¿Por qué conformarse O’higgins?
por IGAL ALBALA, Ingeniero Comercial, U. Adolfo Ibáñez.
A raíz de la participación en la Copa Libertadores del equipo rancagüino, resulta interesante analizar este conjunto que no ha dejado de sorprendernos en el último tiempo, teniendo una regularidad propia de una institución bien manejada y apoyada de manera fiel.
En los últimos años, O´higgins ha estado siempre dentro de la parte alta de la tabla, siendo muy comentado el buen funcionamiento que tiene el “conjunto de Berizzo”. Comenzando el año 2012, el Toto tomó el equipo luego de un 16vo lugar en el Clausura 2011. Cuando Berizzo asumió la banca rancagüina, fue vendido Sebastián Pinto, un jugador potente, rápido y pepero, que estaba muy por sobre el nivel del fútbol chileno en aquel entonces.
Es aquí donde queda en evidencia una debilidad que reina en el fútbol chileno (y sudamericano): la incapacidad de retener a los jugadores claves y convencerlos para piensen en el escudo, no así en el sueldo. Que sea la gloria de jugar para el equipo por amor a la camiseta y defenderlo en los grandes partidos de la mítica Libertadores, o la nueva “Mercosur” como lo es la Sudamericana. Es por eso que hoy vemos a O’higgins jugando contra Deportivo Cali, Lanús o Cerro Porteño, luchando para asegurar el resultado, pidiendo la hora o terminando con un empate injusto en el último minuto.
El gran karma de los equipos chilenos es no cerrar los partidos a tiempo. Aunque a nivel internacional se nota aún más por la presión que conlleva, en el torneo nacional también se observan esas flaquezas, que si bien se pueden esconder con triunfos poco convincentes, tres puntos son tres puntos. El tema es que la presencia de un 9 de peso, experimentado y con hambre de gol, ayudaría a palear ese mal que nos hace empatar o perder partidos en los últimos minutos. Ejemplos dolorosos sobran y en nuestra retina se encuentran partidos como contra Austria en el ’98 o el 2-1 de Camerún en Sídney 2000.
Volvamos a O’higgins. El Seba Pinto con la 19 en el Clausura 2011 y ahora Calandria con la 9. ¿Qué dicen los números? La estadística deja al descubierto lo que la intuición plantea. En la actualidad, Pablo Calandria está en el mejor momento de su carrera con 32 años, promediando 0,69 goles por partido durante 1 año y medio en O’higgins, cifra ampliamente superada por Sebastián Pinto, con un promedio de 0,93 goles por partido en 6 meses, jugando en el equipo de Rancagua. Si queremos comparar bajo el mismo período de tiempo, Calandria se ve aún más perjudicado, ya que en sus primeros 6 meses en O’higgins, convirtió 9 goles en 19 partidos, eso es 0,47 goles por partido.
Vamos ahora a los resultados. En la actual Libertadores, O’higgins cosechó en su primer partido un auspicioso empate a cero contra Lanús de visita. Posteriormente, vendría la única victoria ante Deportivo Cali, con un golazo de Yerson Opazo en el minuto 83 para terminar replegándose y pidiendo la hora. Luego, de local contra Cerro Porteño confirma la teoría del 2-0 como resultado peligroso y termina empatando 2-2. El partido en Asunción terminó en derrota por 2-1 con O’higgins, dominando la cantidad de ocasiones de gol. Después de la caída, vendría la visita a Cali, partido en el cual O’higgins nuevamente fue superior en ocasiones de gol (7 a 5), pero no así en el marcador, ya que nuevamente no puedo cerrar el partido, y cuando pedían la hora, recibieron un gol en el minuto 92, viéndose obligados a ganar o ganar a Lanús en el nuevo Estadio El Teniente para así clasificar.
El 8 de Abril, con 11.000 espectadores, se plasmó en la cancha y en las estadísticas: O’higgins tuvo 7 ocasiones de gol contra 0 de Lanús, y lo peor de todo, nada más y nada menos que Pablo Calandria desperdició un penal en el minuto 86 para terminar sellando un 0-0 que dejó fuera de competición a un equipo que, si bien en el papel dominó su grupo, en la cancha le faltó contundencia, frialdad y picardía.
Si consideramos que de nombre nos quedamos cortos, para qué hablar de números y resultados. A la vista de todos, los números hablan por sí solos: para este tipo de competiciones se necesita de un 9 goleador para asegurar y ganar los tres puntos que tanta falta le hicieron a O’higgins para clasificar, creer, y por qué no, soñar.