Construyendo micro-historias: el significado de la acción humana en la historia.

por VALERIA NAVARRO-ROSENBLATT. Historiadora, U. Católica. Est. Doctorado en Historia Latinoamericana y Judía en U. de Wisconsin – Madison, EE.UU.

Gliklbat Judah, una mujer que vivió en Hamburgo en 1650; rabbi Binyamin, un sionista alemán que creía en el pan sionismo, y Gabriela Lotersztain, una joven argentina que entrevistó gente. Tres nombres, tres historias. ¿Por qué los historiadores buscarían hacer “Historia” con personajes “oscuros” o “poco conocidos”?, o incluso como he escuchado alguna vez “con personas poco relevantes para la realidad chilena actual”.

Se trata de comentarios que desconocen que el dominio la historia no son sólo las mega-estructura, la larga duración o la sociedad vista como organización; la historia es también el estudio del ser humano, a veces del individuo, incluso del episodio. Aquello se conoce como micro-historia, es decir; la que recoge el valor particular de reconocer la vida, pensamiento y acciones de todo ser humano como relevante para el entramado socio cultural, económico y político del cual es parte.

La vida de Gliklbat Judah Leib, una mujer judía nacida en Hamburgo en 1646[1] sería totalmente desconocida si no fuese porque tomó para si la poco usual tarea de escribir sus memorias sin intención de publicarlas. Pero nada en el texto de Glikl es convencional. De partida su autora fue de una mujer, judía y comerciante testigo de una época turbulenta y poco amable para el sexo femenino. Su intensión al combinar su biografía, memorias y fábulas populares en un solo relato fue construir una historia útil para sus hijos. Tanto el estilo narrativo como su intensión son una innovación radical para la época. Asimismo lo sería su publicación en forma de libro por la judería alemana ilustrada, casi dos siglos después, en 1896.

¿Pero de qué nos sirven unas memorias en yiddish de una madre judía? De partida, para comprender por qué somos como somos. Los acontecimientos que narra Glikl reconstruyen la vida judía en las ciudades centroeuropeas. La relación entre judíos y cristianos, las costumbres de matrimonio y crianza en los reinos alemanes, la configuración del comercio, y la participación tanto de hombres como de mujeres judíos en él. Más aún, se trata de una joya testimonial que retrata la situación de mujeres jóvenes que quedan viudas; las vicisitudes con sus altos y bajos de la política; los afanes de los judencort “judíos de las cortes” y cómo su trabajo afectaba a toda la familia. Pero quizás uno de los elementos más bellos y novedoso que muestra Glikl es la perspectiva de la construcción humana de las redes comerciales. Para aquella mujer judía del siglo xvii, ellas se basan en la confianza entre los miembros de la familia y también, en la entrega a Dios. Es decir, la fe de que a pesar de las separaciones o los problemas, todo saldrá bien.[2]

El análisis que nos presenta Natalie Zemon Davis sobre la vida de Glikl y la construcción conjunta de su entorno se complementa al situarla en relación a dos mujeres de su misma época. Marie de L’Incarnation, una monja cristiana que fue de las primeras misioneras en Montreal (hoy Canadá, llegó en 1640) y Maria Sybilla Merian, pintora y naturalista que retrató los insectos de Surinam en 1699. Las tres tuvieron experiencias únicas en relación a sus posibilidades de desarrollo personal y laboral, conocieron los márgenes de las sociedades a las que pertenecían, se relacionaron con culturas distintas a las suyas, fueron parte de movimientos religiosos, experimentaron la discriminación y menoscabos por ser mujeres. En palabras de Davis, estas tres mujeres reflejan una época con todos los matices y texturas de la vida humana, “los azares de las plagas, los dolores de la enfermedad y la muerte temprana de parientes – todos estos afectaron la suerte de dichas mujeres. Las tres conocieron los centros urbanos y las publicaciones impresas. Las tres experimentaron estructuras jerárquicas que imponían una presión adicional sobre la mujer e integraron movimientos espirituales que prometían un mejor futuro”. (203)

A pesar de las obvias diferencias dadas por el patrón y expectativa religiosa y cultural para cada una, la vida de estas mujeres tuvo algunas similitudes. Tanto Marie de L’incarnation como Maria Sybilla Merian tuvieron la posibilidad de viajar para encontrar a quienes consideraban como “distintos” y desde su propia movilidad privilegiada, pero también limitada por ser mujeres de su época, pudieron conocer diversas experiencias culturales. El caso de Glikl es distinto, pues a lo anterior se debe agregar su condición judía, una situación que la ubicaba en la posición de “distinta” y “extranjera” en el mismo lugar donde había nacido. La experiencia de vivir con lo “diferente” que vivenciaron sus contemporáneas por medio del viaje y aventura, fue parte de la vida de Glick, desde su nacimiento.

