Ni novia fea ni muerto malo. ¡Adiós Comandante Chávez!

por NICKY ARENBERG, Est. Derecho, U. de Chile. Vicepresidente Federación de Estudiantes Judíos de Chile.

 

Hace pocos días, la muerte del Comandante Hugo Chávez (para usar un cliché) sacudió el mundo. Con la expectación de meses de incertidumbre de su estado, de rumores de su muerte y de opiniones diversas respecto a la legitimidad con la que Nicolás Maduro gobernaba en su nombre, al confirmarse por parte del gobierno bolivariano el deceso del mandatario, las redes sociales y los medios de comunicación explotaron: #Chávez y #Venezuela fueron trending topics en twitter; todos en Facebook tenían su opinión (ví a lo menos dos versiones de un post que consignaba “La Venezuela de Chávez en cifras”, tanto a favor como en contra); no había portal web o canal de noticias que no le diera cobertura constante a la muerte de quien gobernó Venezuela por los últimos 14 años y todas las otras noticias, ya sea el Papa, el director del SII o la amenaza nuclear de Norcorea a EE.UU pasaron a un distante segundo plano.

Para ser honesto, no soy fan de Chávez. No creo en la revolución bolivariana ni en su “neosocialismo”, no me agradan sus amigos internacionales (Obiang, Gadafi, Assad y Ahmadineyad, por nombrar a algunos) ni mucho menos me gusta el antisionismo y judeofobia que se volvieron parte obligatoria de la ideología chavista. A pesar de todo esto, reconozco que el Comandante fue -probablemente- el mandatario latinoamericano más importante de lo que va del s. XXI, y por lo mismo su muerte genera una serie enorme de interrogantes sobre el futuro de Venezuela, sobre el futuro de la narrativa histórica de la revolución bolivariana y sobre todo, la pregunta que creo va a romperle la cabeza a los historiadores: ¿cómo lo logró?

Como no existe novia fea ni muerto malo, una razón de las más comentadas y que nos da una respuesta a la pregunta recién planteada fue su carisma. En prácticamente todos los obituarios, todas las entrevistas y todas las notas póstumas sobre Chávez  no se habló de censura, dictadura o represión, sino que se puso énfasis en su gran carisma, y en su increíble habilidad para mantener cautivo a su país y una parte considerable del mundo.

Democráticamente electo, pero autocrático en su actuar, el Comandante Chávez gobernó sobre Venezuela y sedujo a la izquierda internacional con herramientas paradójicamente capitalistas y yankees: El petróleo -que le permitió ser todo lo populista, demagogo y anti establishment que quiso- y  el show. Sí, el show. Sus 4.197.062 seguidores en twitter, la relevancia de sus discursos y comentarios en cuanta instancia internacional aparecía (acuérdense del “huele a azufre todavía”) y más que cualquier otra cosa, el spam televisivo y radial que se materializaba en las maratónicas transmisiones de “Aló presidente”.

Es claro que a Chávez le gustaba el show, que le encantaba gritar, cantar y bailarle al mundo todo lo que quería comunicar (desde la conspiración sionista mundial a la devolución de las Malvinas, pasando por regalar casas, responder cartas y llamadas telefónicas al más puro estilo Oprah) de la forma más notoria posible, y está claro que una parte considerable de los venezolanos, y del mundo lo veían fascinados. Lo que Chávez ofrecía no fue nunca otra cosa más que Pan y Circo para el s.XXI y eso lo diferenció, virtualmente, de sus amigos internacionales.

El legado del chavismo está por verse, el futuro de la revolución bolivariana no está tan claro, nadie sabe si los libros de historia van a tener a Chávez escrito en las filas de sus amigos dictadores, fascistas y tiranos o si va a quedar como “un ejemplo de la voluntad por conseguir la libertad de la nación latinoamericana, de la bandera de las luchas anticoloniales en busca de la justicia y de la fraternidad entre las naciones del mundo» (Ahmadineyad).

De lo que sí estoy seguro es que Chávez consiguió ser el primer presidente nativo del prime-time y las redes sociales. Los millones de tweets con su nombre y los cientos de horas de videos en YouTube son el legado virtual e inmediato del mandatario que sedujo a la izquierda internacional con un talk-show constante de 14 años. La revolución bolivariana proliferó a través de su animador estrella y, ahora que @chavezcandanga no está, va a ser tarea de sus discípulos ver si pueden mantener el circo sin su atracción principal.

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Un comentario

  1. TE VOY A COPIAR LO QUE ESCRIBIO UN AMIGO COMUN NUESTRO (CLAUDIO MANDLER), y que interpreta mi pensamiento. »
    No… no me gustaba su relación con gobiernos ultraconservadores y fundamentalistas como el de Irán, que considero una contradicción aberrante.

    No… no me gustaba su color verde olivo, que no me trae buenos recuerdos.

    Si… su estilo era «controversial»…

    Pero admiro la profunda transformación social que estaba llevando a cabo en Venezuela: alfabetización, justicia social, dignidad, equidad, educación, nacionalización de las riquezas, etc…

    Con él, la esperanza era de los más humildes, los oprimidos y desprotegidos.

    Sin él, la esperanza es de los poderosos… eso ya lo dice todo…

    Fuerza Venezuela!

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