Nostalgia de Pesaj

por ALEX GOLDBERG, Lic. en Comunicación, U. Anáhuac. Co-Fundador, Limud México. Director de programas, Ken Jewish Community, San Diego USA. 

 
Recuerdo con mucha nostalgia los sedarim de Pesaj en casa de mis tíos Isaac y Jume, una mesa para los «grandes» y otra más chica pegada para los «chicos». Mis tíos y primos son muy bromistas y aprovechaban cada que aparecía un nuevo novio de alguien en la familia para hacerle todos los chistes y bromas posibles.
El relato siempre fue el mismo. Incluso la hagada que siempre usábamos no cambiaba. Quizá nunca le puse mucha atención, lo único que quería era que avanzará rápido para poder comer. Por supuesto, empezando con una buena y familiar sopa de matze ball (había siempre una tradición secreta de echarle un poco de salsa Buffalo para agregarle saborcito) y demás deliciosos platillos que se preparaban con mucho amor en esa casa.
Las partes más emocionantes del seder para mí eran poner las diez maques o plagas en un platito con una gota de vino, encontrar el afikoimen, que siempre sabíamos dónde estaba, se lo robaba mi tío para chantajear parte de la recompensa, cantar las fir kashes (Ma nishtana), abrirle la puerta a Eliahu HaNavi mientras mi papá hacía algún truco para desaparecer el vino de la copa y escuchar a mi otro tío cantar su famosa versión de la canción del cabrito.
Pero no entendía la profundidad de lo qué celebrábamos. ¿La historia de la libertad de un pueblo esclavizado? ¿La historia de nuestros antepasados y cómo llegamos a Eretz Israel? ¿Que Moshe abrió los mares cómo en película de Hollywood? No me quedaba muy claro, pero le seguía la corriente, no había de otra.
Poco a poco, mientras iba creciendo, ese momento de Pesaj comenzaba a tomar otro significado. Cuando estaba en Hashomer Hatzair, escuchaba otro tipo de relato, de re significación de las tradiciones, y encontré otra forma de conectarme con Pesaj y su complejidad. Al hablar de opresión, de liberación, de la formación de un pueblo, de liderazgo. Las cosas empezaban a tomar un significado que me era más afín.
Estas fechas son mucho más especiales para mí. Mi cumpleaños casi siempre cae en Pesaj (Sí, la mayoría de las veces me toca pastel kasher le Pesaj para celebrar). La primavera es mi época favorita del año, en especial por las jacarandas que me recuerdan mucho el patio de nuestra querida Naye del Toreo. Muchas veces la conmemoración de la Rebelión del Gueto de Varsovia es en alguna noche de seder de Pesaj.
En la adolescencia, cuando cualquiera se empieza a preguntar cosas sobre su identidad, su forma de auto concepción, sus verdaderas ataduras que impiden ser completamente libre, llega Pesaj otro año a recordarte que el más valiente es quién enfrenta cara a cara sus miedos, que tienen que pasar 10 plagas antes de poder vencer a nuestros enemigos que se encuentran en nuestra cabeza y ser verdaderamente libres. Tomas otro camino para acercarte a tu judaísmo que te empieza a hablar directamente, que te pone en la cara la importancia de ser tú mismo, de perseguir tus ideales, de no conformarte, de deshacerte de creencias y concepciones esclavizantes.
Pasa el tiempo y de pronto te das cuenta que el seder ya no lo festejas siempre en el mismo lugar ni con las mismas personas, y conoces otras tradiciones, relatos, y es otra forma de entender esta tradición que ha sido reinterpretada en distintas partes del mundo y épocas y sigue teniendo el mismo corazón y la misma idea que se transmite de generación en generación. Pero no lo puedo negar, sigo recordando con mucha nostalgia esos sedarim de cuando era chico.
¿Y hoy? ¿Qué significa Pesaj en un mundo en crisis? donde nuestros líderes son los más irracionales, donde epidemias han matado a miles, donde de pronto el mundo se detuvo, donde las fronteras fueron borradas por la globalización, donde todos esos sistemas creados por nosotros mismos, gobiernos, la bolsa, empresas multinacionales, la red de hospitales, son tan frágiles como la misma salud humana.
Pesaj en el año 2020 con más fuerza que nunca nos recueda que el pueblo para salvarse necesitaban ir juntos, codo a codo, eliminar antiguas creencias, cambiar, y crecer juntos. Habla de un pueblo resiliente que siempre ha tenido la capacidad de sobreponerse a momentos de crisis o a situaciones inesperadas y recuperarse, adaptarse y seguir adelante. Se necesitaba colectividad y resiliencia para que esa historia fuera contada el día de hoy. Lo que ha mantenido al pueblo judío cerca de sus tradiciones es la capacidad de reinterpretar y cuestionar desde todos los ángulos posibles a los relatos.
Como decía mi lererke, tenemos que estar agradecidos por la fortuna de poder encontrarnos, uno mismo, en el relato de la salida de los judíos de Egipto, buscando las verdaderas fir kashes que nos hacen cuestionarnos, que nos muevan el tapete, y tener el valor para plantearlas frente a nosotros.
¡Qué frágil somos cada uno de nosotros, pero también como colectividad! Es necesario tener compasión por el otro, la justicia es tarea de todos. Al contar las plagas, hoy más que nunca entendemos que no son cosa del pasado, y debemos estar profundamente agradecidos por tener lo más importante en momentos difíciles: salud. Abramos siempre la puerta y recibamos a los necesitados, no importa qué tan extraños parezcan, juntos tendremos que adaptarnos al nuevo mundo que nos tocará vivir.

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