Nimrod Segev Z»L y el dolor de defender Israel

por ASHER PERMUTH, Ingeniero Comercial, U. de Concepción. Fotógrafo y Piloto Privado.

 

Agosto 9, 2006 – El Sargento Mayor Nimrod Segev, 28, murió en una operación de las IDF contra Hezbollah en el Sur del Líbano. Así parte el comunicado oficial del ejército.

Nace en Rosh Pinna en 1977. Pasa toda su infancia ahí hasta que, después del ejército, estudia en el Hi-Tech College en Hertzlia, desde donde pasa a formar parte del equipo programador de Microsoft, donde ocupó un alto cargo en la compañía, hasta el día de su muerte.

Rosh Pinna es una pequeña localidad en la alta Galilea donde viven unas 3.000 personas, fundada en 1882 por familias rumanas bajo el sueño sionista, y es uno de los primeros asentamientos judíos modernos del estado de Israel. Está a pocos kilómetros de Safed y es un pueblo boutique muy agradable y tranquilo.

Un día, caminando 6 cuadras cuesta arriba sobre antiguos adoquines jerosolimitanos hacia el “Mirador de Nimrod”, que ofrece una excelente vista del Valle de Hula, el Hermon y los Altos del Golán, al llegar solo había una persona. Era Hezi Segev, quien siempre las tardes de shabat y algunos días de la semana hace guardia en aquel mirador en honor a su hijo mayor, muerto en acción en la segunda guerra del Líbano.

Hezi es un típico sabra pasado sus sesenta. Un hombre rudo, de hablar cortante y militar, que tiene a su haber al menos tres conflictos armados (1967, 1973, 1982). Tiene más conocidos muertos de los que puede contar con sus manos, lo cual solo parece impresionarnos a nosotros judíos de la Diáspora, ya que la mayoría de los israelíes son capaces de ponerlo en otro plano, pudiendo concentrarse en su principal objetivo, igual al nuestro, de criar una familia, proveerlos,  educarlos y a la vez desarrollar un país que está lejos de ser fácil de sobrellevar. Después de presentarse, nos ofrece relatarnos personalmente la historia.

Al comienzo del conflicto en la frontera con el Líbano, Nimrod Segev fue llamado por error a su unidad de tanquistas ya que, dado su trabajo en Microsoft, su reserva había cambiado a una unidad de tecnología. Por lo que, cuando le llegó el SMS al teléfono exigiendo su presencia, no lo dudó y, sin verificarlo, fue directo a su base en el norte. Cuando llegó, le informaron de su transferencia y que ya no era parte de la unidad de infantería, pero se negó a volver. Como ya estaba en la base y dado que era un oficial, le armaron una unidad y le asignaron un tanque para recorrer la frontera. En estos momentos, el orgullo de Hezi por su hijo inundaba aquel lugar (en el cual no volaba una mosca), orgullo de haberlo criado con los principios del Israel de la Jalutz.

No había querido regresar a su nueva asignación para aprovechar su experiencia, ya que estaba en la base. Era pleno verano y, uno de esos días de caluroso recorrido, Nimrod lo llamó para pedirle que le comprara agua y comida para su unidad. Hezi fue al supermercado en Rosh Pinna y se reunieron en un punto donde le entregó muchas botellas de agua, ya que en agosto el calor en la frontera supera los 40 grados. Besó a su hijo y vio como se alejaba en su unidad para seguir el recorrido. Esa tarde, recibe un llamado informando que su hijo había entrado de urgencia en estado de deshidratación. Había repartido todas las botellas a sus compañeros de las otras unidades en el camino, sin haberse tomado él ninguna.

Por primera vez, la voz de Hezi se ablanda y ríe para si mismo, como si recordara, entre las decenas de veces al mes que ha contado la misma historia, que su hijo era un gran ser humano. Acompañaban el relato algunos sollozos de los que ahí estaban escuchando la historia y ya conocían su desenlace. Tanto su padre como su esposa y oficiales le sugirieron no volver al frente, ya no era necesario ya que la zona estaba asegurada. Que al menos descansara un par de días más después del hospital.

En el blog de Iris, su esposa, cuenta que la noche anterior a su muerte la sorprendió llegando a dormir a casa sin aviso. Al otro día, salieron a tomar desayuno temprano para llegar a la base antes que comenzara su turno y se dieran cuenta que no había dormido ahí. Era el día de los enamorados en Israel.

El 9 de agosto, cuando el tanque de Nimrod cuidaba la construcción de un camino alternativo para una de las villas de la localidad cercana a Ayta al-Shaab, fue alcanzado por un misil anti tanques que a su vez hizo explotar las municiones al interior de su unidad. Todos en el interior murieron en el ataque. Tarde esa noche llaman a la puerta en casa de los Segev, con un familiar en servicio ya todos saben lo que eso significa. Al otro lado de la puerta habían seis oficiales, un doctor y los vecinos ya reunidos alrededor de la casa. Hezi cuenta que la cerró violentamente y corrió a la cocina. Con voz entre cortada, nos contó cómo de rodillas les gritaba que le dijeran que al menos su hijo estaba herido de gravedad en el hospital. Al escuchar como se le quebraba la voz a Hezi recordando ese momento, solo pudimos trasladar nuestra imaginación a aquella fría cocina, y tratar de sentir el dolor de toda esa familia plasmado en la voz de ese dolido pero orgulloso padre. Fue de las cosas más difíciles que me ha tocado imaginar.

Su hermano Ehud, conocido mundialmente como The Mentalist, dijo en su funeral: “Yo soy un mago, entretengo e inspiro, causo risas y admiración. Hago desaparecer y aparecer las cosas, pero ahora estoy perdido… no tengo palabras mágicas para traer a mi hermano de regreso…”.

En la tumba de Nimrod en el cementerio militar de Rosh Pinna, hay una frase de una canción que escribió unos días antes de morir: “al final, luchamos como bestias para vivir por la paz interna”. Nimrod dejó a sus padres, esposa y sus dos hijos.

En la segunda guerra del Líbano contra las milicias del Hezbollah, murieron cerca de 2.000 personas con un promedio de edad de 25 años. Me es mucho más fácil y cercano conocer las historias del lado israelí, pero después de escuchar a Hezi, no puedo dejar de pensar en los muchos padres que a su manera tienen memoriales para esos cientos de hijos muertos en ambos lados de la frontera.

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