Y en otras noticias, morbo

por MATHEUSS BERANT, Est. Diseño, U. Diego Portales.
 
No soy periodista. Mi mayor cercanía al mundo de las noticias es: en las mañanas, cuando la joven a la entrada del metro me pasa el diario y lo recibo para luego arrepentirme porque recuerdo que no hay basureros en el metro (aunque siempre hay alguien más que me lo acepta); en las tardes, cuando me meto a Emol u otros sitios de noticias luego de haber leído algún título que llame mi atención; o en las noches, cuando prendo mi tele porque el silencio mientras como mi cena se vuelve incómodo y justo a esas horas están dando las noticias. También reviso twitter de vez en cuando. Dejando esos casos de lado, soy un desinformado.
Hubo una época en la que me importaba mucho lo que pasaba en el mundo; siento que aún me importa, en cierta manera. Pero le he perdido un poco el gusto al concepto de actualidad. Quizás porque lo que a mí me interesa saber no es aquello que está en boca de todos, y aun así, también pasa por mí.
Por definición, actualidad es aquello que atrae y ocupa, en un momento determinado, la atención del público. Hay cosas que nos llaman la atención, pero a veces desearíamos que no lo hicieran. Los noticieros trabajan con una mesa de informaciones que decide qué es relevante ahora y qué se cubrirá, qué notas de prensa se harán, qué denuncias se cubrirán, etc. El trabajo que hacen se basa en las tendencias que el público sigue. Ciertas estrategias se definen para causar el mayor impacto posible en el público; si parten con la noticia más escandalosa, automáticamente nos engancharán y nos tendrán viendo el show, y luego terminar con algo suave como el perro que anda en patines para que nos vayamos a la cama relajados.
Pero a mí no me pasa, y sé que no soy el único al que le parece imposible relajarse después de la primera noticia. A veces, resulta retorcido lo escalofriante o degradante que son, y es duro admitirlo, pero somos nosotros los que alimentamos el morbo cada minuto que pasamos viéndolo.
Sé que no soy el primero en decirlo, ni tampoco seré el último. La prensa lleva años así y es porque saben que funciona, por lo que somos como público responsables, pero ¿qué pasa con aquellos que no necesitan saber cada detalle del brutal crimen que se llevó a cabo en tal casa la noche anterior, o lo destruidas que quedaron las vidas de las víctimas de tal situación? Sé que suena insensible y apático, pero es precisamente la empatía lo que se está explotando.
Somos humanos y nos afecta lo que a otros humanos les pasa, pero ¿por qué es relevante para mí, como individuo? Vivimos en una era de atentados en el metro y muertes masivas causadas por el ébola… ¿Y? Las tragedias son lo que ha escrito desde siempre la historia de la humanidad. No quiero decir que no sean relevantes, debemos estar informados, pero llega un punto en el que se vuelve doloroso y penoso el modo en el que las cosas se exponen y uno simplemente termina optando por apagar la tv e irse a dormir.
¿Cómo sería un noticiario sólo de noticias buenas? No suaves, necesariamente, pero sólo hechos positivos y agradables. Llegar a casa tras un día agotador, y que de gusto relajarse con las noticias. “Y en otras noticias, la señora Marta logró terminar de pagar su hipoteca” o “Estamos transmitiendo en vivo, para informarles que hoy no murió nadie ni pasó nada grave”.
Sé que la idea es informar, pero no hay mejor información que las buenas y positivas noticias que nos inspiran y dan el ejemplo, en vez de los interminables sucesos de contingencia a nivel nacional e internacional que sólo suelen ser morbosos y tristes. No nos haría nada de mal un shot de positivismo en nuestra grisácea existencia.

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