La vida de una Rabina en el siglo XXI

por CECILIA ACUÑA, Periodista, La Nación, Argentina.
 

Es una de las doce primeras rabinas mujeres que fueron ordenadas en el país en 2012. Se llama Judith Nowominski pero todos le dicen Judy. Madre y abuela, Judy trabaja en el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer donde se compromete con su actividad a través de la docencia y la investigación.

Conectada con el mundo a través de su celular, Twitter, Instagram y Facebook forman parte de su cotidianidad. También otras aplicaciones más particulares, como el libro de oraciones, el acceso a una gran biblioteca de fuentes judías clásicas además de los correos, las fotos, la música y las consultas en Google. «Todo lo que hago, inclusive mis mensajes en Facebook, están orientados hacia el bien y tienen la premisa de transmitir valores morales y espirituales», cuenta Judy.
Para empezar el día, reza unas oraciones preestablecidas por la religión, además de una plegaria espontánea. En el judaísmo no se necesita ir al templo para encontrarse con Dios directamente: «Lo que da santidad a un lugar es que haya una comunidad de diez personas adultas -de más de doce y trece años- reunidas para rezar».
La única restricción respecto del uso de las tecnologías es el Shabat. «Son 25 horas en las que no toco el celular; queda en un estante silenciado. Esas horas comienzan el viernes con la puesta del sol y el encendido de las velas hasta el sábado cuando salen las estrellas. Están también los días completos de las celebraciones de origen bíblico, por ejemplo, Pascuas, Año Nuevo, Día del Perdón y otros en los que tampoco utilizo el celular. Si bien en la época bíblica, talmúdica o en la Edad Media no existía ni siquiera la posibilidad de comunicarse por teléfono, con la utilización del móvil se pueden transgredir las prohibiciones de Shabat como escribir, sacar fotos, grabar, comprar, etcétera».
No es algo que le pese cumplir con la ley judía, sino que, de hecho, para ella es una forma de tomarse un día para sacarse de las manos la agenda, el trabajo, la obligación de responder y de estar siempre comunicada. «Me permite conectarme con mi interior, con mis amigos y con mi familia», asegura.
 

Actos positivos

Para Judy ser una persona religiosa va mucho más allá de un ritual mecánico. De hecho, la rabina cree que no siempre el ser religioso implica ser buena persona debido a que es necesario «apuntar a la educación de la estructura moral y espiritual para que a la práctica de la tradición se le sumen actos positivos que transformen a las personas en buenas y mejores».
Con respecto a sí misma, Nowominski se esfuerza por vivir una vida integrada y no separar lo secular de lo espiritual, en el sentido de que siempre es la misma en el templo o en el supermercado. «Creo en practicar la tolerancia, el respeto, la confianza, la sinceridad, la delicadeza con la palabra, la sensibilidad, la entrega, la bondad, la lealtad, los modales, la rectitud, la coherencia, la entrega, la amistad, la generosidad, la equidad, la calma y el perdón.»
Como maestra del pueblo de Israel, Judy asegura que su compromiso constante es con la educación judía: «En este momento estoy con tres proyectos simultáneos que pronto comenzarán a funcionar. Los tres están relacionados con la finalidad de educar y entrenar a las personas a ser buenas».
Judy asegura que existe un mal del que somos responsables que está relacionado con «la falta de paciencia, la hipocresía, la insensibilidad, la ambición desmedida, el egoísmo, la indiferencia, el engaño, la avaricia, la injusticia, el desentendimiento, la frivolidad, la hostilidad, la falta de perdón y la destrucción».
Sus salidas son en familia y con amigos, al cine, al teatro, a comer o a compartir alguna celebración. También elige el yoga, y le gustan la playa y los viajes. «No frecuento lugares que no considero buenos, por ejemplo casinos. Creo que ir hasta por curiosidad es avalar su existencia», dice.
Respecto de los rezos, dice: «La liturgia judía tiene un gran porcentaje de plegarias de agradecimiento. Rezar y agradecer nos ayuda a tomar conciencia de las enormes bendiciones y cosas buenas que tenemos. Por otro lado las plegarias tradicionales judías cotidianas y especialmente las de las altas fiestas incluyen la invocación por el bien y la paz, erradicando el mal y la transgresión».
 
Fuente: La Nación Argentina

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