que ésta tiene. El proyecto comunitario, que se inicia en la inmigración de personas necesitadas que buscan acogerse y combatir los tiempos difíciles, termina siendo un sinónimo de elitismo y exclusión hacia nuestra misma comunidad.

Esta realidad es algo que debemos asumir y hacer algo al respecto. Nos estamos discriminando dentro de nuestro mismo grupo, nos comenzamos a respetar menos, a tolerar menos y a ser más excluyentes, en vez de integrar a todo judío a la comunidad, hacerlo formar parte de este grupo, aportando a la discusión y al crecimiento tanto a la de él como a la nuestra, fomentando nuestro enriquecimiento mediante el desarrollo de la libertad de expresión y el intercambio de ideas y opiniones, logrando así crear en grupo lo que realmente entendemos por Comunidad, y que ésta sea lo que realmente debería ser.

Si bien esta intención está presente dentro de varios grupos y se hacen esfuerzos para integrar por parte de varias organizaciones, instituciones e individuos, lo cual es un esfuerzo valorable que no deja de estar presente y al cual debemos apoyar y ayudar, a nivel general, como “Comunidad”, nos falta tomar consciencia de que cada día nos mantenemos más cerrados dentro de nuestra burbuja sin darnos cuenta de la cantidad de hermanos que tenemos, judíos, que no se sienten bienvenidos o aceptados, y es nuestro deber invitarlos y hacerlos sentir cómodos para que participen efectivamente de la vida comunitaria.

Combatir la exclusión elitista y fomentar la integración hacia nuestro mismo pueblo debe ser tarea y responsabilidad de todos, partiendo desde la visión y misión de todas nuestras instituciones y comunidades, de lo contrario, nuestra comunidad pasará prontamente de ser la Comunidad Judía de Chile al Club Judío de Chile.

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Un comentario

  1. Estimado Alexander, excelente Artículo; en el cual reflejas muy bien lo que actualmente ocurre en la Comunidad Judía, principalmente cuando señalas «que cada día nos mantenemos más cerrados dentro de nuestra burbuja sin darnos cuenta de la cantidad de hermanos que tenemos, judíos, que no se sienten bienvenidos o aceptados». Estamos en una generación que sufre por el exceso de egoísmo, el cual los esta llevando por el camino del odio, la separación, la exclusión y a la falta de credibilidad entre sus pares, lo cual implica ir por la vía del sufrimiento.
    Los Objetivos y Metas deberían ser claros y apuntar a una apertura paulatina que fomente esta rica cultura religiosa de forma más abierta, e integre a muchos otros Judíos que son descendientes sin saberlo; al final en gran medida la mayor parte de la población del Mundo proviene de una cimiente Judía,lo cual debería motivar una apertura y nuevos proyectos de integración a vuestras Comunidades.

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