Pesaj real, mucho más que 8 días
por MAGALI HERSALIS, Lic. en Educación, U. Buenos Aires. Est. Estudios Judaicos, Seminario Rabínico Latinoamericano. Directora de Estudios, ORT Almagro.
La pregunta de Pesaj, la reina de la noche del seder, es Ma Nishtaná. ¿Ma Nishtaná Halaila Hazé Mi Kol Haleilot? ¿Qué es lo que diferencia esta noche del resto de todas las noches?
Este año, tal como se publicó en diferentes artículos y videos que circularon por las redes, la pregunta se amplió, porque ya no es: ¿En qué se diferencia solamente esta noche? sino, ¿en qué se diferencia este año del resto, en esta cuarentena que vino con el extra del seder de pesaj?
Ma Nishtaná me hizo volver en mi cabeza a sedarim de Pesaj anteriores. Intenté re-construir los detalles, olores y sabores. Recorrí con mi memoria dónde estaba sentado cada miembro de mi familia, y hasta qué tenía puesto cada uno. Entre los recuerdos, algunos con más detalles y otros más difusos, pude encontrarme a mí.
Traté de volver a quien era un par de años atrás, recordar cuáles eran mis proyectos, mis anhelos, y mis temores. Intenté pensar en las personas que tenía cerca, y aquellas que tenía un poco más lejos. En un ida y vuelta de sensaciones un tanto grises, recorrí rápidamente mi año desde ese momento. Pantallazo de imágenes, voces e instantes bisagra, de esos que marcan y te hacen crecer. Y así, en ese viaje, llegué a esta noche.
Ahí es donde decido hacer el para, donde entiendo el sentido que cobra el Ma Nishtaná de hoy.
Porque cuando nos reunimos en Pesaj, y hablamos de Libertad, de historia, de sentirnos esclavos como si nosotros mismos hubiésemos estado allí, de tradición y de legado, de ser hijos y hacer preguntas, y ser padres para transmitir, de recordar con angustia las plagas para entender que fueron necesarias para llegar al final feliz de la salida de Mitzraim, y todo el resto de valores y misterios que se encuentran dentro de la Hagadá; lo hacemos, no sólo por ese momento de festejo, canto y comida sin harinas, sino para darle sentido al día de después del seder,y el de después, y el siguiente, hasta el próximo Pesaj, si D’s quiere.
Porque cantar “Halajmá aniá”, el pan de la pobreza, sólo tiene sentido si sostenemos una actitud solidaria y dadivosa para con nuestros compañeros de mundo, no sólo la noche de Pesaj, sino el resto de las noches del año.
Porque recordar que “Avadim Hainu”, esclavos fuimos, sólo cobra realidad cuando nos damos cuenta que cada día que nos levantamos, estamos felices y conformes con lo que hacemos, con el lugar donde vamos a trabajar, con las personas con las que nos sentamos a cenar. No sólo esta noche, sino todas las noches del año.
Y porque si hablamos acerca de los cuatro hijos y su maravillosa condición de ser diferentes, tenemos que poder habitar el espacio público, profesando una actitud abierta a la diversidad de personas que transitan por nuestro planeta, sin discriminar, ni juzgar, ni dejar de abrazar. No sólo esta noche, sino todas las noches.
Estoy convencida que el verdadero desafío es aprovechar esta noche, halaila hazé, como recordatorio, como pausa, para entender que el desierto real, ese recorrido intenso, a veces difícil pero satisfactorio, es nuestra propia vida, nuestra propia existencia, y en definitiva, ese tiempo finito pero potente a la vez, que es el que sucede entre Pesaj y Pesaj.
Deseo, mucho, que esta noche sea diferente a las demás, pero deseo aún mas, que el próximo año, que el próximo Pesaj, me encuentre y, nos encuentre, definitivamente distintos, de la manera en que cada uno lo necesite.
Pintura: Oíd el ruido de rotas cadenas, Juan Manuel Núñez Lencinas.