El nuevo erotismo del kibutz

por RODRIGO AFRO REMENIK, Sociólogo, PU. Católica de Chile. MA en Historia de América Latina, U. de Tel Aviv. Ex-Sheliaj de la Agencia Judía para Hashomer Hatzair América Latina en Buenos Aires, Argentina.

Los fundadores de los primeros kibutzim querían con todas sus ansias construir una nueva sociedad basaba en la construcción de un “nuevo hombre”. Para que esto fuera posible, debía construirse un nuevo tipo de erotismo, la base de cualquier construcción social.

Según los primeros ideólogos del kibutz, existen dos tipos de erotismos, los cuales cumplen funciones diferentes.

  1. El erotismo sexual pequeño burgués relaciona al hombre con el tiempo: a) a través de los instintos, el hombre y la mujer se conectan con su pasado prehistórico; b) a través de la procreación el hombre y la mujer se conectan con el futuro infinito de su prole.

Para A.D. Gordon, las viejas relaciones matrimoniales entre hombre y mujer eran producto de la adaptación que los judíos habían tenido que realizar en la diáspora, y eran la principal causa de una serie de efectos físicos y psicológicos, como nerviosismo, miopía, caída de los dientes y calvicie. Esto exigía una nueva forma de relaciones matrimoniales basadas en la «naturalidad».

Instintos y procreación dentro de la familia son el paralelo de tradición y transmisión dentro de la religión. Ambas instituciones, familia y religión, deben ser sustituidas por nuevos modelos de convivencia, que respondan a las nuevas necesidades.

El poeta Tzvi Shatz lo expresa así: «La familia está colapsada y la religión agonizando, pero los valores eternos de la vida sobrevivirán; sólo hay que cambiar su forma, ya que la necesidad de un entorno familiar es profunda y orgánica, y la relación religiosa con la vida y la naturaleza sólo aumentarán con nuestro regreso a la tierra y la naturaleza; este es nuestro verdadero Mesías de la vida cotidiana”.
De hecho, para estos ideólogos una nueva familia sobre la base de una nueva religión, será erigida por los trabajadores en su propio país. La familia resurgirá no sobre la base de las relaciones de sangre, sino sobre la base de la intimidad espiritual, bajo la forma de pequeñas y modestas kvutzot de trabajo.»

Es así, que una nueva forma de relación debe ser la base de la sociedad: el eros kibutziano.

  1. A diferencia del antiguo erotismo que conectan al hombre con la dimensión temporal,  el nuevo erotismo kibutziano conecta al hombre con la dimensión espacio. Esta conexión se realiza de dos formas : a) a través del trabajo agrícola comunitario, el hombre y la mujer se conectan con toda la tierra. b) a través de la amistad al interior de la kvutza, el hombre y la mujer se conectan con toda la sociedad.

Esta conexión del hombre con la tierra y el trabajo es posible observar en el poema “Trabajo” (Amal) en que Abraham Shlonsky hace una adaptación de la bíblica Cantar de los Cantares (Shir Hashirim) para enfatizar esta relación sexual entre el kibutznik y el trabajo y la tierra. El trabajador juega el papel de amante, mientras que la tierra juega el rol de amada. Esta metáfora repite la antigua relación entre D”s y el pueblo de Israel.

Vísteme, piadosa madre, en un abrigo glorioso de muchos colores,

Y con el amanecer llévame a la labor.

Mi país se envuelve a sí mismo en luz como un talit.

Las casas se irguieron como filacterias

Y como correas de filacterias, las rutas que las palmeras han pavimentado bajan.

Rezo matinal reza aquí la plaza a su creador

Y entre los creadores,

Está tu hijo, Abraham

Un escritor de himnos–pavimentador de caminos en Israel

Y por la tarde, entre la penumbra, se sentó un padre de su esfuerzo

Y como un rezo, susurrara con satisfacción:

Mi hijo querido Abraham;

Piel y venas y huesos.

Halleluya!

Vísteme, piadosa madre, en un abrigo glorioso de muchos colores,

Y con el amanecer llévame a la labor.

