Sacrificios: ¿de animales a personas?

por DANIELA MANUSCHEVICH, Ph.D Natural Resource Policy, State U. of New York, USA. Profesora Dpto. de Geografía, U. de Chile.
 
En la parashá de esta semana, se nos relata la historia de cómo Di-s llama a Moshe a la tienda del Encuentro y le comunica las leyes de los Korbanot, ofrendas de animales y vegetales traídas al Santuario. Nos llama a pensar en el significado del sacrificio. Pero ¿De qué sacrificio estamos hablando hoy? 
Desde dejar nuestra vida social, matrimonios, fiestas, cumpleaños, el viaje a la playa, a cosas mucho más serias y preocupantes como sueldos, proyectos, contratos y pagos, ¿Qué animal tendremos que sacrificar ahora? La parashá indicaba claramente como hacerlo, pero hoy la respuesta la tendremos que buscar por nosotros mismos.
Las sociedades se enfrentan a una realidad terrible: o detenemos la actividad social y promovemos el aislamiento, o el virus (SARS-COV-2) se expandirá libremente entre la población, con mayor mortalidad para enfermos crónicos, adultos mayores o cualquiera que necesite de un respirador mecánico y no tenga acceso en el momento necesario.
Algunos eugenésicos como Bolsonaro, Boris Johnson y el mismo Trump han exclamado que la economía no puede pararse por una gripecita, que los más ancianos están dispuestos a morir, que hay que ir a trabajar de todas formas pero que el costo económico- el korban de parar la economía- es muy grande.  Todos estos argumentos parecen barbáricos y poco éticos, sin embargo, son mucho más cotidianos de lo que nos gustaría pensar. 
La ralentización de actividad económica ha traído consigo algo predecible, y a la vez asombroso: la disminución de muchos gases de efecto invernadero y contaminantes. Algunas estimaciones indican que esta disminución de contaminantes puede incluso estar salvando casi tantas vidas como las que se está llevando el coronavirus, al menos en China.  
En Chile, producto de una actividad económica pujante, se ha dado origen a zonas de sacrificio, donde hay que sacrificarse por el crecimiento económico. Estas áreas de sacrificio, como Puchuncavi-Quintero, concentran actividad industrial muy contaminante. Estas son áreas donde sus habitantes viven en un ambiente degradado, donde las concentraciones de contaminantes exceden normas internacionales y están crónicamente afectados en su calidad de vida.  En estas zonas viven niños con un alto riesgo de cáncer. Sin ir más lejos, todos los inviernos en Santiago, la mala calidad del aire afecta a ancianos y niños más vulnerables. ¿Por qué nos parece válido- todos los días de nuestras vidas- que estas zonas sean sacrificadas en nombre del crecimiento económico? 
Cuando la cuarentena obligatoria pase, habrá un frenesí por crecer lo más rápido posible. Trump ya llamó a relajar las regulaciones ambientales. China también está aumentando la cantidad de plantas a carbón, una de las formas más sucias de generar energía, tanto a nivel local como para el cambio climático global. 
Di-os parece estar llamándonos a todos a un encuentro, a pensar en los sacrificios que tenemos que hacer hoy, y a cuestionarnos lo más profundo de nuestras prioridades y valores como sociedad. Hoy Di-os llama, ¿Responderemos?

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