Pobreza y Esclavitud en América Latina

por FELIPE LACS SICHEL, Est. Economía, U. Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil. Pehil  Hashomer Hatzair Rio.

 

Estamos en época de pessaj, una época que nos invita a pensar sobre la libertad, la responsabilidad que ella conlleva y la formación de las naciones libres. A la vez, vivimos en épocas de profundas incertidumbres sobre el futuro de las naciones latino-americanas. Nuestro rol a nivel económico mundial, nuestra capacidad de desarrollar nuestra sociedad y promover, de acuerdo a nuestra creciente relevancia en el mundo, el avance de la humanidad y de los derechos humanos.

El seder de pessaj tiene una frase emblemática: “este año somos esclavos, el próximo año seremos libres.” Es un apelo a la esperanza de un futuro mejor. Me pregunto en esos días cual será nuestro futuro, como países latino-americanos. Si seguiremos siendo esclavos y teniendo esclavos, o si estaremos más cercanos a la libertad.

Nuestra región tiene paradigmas muy peculiares a nivel socioeconómico. Optamos muchas veces por el crecimiento rápido, desmedido y sin echar un vistazo al futuro. A la vez, no tenemos en cuenta nuestros reales tesoros, la situación de las poblaciones y la concepción de unidad hacia los grandes y dramáticos cambios que se necesitan tan urgentemente para promocionar el bienestar.

Parece una película demasiado común en nuestros tiempos: un presidente popular llega al poder de forma democrática y trata, sin ninguna concepción de destino común de la sociedad, hacer grandes cambios en la estructura nacional. ¿Qué sucede? Inestabilidad social y desequilibrio económico, una combinación que en otras épocas llevo a catástrofes enormes. Aparte, quedamos en una batalla de opinión, donde conceptos equivocados y utilizados de forma liviana conducen a banalización y fomentan la polarización.

Más allá de utopías, lo necesario en nuestro rincón es clareza y consenso. Si bien los modelos adoptados en países como Venezuela y Argentina llevan a resultados poco esperanzadores, no se puede decir que el modelo brasileño, con su crecimiento del producto interno de solamente 0,9% en 2012, sea una solución. Tampoco parece que el modelo neoliberal tiene mucho por agregar, ya que su éxito se basa en una creciente distribución desproporcional de los recursos.

Estamos en una época de cambio, donde los objetivos que motivan las naciones deben ser claros. El desarrollo del Mercosud, al igual que el desarrollo de economías nacionales fuertes, capaces de competir con los otros bloques mundiales y los grandes emergentes, debe ser acompañado por programas de desarrollo social que busquen, efectivamente, disminuir la pobreza, parte de las desigualdades y subir la calidad de vida. Eso se hace a través de una sociedad unida, que no surge de la simple exclusión de una clase de su centro. No se puede sacar las clases altas ni las clases bajas de la sociedad. Son parte y partícipes en un proceso de evolución.

Este año somos esclavos. Esclavos de intereses políticos propios, del populismo de un lado y del dinero del otro. ¿En qué parte de esta caminata estaremos en el próximo pessaj?

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