La bendición de elegir la bendición: despidiendo al Rabino Abraham Skorka

por BENJAMIN ALALUF, Est. Heschel, Seminario Rabínico Latinoamericano. Seminarista, Comunidad Benei Tikva.
 
“Mira lo que pongo delante de ustedes hoy: la bendición y la maldición”. Así comienza la parashá de esta semana, desde la invitación a mirar y por medio de eso reconocer lo bueno y lo malo. Tal vez la idea de enfrentar ambos conceptos nos exhorta a entender la vida en plenitud, saber que la bendición sólo llega en la medida en que la elijamos y para eso es necesario identificar aquello que debemos desestimar para nuestro crecimiento.
Qué hermoso es elegir la bendición, qué bueno es saber verla. Esta semana es especial y me gustaría compartir con ustedes el motivo. Hace exactamente seis años, un 7 de agosto, llegué a este país con muchas expectativas e incertidumbres, pocas certezas. Ha sido, y asumo seguirá siendo, un camino lleno de emociones, alegrías y también fracasos que son parte del crecimiento.
Me gusta todos los años hacer un balance muy propio y personal en esta fecha y el destino hizo que esta vez coincida con la despedida de alguien que marcó mi rumbo, y el de muchos más también, nuestro querido Rabino Abraham que lideró durante 42 años a nuestra comunidad. Querido Avi, no es fácil escribir estas líneas y no estoy plenamente seguro que pueda expresar todo lo que mereces, pero de corazón sé que nuevamente estás eligiendo la bendición para tu vida.
Creo que hablo en nombre de todos quienes pasaron por Benei Tikva, el Seminario Rabínico Latinoamericano, y tantos otros lugares donde fuiste líder a lo largo de todos estos años, cuando expreso mi más sincero reconocimiento a tu entrega, tu sabiduría y por sobre todo tu integridad. Soy sólo el último de cientos de alumnos y discípulos que te hemos admirado durante décadas, y agradezco el tiempo que pude conocerte de cerca y trabajar a tu lado, ver que sos parte no sólo de la biografía de nuestro pueblo sino que tu nombre trascenderá la historia por tu voluntad de hacer de éste un mundo mejor, un mundo de diálogo y entendimiento.
Por todo, y en nombre de todos quienes puedan verse reflejados en estas humildes pero sentidas palabras, gracias. Desde lo profundo gracias por todo y el anhelo de hermosas aventuras plenas en alegrías que Dios te depare.
Tal vez lo lógico hubiera sido que Moshé le pida al pueblo que escuche y no que mire, pero la diferencia está en que las verdaderas bendiciones se hacen visibles, el esfuerzo y los sacrificios que invertimos en conseguirlas tienen una trascendencia que hace de los frutos que la vida nos regala algo real, algo eterno.

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