Con micro historia también se puede hacer historia política, por ejemplo revisitar la del movimiento sionista. En el libro “Zionism and the roads non taken”[3], su autor Noam Pianko presenta tres casos de pensadores y políticos de principios y mediados del siglo veinte: el historiador Simon Rawidowicz, el filósofo religioso Mordechai Kaplan y el politólogo Hans Kohn. Los tres propusieron interpretaciones del sionismo que se alejaban de su asociación con la soberanía nacional. La intensión era mejorar la capacidad del movimiento ante posibles desafíos que se perfilaban en proceso de erigir un estado-nación judío en las décadas de 1930 y 1940.  Pianko por ejemplo, enfatiza que dentro del sionismo inicial se encuentra una noción de hebraísmo global, de civilización nacional y humanismo cultural que desafía la concepción estatal del movimiento.

Una propuesta similar es explicada por Hanan Harif en la persona de Yehoshu´a Radler Feldmann (1880-1957), también conocido como Rabbi Binyamin,[4] quien advocaba por un tipo de sionismo radicalmente distinto. Su principal idea era la de “pan-Semitismo”, una noción que postula “la restauración de las tierras bíblicas esta unida a un revivir cultural y religioso conjunto de árabes y judíos”. Un claro llamado a una fraternidad árabe-judía en todo el Medio Oriente desde el corazón del movimiento sionista. Para Binyamin, el único sionismo viable está sustentado en la reconexión física, geográfica, mental y espiritual entre los judíos, el Este semítico y sus habitantes. Fue desde esta conexión y relación desde donde Rabbi Binyamin vio al sionismo como parte del desarrollo, prosperidad y promoción del Este en una suerte de unidad pan-Semítica.

Otra característica de esta propuesta, que desde el presente parece bastante inusual, era la respuesta a los dilemas espirituales de principios de siglo veinte, es decir, entregar una promesa para superar los múltiples niveles de alienación de los judíos europeos hacia el judaísmo, hacia su identidad semítica, y a su ambiente cultural y físico. Por lo tanto, las ideas de Rabbi Binyamin eran una respuesta a la desconexión e incertidumbre que los judíos y la humanidad sentían en relación a su realidad. A pesar de las pocas líneas directas del pan-Semitismo de Rabbi Binyamin, sus ideas todavía resuenan cuando aparecen en la política israelí las propuestas por un estado bi-nacional.

Finalmente, un caso radicalmente distinto es el de Gabriela Lotersztain (1970-2006).[5] Ella fue una joven periodista argentina que decidió en 1996 escribir sobre la situación de los detenidos desaparecidos judíos durante la dictadura militar en su país (1976-1983). “Decidí escribir este libro el 24 de marzo de 1996. Se cumplían veinte años del golpe de Estado y fui con mi familia a la Plaza de Mayo donde a lo largo del día y de la noche miles de personas se habían congregado a repudiar los crimines de la dictadura militar (…) mi padre y yo comenzamos a hablar de los judíos desaparecidos.” Ella explica cómo, siendo estudiante del Instituto Hebreo Rambam , no había tenido información sobre lo que sucedía en Argentina con otros judíos, “en los cinco años que pasé allí nunca escuché la menor alusión a los desaparecidos judíos”(17).

Fue ese silencio en el espacio judío sobre la situación de sus correligionarios durante un período de profunda división social, temor y terror en Argentina, lo que la llevó a investigar por casi diez años y realizar más de doscientas entrevistas[6] para reunir el material necesario para descubrir cuál fue la situación de “los Judíos bajo el Terror: Argentina 1976-1983”. Su  libro resultó ser una contribución a la discusión acerca de las actitudes de la sociedad argentina frente a la represión militar y a la recuperación de la memoria histórica (18).

