Cuando se paró el tiempo

por ARIEL ZIMEND, Ingeniero Civil, U. del Desarrollo. Soldado, Ejército de Defensa de Israel.

Jueves 16 de abril, 2015. Son las 10 am en Jerusalém, me formo junto a otros 200 soldados frente a la bandera de Israel a media asta. Es Iom hashoa, 2 minutos por los 6.000.000 que ya no están. Las sirenas en todo Israel empiezan a sonar…

70 años han pasado desde que aquel infame episodio, que jamás debió suceder, ocurrió. Para mí, el tiempo no ha pasado, mas bien se estancó, no se ha movido ni un solo poco. Para mí, el tiempo hace 70 años que se paró, como una herida eterna que no deja de sangrar. 

Se paró cuando los soldados nazis entraron marchando en las calles de Polonia y Europa, e irrumpieron en las casas para llevar a cabo su búsqueda implacable.

Se paró cuando la injusticia anuló los títulos de doctor, profesor e incluso de campeón mundial sólo a los que portaban la marca judía, la estrella de David. Injusticia que también expropió sus casas y todo lo que les pertenecía.

Se paró cuando personas inocentes, sus vidas, su mundo, fue reducido a guetos donde fueron encerrados y hacinados, privándolos de su libertad.

Se paró cuando el mundo prefirió callar.

Se paró cuando seres humanos fueron puestos por otros seres humanos en trenes.. Trenes de la muerte.

Se paró cuando el hombre apuntó su arma a la cabeza de madres que sostenían a sus hijos entre llantos y súplicas, y aun así jalaron el gatillo sin piedad.

Se paró cuando el invierno y el frío estremecedor de la noche congelaron hasta los huesos la última esperanza de quienes no lograron resistir otro día más.

Se paró con los gritos de agonía y auxilio que murieron atrapados y silenciados en las cámaras de gas, y que a pesar de todo, aún se pueden escuchar.

Iom hashoa, las sirenas se empiezan a apagar. El día que me convertí en Guerrero de esta nación, juré una sola cosa… Nunca más.

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