Dilemas de la nueva Educación en Chile
por BENJAMIN TELIAS, Est. Ingeniería en Información y Control de Gestión, U. de Chile.
Finalmente, luego de 8 duros años de premisas, marchas y paros, las propuestas del movimiento estudiantil están siendo escuchadas (o por lo menos, eso es lo que se espera, ya que una jugada estatal de sinónimos a lo “LOSE-LGE” nunca ha de descartarse). Pero viendo el escenario de manera positiva, y tratando de confiar en el gobierno, es innegable el avance que se ha tenido como movimiento, desde ver considerados nuestros ideales y consignas dentro de los debates nacionales, hasta poder divisar nuestras pancartas plasmadas en las próximas reformas, especialmente una muy típica, escrita por miles en sus diferentes atuendos y banderas: “EDUCACIÓN PÚBLICA, GRATUITA Y DE CALIDAD”.
El mensaje es claro, y desde el 2006, se viene gestando como nuestro objetivo principal, sintiendo en él su plena perfección: simple y concreto. Pero, desde el pasado martes 11 de marzo, cuando nuestra actual presidenta Michelle Bachellet asumió su cargo nuevamente, por una extraña razón comenzamos a dudar por primera vez de la simpleza de nuestra consigna, para luego dar paso con las cartas y diálogos con Eyzaguirre a revelar la complejidad del concepto y la dificultad que va a conllevar definir cuál será el camino a seguir para hacerla concreta.
A pesar de ser tan solo 3 los pilares a tocar (rol público, gratuidad y calidad), ya son muchos los intelectuales que opinan y elaboran teorías para tratar de dar solución al problema, obviamente, bajo sus diferentes y divergentes líneas. Si hay un consenso dentro del movimiento, es acabar con el lucro en la educación, a nivel universal y no tan solo público, ya que esto rompe con la línea ética de lo que nosotros entendemos como educación, y que ésta no se puede dar como un simple producto de mercado. Si bien éste es de los únicos consensos y no forma parte de nuestros pilares, sí es un agente importante a considerar a la hora de cambiar variables.
Dentro de los planes de la gratuidad, al fin se acabará con el endeudamiento del estudiantado, ya que nadie le quedara debiendo nada al Estado, y menos con tasa de interés. Acá la discusión va más por la forma de financiamiento de la institución (ya que están tanto las universidades como institutos técnicos), si es a la oferta o a la demanda, ya que si se financia a través de vouchers (demanda), las universidades no se están financiando como un proyecto en sí, sino que como simples agentes proveedores de conocimiento. Si bien la gran mayoría del movimiento estudiantil apelaba al financiamiento de la oferta, el gobierno ha dicho lo contrario por su gran dificultad.
El concepto de público también ha generado gran revuelo ya que ha puesto en discusión la definición de tal concepto, y qué universidades entran en esta categoría y cuáles no. Si bien se plantea reivindicar el rol de lo estatal como público, la interrogante persiste en saber si las universidades privadas también pueden acceder a tal gratuidad mencionada anteriormente financiada por el estado, a pesar de haberse generado como instituciones por otros motivos: religiosos (Universidad Católica) o lucrativos (Universidad del Desarrollo, entre tantas otras).
Y finalmente, donde confluyen todos los conceptos antes mencionados: la calidad. Es por esto lo cuidadoso que se debe ser con el proceso vigente, y prever los diferentes escenarios a los cuales nos podemos ver enfrentados, tomando las distintas decisiones, enmarcándonos siempre en un margen de calidad, sin olvidarnos que de ésta depende el conocimiento futuro de nuestro país.
Una de las medidas propuestas es volver más hegemónico el rol de las universidades públicas, aumentar su infraestructura y cantidad de matrículas (de hecho, ya se habló del proyecto de abrir dos nuevas universidades en el país) haciendo que toda universidad que quiera adscribirse al sistema de gratuidad del estado pueda hacerlo, siempre y cuando posea ciertos estándares de accesibilidad. Pero, si dijimos que no va a ser permitido el lucro a nivel sistema, ¿qué sucederá con el resto de las universidades? Especialmente con aquellas que poseen las cantidades más altas porcentualmente del alumnado a nivel nacional que fueron creadas con fines de lucro, como lo es por ejemplo la universidad Andrés Bello, ¿cerrarán? ¿O se volverán estatales? ¿Por qué financiar proyectos privados, si lo que se busca es un proyecto país? ¿Esta medida seguirá perpetuando el sistema?
En respuesta a esta pregunta, surge otra propuesta de financiamiento a la educación, moldeándose más a la contingencia nacional y como un proyecto transitorio hacia la hegemonía estatal, más que a la perpetuidad del mismo. Esta hace énfasis en recalcar que se pierde el sentido de la discusión principal, que es lo público, y propone que no importa financiar a una universidad privada si ésta, a fin de cuentas, tiene un sentido público, pero no se debe financiar a aquellas que no lo posean. Es por eso que se plantea otro método basado en la democratización de las respectivas instituciones como prerrequisito para aquellas que quieran poseer gratuidad, haciendo que de forma interna, entre estudiantado, funcionarios y académicos, se decida cuál va a ser el proyecto universidad, otorgándole un sentido público a los diferentes actores sociales que representan a la sociedad chilena dentro de las decisiones concedidas en el plano universitario (y bajo los mismos términos de accesibilidad mencionados en la propuesta anterior).
¿Eso es realmente lo que queremos? ¿Terminar por financiar instituciones que se crearon con fines diferentes a la perspectiva país? ¿Esto será transitorio o permanente? Y no menos importante, ¿la Universidad Católica se auto-marginará del proceso? ¿Gente seguirá pagando por educarse? Y si es así, ¿quiénes formarán parte de estas? ¿La “elite” o la gente con menos recursos que obtenga peores resultados en el proceso de selección universitaria?
Si hay algo claro con la reforma, es que interrogantes y variables son muchas, y hay que saber cómo utilizar nuestros recursos. Completar este rompecabezas es tarea de todos, llevando la discusión a los diferentes espacios, para comenzar a generar síntesis a nivel país, y así, luego de analizar todos los posibles escenarios, ver cuál es el que dicte un cambio profundo al modelo y se logre lo que el movimiento estudiantil ha luchado por años.
Es interesante pensar cómo miles que marcharon por una educación PÚBLICA, GRATUITA y DE CALIDAD, quedarán fuera de lo que ellos consideraban justo.