¿No seremos nosotros los antisociales?

por MIJAEL STRAUSS, Est. Derecho, U. de Chile.

 

Esta columna no se trata del tema interesante, apasionante y manoseadísimo del judío como un ente «antisocial», absorto en sí mismo y en su judería, a pesar de que seamos varios tratando de cambiarlo sin tanto éxito. Me refiero al antisocial como figura mediática-política-judicial: El Criminal.

Una definición del término sociedad debería ubicar al ser denominado «antisocial» como dentro del antónimo del mismo término.

Wordreference -mi autoimpuesto nuevo Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española- define sociedad como un conjunto de personas que conviven y se relacionan dentro de un mismo espacio y ámbito cultural. Término un poco vago, pero que nos muestra lo necesario para entender dicho concepto.

Hemos de saber a estas alturas que el ser humano es una especie animal bastante compleja, ya sea porque piensa o ya sea porque no lo hace.   Dentro de la inmensa gama de tipos de seres humanos, podemos apreciar la existencia de diversos espacios y ámbitos culturales que nos dictan cánones de conductas de lo más variados: desde sociedades donde la mutilación es parte inherente de la misma, hasta sociedades donde no se come carne.

En este vasto universo SIEMPRE van a haber sujetos dispuestos a hacer temblar el sistema en que se encuentren, ya sea por motivos legítimos (hambre), ilegítimos (crueldad) o discutibles (necesidad de drogas para personas adictas).

¿Es realmente un antisocial aquel ser que se escapa de la norma? Los reprochados, los castigados, los ladrones, los crueles, los drogadictos, etc. referirnos a ellos como antisociales es una paradoja que pone en marcha un círculo vicioso.

Claramente es la sociedad la que entrega el marco para que un individuo determinado se salga de la norma, y aunque sea por opción de él mismo, con plena conciencia e incluso sabiendo el daño que causará, el individuo sigue siendo parte de la sociedad. El conjunto de personas que conviven y se relacionan dentro de un mismo espacio y ámbito cultural debe, por antonomasia y definición, dar cabida para que operen sujetos que pongan en jaque a la sociedad (siendo sumamente grave).

Es la paradoja: No se puede destruir el sistema desde adentro y realmente no existe algo fuera del sistema.  Esto ocurre por el hecho de que el sistema social -la sociedad- es todo, somos todos lo queramos o no. Por otra parte, el sujeto que delinque es tildado de antisocial, de inmediato el cartel queda ahí y se genera el círculo vicioso.

La persecución al antisocial siempre va a estar rodeada de un ánimo justiciero que es totalmente ilusorio.  Se perseguirá al sujeto antisocial con ahínco porque la sociedad no puede ni debe permitir que individuos la hagan temblar.

¿No seremos nosotros quienes caemos en la paradoja de ser antisociales por atribuirnos la facultad de determinar quién puede o no ser parte de esta sociedad?  El término antisocial es demasiado fuerte y profundo como para aplicarlo en el día a día.

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