Entre el testimonio y la crónica periodística, el libro de Gabriela Lotersztain nos recuerda los distintos niveles de la situación histórica vivida en Argentina durante la ultima dictadura, como por ejemplo el comportamiento de los rabinos y del resto de la comunidad organizada, y también la formación de instituciones inéditas dentro de la propia comunidad judía, diseñadas para enfrentar lo que luego se llamó “el trato especial” a judíos (una represión dirigida especialmente a la población judía, sin que estuviesen involucrados en política), o la actividad de las organizaciones judías internacionales, incluyendo el celebre caso del periodista Jaboco Timmerman.

A pesar que el libro de Gabriela Lotersztain no es uno de los primeros estudios sobre la suerte de los judíos argentinos en el período, sí se trata de un trabajo de larga envergadura que propone una mirada múltiple y que abre al lector una miríada de vistas sobre que ocurrió. Si se prefiere, micro historias judías de discriminación, del sufrimiento especial que debían soportar los judíos en el período, al cual se sumaba el silencio de quienes debían prestar solidaridad con ellos. El trabajo de Lotersztain es tal como ella se lo propuso: “[un] humilde homenaje a una idea omnipresente en la historia judía: la búsqueda de justicia”. Es una contribución tanto a la recuperación de testimonios que quizás hoy, seis años después de finalizada su investigación, sean imposibles de recuperar, así como por presentar de forma valiente tanto frente a la comunidad judía como a la sociedad Argentina lo que sucedió.

Pero hacer historia, cuando ella es verdadera en ocasiones tiene su precio. Para Gabriela, esta investigación y las consecuencias personales que significaron para ella el peso de llevar consigo la tristeza y sufrimiento del testigo empático del episodio más catastrófico de la historia argentina contemporánea, es también un elemento fundamental en cómo se construye la historia de la comunidad judía de Argentina.

Más allá de las cronologías y efemérides, la historia también son sueños. Suelo decirles a mis estudiantes que vivimos en un mundo construido por sueños, los de quienes nos precedieron y moldearon nuestro presente. Esto es parte de como se puede entender que las decisiones y acciones que se toman, a nivel personal y colectivo, tienen influencias subterráneas: en sus propias vidas, en su grupo de amigos, en la comunidad y sociedad en la que viven, etc. Pero la historia también nos demuestra, al descifrar y hacer comprensible la experiencia humana, que el mundo de hoy también se basa en las pesadillas, dolores y sufrimientos de quienes no soñaron, de quienes perdieron sus sueños o los vieron destrozados. La conexión de ambos se convierte en el mundo en que vivimos. Un geist en que los deseos e ilusiones se confrontan con, e incluso se pueden transformar en, los temores de todos.

La disciplina de la historia, parte tanto de las humanidades como de las ciencias sociales, nos demuestra que es la acción e inacción humana lo que crea los eventos de la historia. Individuos como Gliklbat Judah Leib, Rabbi Binyamin o Gabriela Lotersztain, son personas que soñaron y temieron, y a través de las acciones que tomaron, de proyectos que pensaron para sus familias, comunidades y sociedades. Los tres contribuyeron de alguna u otra forma a construir el mundo que hoy tenemos y entendemos.


[1] Utilizo la explicación y análisis que Natalie Zemon Davis realiza sobre Glikl en su libro WomenOnTheMargins. ThreeSeventeenth Century Lives, Cap. 1.

[2] La familia de Gilkl se esparció por los principales centros europeos de la época, creando así una red de largo alcance de contactos y confianzas. Algunos de los lugares en que sus hijos se situaron eran: Londres, Hamburgo, Hannover, Amsterdam, Metz (en la frontera entre Francia y los reinos alemanes), Berlin, Copenhagen, Bamberg, Baiersdorf.

[3]Noam Pianko.Zionism and the Roads Not Taken: Rawidowicz, Kaplan, Kohn. Bloomington: Indiana University Press, 2010

[4]ArieDubnov&HananHarif, “Zionisms: Roads not Taken on the Journey to the Jewish State”  http://www.maarav.org.il/english/2012/04/zionisms-roads-not-taken-on-the-journey-to-the-jewish-state-arie-dubnov-hanan-harif/

[5]Gabriela Lotersztain, Los Judíos Bajo el Terror. Argentina 1976-1983, Buenos Aires,  Editorial Ejercer la memoria, 2008.

[6] De acuerdo a la introducción, Loterstain entrevistó a “ex detenidos y desaparecidos, familiares, amigos, miembros de la dirigencia judía local, funcionarios y ex funcionarios del Estado de Israel” (19).

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