El anti-valor del amor eterno

por JOSE TOMAS HIRSCH, Est. de Derecho, U. de Chile.

 

Somos objeto de una realidad llena de cambios e incertidumbre. El internet, las redes sociales, la telefonía celular y la sociedad de consumo han hecho una realidad el cliché “la única constante es el cambio”, y pese a que parece ser que cada vez más las distancias se acortan, no ocurre así con la incertidumbre y escepticismo frente al futuro.

Una guerra civil al otro lado del mundo puede impactar cómo vivimos hoy, o más aún, cómo creemos que viviremos mañana, y con ello, nace cada cierto tiempo un ciclo masivo de especulación que más que afectar cómo estamos viviendo, nos hace mirar a futuro.

Sin embargo, en este mundo donde nada se detiene, una idea de antaño perdura como un resquicio de tiempos más simples: la idea del amor eterno. ¿Existe hoy el amor eterno? ¿Existe alguna utilidad o razón para que exista? ¿Es el amor eterno compatible con nuestro estilo de vida de sociedad de consumo y conectividad?

El consumo ha hecho de casi todo un producto desechable: cuando algo ya no sirve, es preferente botarlo en lugar de arreglarlo porque probablemente lo nuestro ya estaba desactualizado. También el avance en las comunicaciones y el mercado han hecho que todo sea más rápido, ágil y fácil, y por ende, nos acostumbramos a que al disponer de algo, podremos conseguir un reemplazo sin sufrir mayores perjuicios.

¿Qué pasa cuando aplicamos esto al amor de pareja? ¿Será que cuando ya no nos reporta placer, o cuando nos reporta más pérdidas que beneficios, podemos teóricamente disponer de él?

¿Será posible que la facilidad en la comunicación haga tan fácil establecer y terminar relaciones que no se hace necesario establecerlas a largo plazo? ¿Será posible que dadas estas facilidades para comunicarse y la cada vez creciente presencia de la sexualidad en los medios y en la cultura popular hagan que no se necesite una pareja para acceder a una vida sexual? ¿Que la sexualidad sea tan común en las publicidades de empresa, programas de tele, diarios, música, etc., que se pueda acceder a ella sin mucho esfuerzo y sin necesidad de una pareja más o menos estable?

Los valores y principios de nuestra sociedad entran en conflicto con los del amor en pareja, que necesita trabajo, paciencia, entendimiento y cooperación. Ante una crisis, ¿por qué perder tiempo y energía arreglando problemas si es más eficiente deshacerse de lo viejo y “comprar” algo nuevo?

El amor eterno es un “anti valor” que sorprendentemente persiste en cierto grado, tal vez porque aún necesitamos la ilusión de algo certero, algo que escape a la velocidad y los cambios de todo lo que nos rodea. Como el “Quijote”, que anhela la caballería en una época de bandidos y antihéroes, el amor persiste como una creencia de antaño, una verdadera antigüedad, cuya subsistencia, para bien o para mal, no está garantizada.

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