Covid-19: el ambientalista radical encubierto

por NICO BEHAR, Constructor Civil, PU. Católica de Chile. M.A. en Conservación y Educación Ambiental, U. Edimburgo. CEO Recylink.
 
Con más de tres semanas trabajando desde mi casa, mi ritmo de vida ha cambiado completamente. Pasé de semanas frenéticas corriendo entre reuniones constantes, trabajo intenso, dar clases en la universidad y vida social “presencial” a una vida en casa mucho más calma, que para ser honesto, no tenía hace mucho tiempo y lo agradezco. Por otro lado, amigos con hijos han tenido que adaptarse a trabajar desde casa con sus niños, haciendo malabares para lograr estar conectado desde su respectivo home office. Teniendo todos circunstancias distintas, tenemos en común las dificultades de tener una vida puertas adentro.
Sin embargo, este encierro obligado por el coronavirus también nos ha entregado un período que abre las puertas a la reflexión personal. Este cambio radical en nuestras vidas, nos presenta dos opciones, cerrarnos y esperar que pase pronto o abrirnos a reflexionar y salir como una mejor persona. Este nuevo estatus también nos obliga a adaptarnos a nuevas formas de hacer las cosas en conjunto, llevando consigo cambios en el funcionamiento como sociedad, subiendo estas reflexiones personales a un nivel de reflexión colectiva.
Hoy prácticamente todos los sectores productivos están afectados y ya se habla una recesión económica global peor que la de 2008-2009. Este freno obligado, por otra parte, le ha dado un tiempo a nuestro planeta para que se pueda recuperar, algo muy difícil de prever cuando todo esto comenzó a fines de 2019 en Wuhan. Para poner este respiro en cifras, sólo durante el primer mes de cuarentena en China, este disminuyo sus emisiones contaminantes al medio ambiente en un 25%, siendo el equivalente a la disminución del 6% de las emisiones mundiales.
Como resultados de esta disminución, se han salvado miles de personas en el mundo, un estudio de la Universidad Stanford indicó que muchas más vidas se han salvado debido a la diminución de la contaminación a nivel mundial durante la crisis del coronavirus, que las causadas por la misma epidemia. Este estudio, considerando cifras conservadoras, indica que la disminución de contaminación al menos ha salvado 20 personas por cada una que ha fallecido debido al coronavirus.
Todos acordamos que el Covid-19 ha desatado una tragedia global terrible que está tomando a su paso miles de vidas todos los días alrededor del mundo, y es considerado por muchos como la mayor crisis humanitaria que hemos vivido en los últimos tiempos.  Sin menospreciar el daño que está haciendo este virus, quiero poner en perspectiva su magnitud en comparación con la crisis climática, la cual es causante de más de 7 millones de muertes al año, todos los años, no sólo en 2020, y nunca ha desencadenado un paro mundial como el que estamos viviendo ahora.
Sin duda, estas cifras son fuertes y reveladoras, y al comparar los impactos en vidas entre el coronavirus y la contaminación ambiental, surgen muchas dudas de porque esta última no ha sido atendida hasta la fecha con la urgencia que merece. Ambas amenazas son invisibles, y es difícil crear conciencia sobre el daño que nos hace como humanidad, el coronavirus lo logró en un breve plazo, pero la crisis climática lleva años haciéndonos daño y aún no hay una respuesta contundente frente a ésta. Incluso hay un meme que circula en redes sociales, indicando que “el cambio climático tiene que contratar al publicista del coronavirus”.
Como este meme, en estos días hemos visto muchas imágenes del mundo, más calmo, limpio y con animales “invadiendo” ciudades.  Esta crisis nos ha mostrado una foto que todos soñamos ver en un futuro, un mundo utópico libre de contaminación, una realidad alternativa que es posible si es que todos la queremos.
Lo que está sucediendo nos sitúa en un momento disruptivo y clave de nuestra era, es el momento para dejar cosas atrás y tomar otras nuevas, desde una perspectiva ambientalista, esta crisis nos está dando la oportunidad de potenciar un paso hacia una renovación del modelo completo. Mostrándonos que, si logramos superar esta pandemia entre todos, también nos podemos poner de acuerdo para combatir la mayor de todas nuestras amenazas; la crisis climática. Como lo dijo el pensador norteamericano Noam Chomsky en una entrevista brindada a al diario digital El Mostrador hace pocos días: “Por terrible que sea la crisis del coronavirus, habrá recuperación. No habrá recuperación del calentamiento global si no se controla”.
Lo más probable es que luego de la crisis, las industrias abrirán nuevamente sus puertas y volverán a trabajar igual que antes, en un statu quo, volviendo al “business as usual”. En China, donde la cuarentena está terminando, ya está volviendo la actividad productiva y la contaminación de la mano de ésta; así al menos lo muestran nuevas imágenes satelitales de la Agencia Espacial Europea.
Como estos datos, el Covid-19 nos ha dado y nos seguirá dando información ambiental muy valiosa, para demostrar que el modelo económico actual es insostenible en el tiempo. Es cada vez más obvio que el desarrollo y el sistema económico actual no pueden coexistir con el medio ambiente, y hoy tenemos un nuevo argumento para darle urgencia a la lucha contra la crisis climática.
Antes del Covid-19, estábamos viviendo una época de cambios profundos tanto en Chile como en el mundo, y esto va a seguir después esta crisis también, por lo que el mejor legado que puede dejarnos esta pandemia es que nos abra los ojos, y así poder repensar entre todos el sistema completo.
El no actuar frente la crisis climática hoy con la urgencia que requiere es fallar a las futuras generaciones, lo que en lenguaje legal se denomina fallar por omisión, fallar por dejar de hacer algo. Actuemos hoy, y aprovechemos lo que hemos aprendido del coronavirus para acelerar la transición a un modelo económico global consciente y sustentable, que tenga como prioridad la vida y no el lucro sobre todas las cosas como ha sido hasta ahora.
 
Fuente: codexverde.cl Foto: National Geographic

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