Rompiendo los mitos de la familia chilena

por HOD Chile – Judíos por la Diversidad.
 
Durante el debate en el Senado para la votación del Acuerdo de Vida en Pareja AVP, los parlamentarios más conservadores, aparte de argumentar desde el catecismo, demostraron un absoluto desconocimiento de la realidad de los gays y lesbianas, como así mismo de la historia de Chile.
La mayor preocupación por parte de los honorables fue la protección de los derechos de los niños, supuestamente vulnerados al vivir en familias homoparentales, como si los gays o lesbianas fueranpersonas inmorales, pervertidas, peligrosas, infértiles, castradas e incapaces de procrear hijos y formar familias equivalentes a cualquier otra familia.
En Chile, la figura de la familia tradicional fue impuesta por la Iglesia a partir del período colonial, siguiendo el modelo patriarcal de la Sagrada Familia, ocasionando un choque cultural con el pueblo Mapuche y siendo una de las causas de la masacre de Elicura en el siglo XVII, en la cual los mapuches asesinaron a los misioneros Jesuitas, quienes trataban de imponer la monogamia a los Caciques. En la actualidad,existen comunidades mapuches que permiten a sus hombres tener familias paralelas, siempre que la primera esposa y sus hijos reciban honores en las ceremonias comunitarias y sean prioridad en el reparto de los derechos patrimoniales.
En ese mismo sentido, desde la época colonial,las categorías de hijos se dividían en legítimos y los nacidos fuera del matrimonio, siendo éstos denominados   huachos, entenados o guchenes. Basta recordar la historia del huacho Riquelme, que llegó a ser el libertador de Chile. A comienzos del 1900,surge en el país la “Cuestión Social”, un período marcado por la pobreza extrema, obligando a los pobres a vivir en una o dos piezas en Cités o caseríos, por lo tanto, los hombres estaban casi obligados a apenas mantener a una solamujer e hijos, conformando familias nucleares, paradojalmente tal como lo proponía la Iglesia.
Con el correr de la historia y el retorno a la democracia, los escándalos sexuales de la Iglesia, sumados a la pérdida de influenciade los sectores conservadores,   permitieron a la clase política restituir en partela dignidad de muchos chilenos. Por otra parte, la Ley de filiación otorgó igualdad de derechos a los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio,al derecho al estudio de las jóvenes embarazadas que, hasta entonces eran marginadas en los Liceos, y la ley de divorcio, siendo Chile el penúltimo país en occidente en permitirlo después de Malta. Cada una de estas leyes auspiciaba el fin de la familia tradicional chilena y el sub siguiente “caos moral” de la sociedad.
Las cifras estadísticas de la página web del Registro Civil, año 2013, señalan que 75.059 niños fueron inscritos dentro del matrimonio, y los nacidos fuera del matrimonio ascendieron a 177.514 menores, por lo tanto, son las parejas heterosexuales las que no están confiando en la sacrosanta institución del matrimonio. Incluso a la par,han aumentado las condiciones de vulnerabilidad social de los hijos, producto de factores asociados al embarazo adolescente, (inicio prematuro de una sexualidad activa en los jóvenes, poca educación sexual junto con un pobre manejo de información sobre la anticoncepción), deserción escolar, baja calificación laboral de los padres, hacinamiento y la droga.
Suponer que sólo por el hecho de ser heterosexual, una persona se encuentra en condiciones de superioridad frente a sus pares homosexuales, sosteniendo que sólo los primeros pueden llegar a ser potencialmente buenos y mejores padres, no sólo contradice la psicología moderna. De entrada, se descarta el concepto de“instinto maternal”, sustituyéndolo por la teoría del apego y de las competencias parentales, presentes en cada ser humano. Además, se idealiza a una sociedad patriarcal heterosexual, otorgándole atributos y capacidades que en la práctica no se encuentran.
Basta ver la cantidad de niños y jóvenes institucionalizados en el SENAME, las familias copando la capacidad de los tribunales de familia, pretendiendo solucionar conflictos irresolubles, y el sinnúmero de familias disfuncionales que día a día acuden a solicitar ayuda a centros de atención especializada y a los servicios de mediación. Todas estas familias son conformadas por parejas heterosexuales.
Las altas cifras de parejas heterosexuales que se divorcian, sumado a aquellas que simplemente optan por separarse de hecho, son un claro indicador que la orientación sexual no garantiza la durabilidad del vínculo y por ende tampoco garantiza a un niño la posibilidad real de criarse junto a ambos progenitores. Probablemente, una pareja conformada por individuos del mismo sexo estaría expuesta a esta misma tendencia, puesto que un buen pronóstico de seguir unidos no está ligado al género sino a factores asociados al mundo emocional, psicológico o afectivo.
El factor de unión más fuerte en una pareja es el deseo y la intención de seguir juntos, unidos por un vínculo amoroso sano y nutritivo; en definitiva, un proyecto en común. En ese sentido, una familia homoparental puede perfectamente cumplir con estos requisitos básicos, que no deberían estar en absoluto ligados al género ni a la identidad sexual. Es importante recordar que todo niño adoptado por una pareja homosexual fue previamente concebido y luego abandonado por personas heterosexuales.
En Hod, junto a las organizaciones de diversidad, tenemos la convicción profunda que el matrimonio igualitario con adopción o fertilización asistida nos igualaría en dignidad y derechos al resto de los chilenos, por lo tanto, es una lucha ideológica en el ámbito de los derechos humanos.
El estado en la actualidad no ayuda a los matrimonios o parejas heterosexuales infértiles, por lo cual estas familias debieron crear la agrupación denominada “Queremos ser Padres”, quienes luchan para que se considere a la infertilidad como una enfermedad. Los datos de la Agrupación señalan que alrededor de unas 4000 parejas al añonecesitan recibir un tratamiento de fertilización asistida,con costos cercanos a los 6.000 dólares. Por lo tanto, son muy pocas las parejas infértiles que pueden lograr el sueño de convertirse en padres. La misma situación ocurre en las comunidades homosexuales, donde sólo algunas personas han podido llegar a ser padres biológicosmediante tratamientos médicos asistidos, a no ser que opten por la alternativa biológica tradicional, acompañada de una botella de pisco para bajar las barreras de la represión.
La paternidad homosexual en Chile se visibilizó tímidamente desde los años 90, hasta contar en la actualidad con distintas organizaciones y activistas destacados tales como Claudia Amigo, Roxana Ortiz, Cesar Peralta Wetzel y Cristian Spuller. En cuanto a estudios sociales sobre las familias homoparentales chilenas, aún estamos lejos de contar con cifras e información válida y confiable.
La Comunidad Judía no queda fuera de esta nueva realidad social;existen entre nosotrosalgunas familias homoparentales, en las cuales uno de sus integrantes es una persona homosexual comprometida en su rol de padre o madre; generalmente estas familiastienen hijos propios por el aporte de hijos de un matrimonio previo, también se dan casos en que un matrimonio se disuelve porque uno de ellos se asume homosexual, e inicia una nueva relación esta vez con alguien de su mismo sexo, no obstante continúa asumiendo en forma comprometida su rol de padre o madre.
A ellos, a sus hijos o a toda persona judía, los invitamos a sumarse y coordinar acciones concretas que fomenten el respeto y la aceptaciónintra comunitaria de estas nuevas familias, y de paso ayudemos a fomentar la integración entre todos los chilenos, porque aunque les duela a los sectores conservadores, los homosexuales han sido, son y serán padres.
 
 
Fuentes:
www.registrocivil.cl
www.queremosserpadres.cl

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