Hincha de Cartón

por SERGIO YULIS, Est. Ingeniería Comercial, U. de Chile.

 

Soy lo que se conoce como un “Hincha de Cartón”, el peor insulto que puede recibir uno en el ámbito futbolero, una expresión despectiva y cruel. Eso soy. No voy al estadio desde el 2008 en una goleada de la U a Melipilla, a la selección la vi una sola vez.

No es fácil disfrutar del deporte más hermoso del mundo acarreando este adjetivo como un gran peso, como la roca de Sísifo, como si se tuviera una marca en la frente.

Recuerdo incontables situaciones en las que he celebrado goles de mi equipo favorito y casi al instante llegan las miradas y comentarios peyorativos como si no mereciera estar feliz por la conquista.
La verdad es que me gusta el fútbol, me gusta harto, no veré todos los partidos pero trato de seguir lo más posible, me informo, no me sabré las estadísticas de cada maldito jugador en el último juego FIFA pero disfruto de este deporte y de mi equipo favorito cada vez que puedo, y más que nada, cada vez que quiero, desde hace años.

Deben ser varios en mi triste posición, podríamos formar un club en el que podamos ver partidos tranquilos, en la tele, con una cerveza helada en la mano, un pedazo de pizza en la otra, poder gritar un gol con la intensidad que cada uno quiera sin importar lo que piense el resto. Todo sin las “obligaciones” que impone el fanatismo. No habría que conocer el nombre, el rostro y el rendimiento de los últimos 10 partidos de cada jugador, no es necesario tener alguna camiseta y las burlas por la derrota de un rival serían como simples chistes, buena onda, el paraíso.

He leído varios textos de gente que trata de explicar el fanatismo por el fútbol y pese a que ninguna me ha logrado convencer, lo entiendo, lo comparto, yo también vi jugar al Arsenal 2003-2004 de los franceses, vi al Barcelona súper campeón y dejando gustos personales de lado, al Colo Colo tetracampeon y a la U del 2011. El fútbol es lo mejor del mundo o por lo menos en el podio junto a la música y al chocolate. Pero como todo fanatismo, no admite a los que no lo comparten en la misma medida y los rechaza con desprecio.

Me despierto todos los días y en vez de recitar el shemá, rezo porque me gustara ir al estadio, por ser el campeón mundial de FIFA jugando con la U, por tener todas las camisetas, por tener la energía de insultar al árbitro hasta quedar difónico, pero no hay caso (para que andamos con cosas, aun así no rezaría en la mañana, pero ese no es el punto). Cada vez suena mejor en mi cabeza la idea del club de los hinchas de cartón.

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