Las adicciones como falsa solución a las demandas de un mundo amenazador.

por ALEXANDER MINOND, Est. Psicología, U. Del Desarrollo. Ex Presidente Consejo Juvenil Sionista de Chile. Madrij de El Diario Judío.

A veces las exigencias del mundo actual nos hacen querer simplemente parar todo, “paren el mundo que me quiero bajar”. La constante preocupación por hacer todo perfecto, estar al día con las cuentas, la moda, los estudios, los estándares que nos exige la sociedad, entre un sin fin de otras cosas, nos lleva a cansarnos de la rutina y las demandas para estar “al día”, terminando así con un buen y fuerte grito de “BASTA”.

La desesperación por parar y salir de este círculo que parece interminable da paso a diversas formas para bajar el “estrés”, donde paradójicamente es esta misma enfermedad la que nos da la cura. Es todo un círculo vicioso donde el mismo sistema es el que nos hace mal y bien al mismo tiempo, o en realidad creemos que nos hace bien.

Cuando ya no podemos seguir más, no tenemos más energía y sentimos que el sistema nos ganó, aparecen pequeñas “soluciones” que parecen arreglarnos, pero que a veces no nos damos cuenta de que nos hacen más daño. Así, poco a poco recurrimos a éstas cuando no aguantamos siquiera un solo minuto más. Multivitamínicos, bebidas energéticas, antidepresivos, ansiolíticos, alcohol, cigarrillos y otras drogas entran en juego para darnos una sensación de alivio y placer, al parecer siendo la solución a todos los problemas, pero que no tienen claros en su envase los efectos adversos.

“Hay una pastilla para aguantar más despierto y rendir mejor”, “Toma Coca-Cola para la felicidad”, “Nada mejor que un buen trago para aliviar el estrés”, “Fúmate un puchito y te vas a sentir mejor”, “Con un jale vas a rendir a full”, entre otras, son algunas frases que suenan por ahí buscando aliviar nuestro agotador pasar por la sociedad moderna. Éstas parecen soluciones a nuestros problemas, dándonos gran placer y alienándonos de nuestra visión dramática y poco alentadora de ser un individuo en esta sociedad demandante. Pero poco a poco vamos recurriendo más y más a estos parches, necesitando siempre un extra a nuestra dosis para lograr tranquilizarnos o poder dar lo “mejor” de nosotros.

Sin embargo, lo que no entendemos es que de esta manera simplemente pasamos de ser esclavos de un elemento de la sociedad a otro, y no nos liberamos como creemos que lo hacemos, sino que incluso a veces caemos en algo peor, destruyéndonos para poder servir de mejor manera como individuos, esposos, estudiantes, trabajadores, hijos, etc. Frente a todos nuestros jefes y personas que nos fiscalizan diciendo si somos adecuados o no.

Las drogas, pastillas, cigarros o alcohol parecieran ser el superhéroe que nos salva de la cotidianeidad y la esclavitud, recayendo en la confianza en que éstas nos van a llevar a la salvación y la libertad absoluta, por lo menos una libertad mental que otorga la sensación de alivio que éstas proveen. A pesar de esta sensación eufórica de tranquilidad o eficiencia, realmente no escapamos ni nos aliviamos de nada, por el contrario, seguimos siendo esclavos de lo mismo que pensamos estar escapando. Son las mismas instituciones, organizaciones y empresas de las que queremos escapar las que controlan y nos proponen estas maravillas placenteras, siendo así parte de este mismo sistema, sirviendo y contribuyendo a que este se mantenga. Nos volvemos adictos al sistema con la ilusión de escapar de éste, siendo a la vez fugitivos y esclavos de lo mismo.

Las adicciones son una de las formas en las que se manifiesta el sometimiento a las falencias de la sociedad moderna. Adicciones a las compras, juego, drogas, entre otras, son creadas por nosotros mismos, comenzando por un corte en la rutina, pero que poco a poco nos van llevando a otra rutina, mucho más engañosa y destructiva, y es la misma sociedad la que nos compra con estos elementos, “si no trabajamos para uno, trabajaremos para otro”, o si no podemos rendir el máximo, nos harán hacerlo, siendo la adicción la mejor forma de que el sistema gane más y más y se mantenga “estable”, claramente estable para beneficio de unos pocos.

La única solución real a las adversidades y demandas de la sociedad moderna es enfrentarlas y luchar por cambiarlas. Si peleamos por cambiar el funcionamiento y derrocar a los “gerentes generales” del mundo, modificando la dinámica de producción y de vida en sociedad, no necesitaremos de excesos y sustancias para poder rendir mejor o escapar de la “realidad”, y seremos realmente libres y nosotros mismos para nuestra beneficio personal y en pos de una sociedad mejor.

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