Israel, contra la espada y la pared

por MATIAS YUDELEVICH, Est. MA en Relaciones Internacionales, U. Hebrea de Jerusalem. U. Adolfo Ibáñez.
 
Desde el comienzo del conflicto en Gaza, todos nos hemos horrorizado con la situación. Vivo en Israel hace ya cuatro años, y estoy viviendo en carne propia el conflicto: tengo que refugiarme constantemente de los ataques del Hamas, viendo el incesante ataque en contra de las comunidades del sur. Desde el primer momento, justifiqué la respuesta de Israel, al igual que la amplia mayoría de la población. Pero desde entonces, he sentido una incomodísima sensación que algo anda mal.
La violencia sigue escalando y me parte el alma ver a jóvenes soldados de 20 años que mueren dejando toda una vida por delante, o veteranos reservistas dejando toda una familia por detrás, como también me duele ver a cientos de inocentes civiles en Gaza que mueren por estar en el lugar y momento equivocados, sin importar de quién es la culpa, el hecho es que mueren igual.
Cuánta impotencia pensar que volvemos como país a tropezarnos con la misma vara una y otra vez: la confrontación armada nunca traerá la paz, y nuestro actual gobierno no es capaz de verlo. Israel debía responder militarmente, sin olvidar la vía diplomática. Pero el gobierno de Netanyahu hace mucho tiempo la ha olvidado, estancándonos en el status quo y contando los meses para el próximo enfrentamiento.
Actualmente, contamos con una oportunidad única: potencias árabes han entendido el riesgo que significa el fundamentalismo islámico, como Arabia Saudita y Egipto, quienes inéditamente han culpado a Hamas por la escalada de violencia y mostrado su disposición para ser mediadores en el conflicto. Es ahora cuando Israel debería tomar la iniciativa y aprovechar las oportunidades presentadas para crear confianza y cooperación, fortaleciendo a la autoridad palestina y opacando al Hamas.
Israel debe aprovechar de sentar las bases para una real y duradera solución del conflicto, en un marco donde Estados Unidos y las potencias europeas sean garantes de cualquier acuerdo, entregándole a Israel la confianza suficiente para seguir adelante con las negociaciones.
Pero lamentablemente, nuestro gobierno no aprovechará la oportunidad, y cualquier esfuerzo diplomático será solamente en pos de un cese al fuego a corto plazo, obligándonos a poner nuestros cronómetros y esperar el próximo enfrentamiento.

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