Por otra parte, la relación de íntima amistad al interior del kibutz eran la otra forma en que el nuevo erotismo conectaba al hombre y a la mujer con la dimensión espacial, ya que esta conexión permitía una relación verdadera, desalienada, con los otros, y así con la sociedad entera.

¿Pero podría este nuevo erotismo ser tan poderoso como el erotismo sexual? Las respuestas a esta pregunta eran variadas, pero si es que realmente se quería construir una nueva forma de relación entre los hombres, era imprescindible fortalecerlo.

En este sentido, Benjamin Dror, uno de los fundadores de Betania Elit, llega a la conclusión que la abolición de la propiedad privada en la vida comunal implica necesariamente la abolición de las relaciones eróticas privadas.

Si el erotismo sexual estaba basado en la coquetería, este nuevo erotismo debía estar basado en la brutalidad. Si el viejo erotismo estaba basado en ocultar lo que se quiere mostrar, el erotismo kibutziano debía mostrar lo que se quiere ocultar.

Shafra:            Nosotros tenemos que volver a ser niños. Los niños no saben los nombres. Un niño toca una mesa y no sabe que es una mesa: es un pedazo de madera. Incluso no es madera, sino que material áspero. Certezas. El toca a su madre: no es su madre y no su carne. El contacto. La realidad. El calor que se pasa de carne a carne, un beso que corre de labio en labio. Cúpula que se siembra de cuerpo a cuerpo, de penumbra en penumbra. Tenemos que olvidar las palabras.

Efraim:            Tendremos tierra. Un pueblo, como los pueblos en Shatair. Con un campo verde y florido. Plantaciones de manzanas y nueces. Y trabajaremos.

Naftali:            En la mañana ensillaremos los toros para el arado. Y en la tarde nos reuniremos bajo un árbol. Las chicas cocinarán repollo con salchichas y jamón, vino tinto y queso. Plantaremos una viña de uvas negras con sabor a sol y cal. Y los comerciantes de Iafo y de Jerusalem vendrán a comprar nuestro vino…

Efraim:            A la tarde, después del trabajo nos bañaremos, vestiremos ropas sencillas, saldremos a mirar la puesta de sol. Sobre la mesa tenderemos un banquete de pan y agua, y nos sentaremos y callaremos.

Moshe:            ¿Porque tú siempre quieres que callemos?

Naftali:            Las palabras son solo un medio de comunicación, la verdadera comunicación es la mirada.

Miriam:           Exacto.

Este diálogo reflejan lo que estos jóvenes sentían y pensaban, sentimientos tan llenos de contradicciones y tan lejos de las grandes ideologías. Este texto fue extraído de “La noche del 20” una obra de teatro escrita por Yoshua Sobol en 1990, basada en el diario de vida común, escrito por los jóvenes de Betania Elit, mientras esperaban la autorización para ir a apropiarse del terreno que se les había asignado para fundar uno de los primeros kibutzim.

Es así que el kibutz no solo era considerado una nueva forma de sociedad, sino que más importante aún, una nueva forma de relación entre las personas. Y en esta época freudiana por excelencia, cuando se habla de relación se habla de relación sexual. Es así que el kibutz es una nueva forma de relación sexual, una nueva forma de erotismo, una nueva forma de relacionarse con el cuerpo. Así lo describen estos jóvenes en su diario de vida comunitario llamado «kehilatenu» (nuestra comunidad):

«Cada una de estas parejas no se encerró en su esquina solitaria. Cada individuo vive, en gran parte, la vida de toda la kvutza. El carácter del grupo y de las relaciones personales entre sus miembros había una concepción básica: La vida erótica individual es propiedad espiritual de toda la kvutza» (Kobetz Tarpab)

De esta forma, se quería construir una nueva sociedad en base a los valores de la sinceridad total: el desnudo. Esta sinceridad debería dar forma a una nueva forma de erotismo contrario al erotismo sexual pequeño burgués. En este sentido, el desnudo era la forma de combatir la alienación capitalista; la verdadera comunicación entre humanos libres de ataduras racionales, que logran expresar todos sus aspectos, es la única forma de liberarse de la enajenación que pretende para cada hombre y mujer el ascetismo liberal de comienzos de siglo XX.

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