¿Soy realmente el guardián de mi hermano?

por MICHELLE POLLAK, Est. BA. en Biología, U. de Nueva York – NYU.
 
Soy ex alumna del Instituto Hebreo y sé que la historia que nos ha tocado vivir como pueblo judío a través de las épocas ha sido increíblemente dura. Sin embargo, contrastar la situación actual de la población afroamericana con la historia de sufrimiento de los judíos no es comparable y a mi parecer tampoco correcto. 
Como persona de privilegios, si digo que “la violencia no es la respuesta”, estaría implícitamente diciendo que “las protestas pacíficas y la negociación son la respuesta”. ¿Pero qué pasa cuando cientos de miles de voces no son suficiente para terminar con la injusticia? ¿Cuándo nuestros actos de protesta son ignorados o incluso condenados? Cuando Colin Kaepernick, de los San Francisco 49ers, se arrodilló durante el himno nacional, o cuando Martin Luther King se paró en frente de miles de personas, o cuando Rosa Parks se sentó en el frente del autobús. ¿Qué queda cuando las palabras no son suficientes? ¿Qué pasa cuando nuestros actos son ignorados y la autoridad no genera los cambios suficientes? No avalo la violencia, pero ¿quién soy yo para juzgar el dolor ajeno? 
Así como le es imposible para otros entender el dolor que sentimos al referirnos a la Shoa, nosotros tampoco podemos llegar a entender el dolor que los afrodescendientes viven cada día, especialmente en los EE.UU. Son situaciones totalmente distintas, ser judío no es algo que se pueda juzgar por tu aspecto físico. Si pones un grupo de personas sin distintivos religiosos es imposible que puedas categorizarlas por religión, porque, al contrario de lo que pensaban los nazis, el judaísmo no es algo que se exprese fenotípicamente en una persona. Es por eso que necesitaban de la estrella amarilla en la ropa para saber quién era judio y quién no. Sin ella, nos veíamos como cualquier otro ciudadano europeo. En cambio, la gente con piel negra lleva su identidad en la piel, siendo víctimas constantes de amenazas racistas sin posibilidad de esconderse. 
El racismo contra los afrodescendientes lleva ocurriendo en América desde hace más de 5 siglos, y nunca se detuvo. Y si bien los judíos también fuimos esclavos, el desenlace de ambos grupos no es el mismo. Hoy gracias a D’s los judíos tenemos Israel y ya no estamos en una posición de pueblo débil, sino al contrario. En casos en donde nuestra integridad se ve en peligro, hay organizaciones judías que ayudan a los judíos en situaciones de crisis a nivel mundial. ¿Pero quién está ahí para la comunidad afroamericana? ¿Cuál es su refugio? 
Es ahí cuando siendo judía y blanca, me empiezo a plantear mis privilegios hoy en día en esta carrera que se llama “vida”. Y me doy cuenta de la fortuna que tengo de tener Israel, y de vivir una vida cómoda y tranquila. Pero eso no me hace ajena a la realidad del otro. Hay otros que sufren por ser distintos, al igual que nuestros ancestros en un pasado.
“Yo soy el guardián de mi hermano” es la frase que cada día leía al entrar a clases. Hoy ya no estoy en el colegio y no tengo esa frase en la puerta para recordarme cada día de ser respetuosa y proteger al del lado, pero esto no quiere decir que la haya olvidado. Hoy vivo en Estados Unidos y voy a la Universidad de Nueva York, una institución que se jacta por ser sumamente diversa, y la verdad es que no me hace falta un cartel para saber que las diferencias que pueda tener con cualquier persona no son suficientes para alienarme de mi responsabilidad al prójimo. Porque al final somos todos humanos.
A mí tampoco me gusta la violencia, pero tengo claro que esta situación no se trata de eso. Seamos capaces de ocupar nuestro pensamiento crítico. ¿Qué es lo que llevó a esta gente a protestar en las calles en medio de una pandemia, ya sea pacífica o violentamente?
La opresión y discriminación sistemática por el simple hecho de tener un color de piel distinto. Y porque estoy profundamente en contra del racismo, sistemático o aislado, no quiero empequeñecer el fondo de todo este problema invalidando la forma. No quiero ser yo la que minimice el sufrimiento y dolor de otro, atribuyendo que el mío es mayor. No porque mis antepasados judíos sufrieron muchísimo, ni porque ellos no hayan salido con rabia a las calles, voy a restarme hoy de la justa demanda de los afroamericanos por un futuro más humano y sin racismo.
Invito a todas las personas judías, desde nuestra posición privilegiada y acomodada en Chile o donde sea, a reflexionar profundamente, con empatía y responsabilidad, a ir más allá de la imagen que muestran. Sé que nos sentimos sumamente arraigados emocionalmente a nuestra historia judía, yo igual, pero les pido que eso no nos aleje de aprender de otros, de escuchar sus historias, y hacernos conscientes que no todas las luchas son iguales, y que como ser humano responsable, debo ser empático con todas las injusticias en el mundo.
¿Soy realmente el guardián de mi hermano? Tenemos que ser empáticos al sufrimiento ajeno, más aún viniendo de un pueblo que sufrió mucho a través de la historia, y que todavía no deja de sufrir. 
 
Quiero dejar algunos recursos para leer y ver qué hay detrás de toda esta situación. 
Artículos: 
Black Jews Speak Out During Floyd Riots: Believe Us https://www.jpost.com/diaspora/black-jews-speak-out-during-floyd-riots-believe-us-630487 
American History, Race and Prison
https://www.vera.org/reimagining-prison-web-report/american-history-race-and-prison 
 
Videos de Youtube 
Systematic Racism Explained https://youtu.be/YrHIQIO_bdQ 
Police Accountability: Last Week Tonight With John Oliver (HBO) https://youtu.be/zaD84DTGULo 
The Broken Policing System https://youtu.be/km4uCOAzrbM 
 
Netflix:
13th 
When they see us
American Son 
Dear White People 
See You Yesterday
 
Libros:
White Fragility de Robin DiAngelo
How to Be an Anti-Racist de Ibram X. Kendi
The New Jim Crow de Michelle Alexander
The Bluest Eye de Toni Morrison
I Know Why The Caged Bird Sings de Maya Angelou
 
Podcasts: 
1619 (New York Times)
About Race
Code Switch (NPR)
Momentum: A Race Forward Podcast

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