¿Por qué no se optó por el cambio?

por KEVIN HES, Est. Derecho, PU. Católica.

 

¿Por qué si una gran parte de la ciudadanía pide a gritos un cambio, una alternativa audaz y diferente, esto pareciera no concretarse? La elección pasada contuvo la más diversa gama de posturas, colores y glamoures políticos, pero ¿qué hizo que una vez más la final se juegue entre las dos potencias?

A mi juicio, se mezclan una serie de factores que dieron paso al mismo resultado. Por un lado, el “pasado”: Todos tenemos un pasado, que nos marca en el presente y que puede llegar a definir nuestro futuro. Pero cuando hablamos del pasado en Política, éste cobra aún más valor, es un buen ataque para quien lo utiliza y resulta muy doloroso para quien trató de ocultarlo. Es así como el qué hiciste, qué no hiciste y qué dejaste de hacer persiguió a los candidatos presidenciales durante estas elecciones. ¿En concreto? A Claude vinieron a tocarle la puerta sus presuntas deudas, a Parisi, los alumnos y cotizaciones, a Miranda, las ideas revolucionarias con fondo pero sin forma, y en cuanto a MEO, su ligazón anterior a la Concertación de la cual nunca pudo desvincularse, partiendo por su padre.

Por otro lado, están aquellos a quienes el pasado no les afecta directamente en cuanto a términos políticos, sino que éste petrificó sus ideas. Resultan ser aquellos candidatos que representan un libro que algún día fuiste obligado a leer pero que no volverías a hacerlo, guardado entre muchos otros llenos de polvo. ¿Quiénes son? Israel y Jocelyn–Holt. Pero como en toda batalla, siempre uno tiene que vivir, y este fue Sfeir, quien según mi opinión no tiene ese pasado sombrío que ocultar, sino que encarna perfectamente la figura del crack profesional con su dosis alternativa. Empero, más que una campaña presidencial, fue una aproximación a tomar conciencia país.

En segundo lugar, surge aquello que llamamos “credibilidad”, o sea, realmente comprarse la pomada que nos están vendiendo, tener conocimiento de qué tan cierto es lo que me dicen y si esto será efectivamente materializable y cuantificable. Sin embargo, la credibilidad también tiene otra cara, la cual trata de si efectivamente la campaña de uno de estos siete candidatos se viralizará a tal punto de tener probabilidades de ganar. Es en este punto en que los siete aludidos fallaron. Algunos dirán que fue por falta de recursos, por censuras, pero al fin y al cabo fallaron. Esto resulta crucial para la elección de un determinado candidato, ya que nadie votará por uno que no presenta probabilidades reales de ganar, y si lo hace, pasa a ser un voto meramente simbólico (demostrando su descontento con el sistema y otro tipo de alusiones).

El knock–out para los out–siders fue finalmente “la falta de afluencia o concurrencia a votar”, especialmente de los jóvenes. Son los jóvenes quienes mayormente propagan el signo del cambio, eran ellos los destinatarios por excelencia de las campañas, alejados en gran medida de esta polarización propia de la Guerra Fría, Derecha–Izquierda.

Los candidatos no supieron levantarlos para ir a votar, no contaron con su apoyo, no propagaron la idea de cambio lo suficiente para generar mayor conciencia respecto de sus campañas. “La Bachelet ya ganó”, “¿para qué si igual todo va ser lo mismo?, “igual me tengo que levantar mañana a trabajar”. Dichas ideas no pudieron ser contrarrestadas por los out–siders, quienes no supieron convocar a capitalizar sus ideas en las urnas. El inconveniente estuvo en que se asumió que el partido estaba ganado antes de jugarlo, cuando realmente quienes deciden quién gana no acudieron a la cita.

Pero como toda historia, siempre tiene un final, feliz para algunos, triste para otros. La figura de Bachelet supo encantar al votante, pudo combinar los votos propios de la Izquierda junto con aquellos que le declararon la guerra durante su gobierno, el Movimiento Estudiantil, al más puro estilo “si no puedes contra ellos, úneteles”. Bachelet tuvo la maestría de combinar los votos propios de su sector con el grito revolucionario que tanto se pedía y que en cierta medida encarnaban los independientes, la idea de cambio, de desdibujar los esquemas establecidos. Fue ella a quien finalmente el pasado nunca le afectó, quien mostró más credibilidad, convicción, liderazgo en sus ideas y propuestas, y quien por lo demás se impuso categóricamente en las urnas.

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Un comentario

  1. interesante el articulo, salvo que dejo de analizar las otras opciónes: 1)quizas no es tan cierto que «la mayoría quiere un cambio» y 2) asumiendo que mucha gente quiere un cambio no es para nada claro que todos quieran el mismo cambio y peor aún es altamente posible la posibilidad de que existan objetivos contradictorios en su raiz.

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