Daniel Jadue, innegable antisemita de toda la vida.

por EDUARDO GUERRA, Abogado, U. de Chile.

Me sorprende que haya judíos, aunque sé que son muy pocos, dispuestos a apoyar a Daniel Jadue. Yo puedo entender la defensa de Jadue al pueblo palestino, incluso con virulencia. A final de cuentas, Jadue es de origen palestino. El problema es que él va mucho más allá en su activismo.

Jadue ha pasado su vida, incluso antes de ser Alcalde, «echando mierda» a la comunidad judía chilena; inventando conspiraciones, representando a los judíos en Chile como una entidad monolítica, fascista, dispuesta a apoyar y ser «cómplices» de todo lo que hace y deshace el gobierno israelí de turno.

Jadue le ha dado un claro cariz antisemita a su activismo pro-palestino, importando literalmente el conflicto en Chile. Le ha faltado poco para catalogar a los miembros de la comunidad judía chilena como militares “sionistas” bombardeando Gaza.

Jadue ha vociferado de manera reiterada un vil mito conspiratorio contra los chilenos de origen judío, usualmente lo ha hecho en debates acerca del conflicto palestino-israelí: Los niños y adolescentes judíos en Chile supuestamente harían el «servicio militar» en Israel. Esto no solo es falso, y todo aquel que estudió en un colegio judío en Chile y/o tiene a sus hijos en uno lo sabe, sino que es incitar al odio y a la violencia contra niños chilenos en razón de su condición judía.

El libelo antisemita de Jadue no sólo es grave, sino también peligroso debido a iniciativas parlamentarias recientes que buscan despojar a los chilenos que hayan hecho el servicio militar en otro país en virtud de un Decreto Supremo, cuya dictación sabemos depende del (futuro) Presidente. Me refiero al proyecto de reforma constitucional del Senador Navarro, quien en su intervención hizo referencia explícita a Israel y al mito de los chilenos judíos que supuestamente hacen el servicio militar en Israel, es decir, de aprobarse ese proyecto, gracias a la falsa acusación de Jadue, se tiende a imponer injustamente una «carga probatoria» frente a la opinión pública a todos los chilenos judíos, con el fin de no ser privados de nuestra nacionalidad.

Grave además es que Jadue difunda estas teorías que buscan poner en duda la lealtad de los ciudadanos chilenos de origen judío para con su país, especialmente cuando él reconoció participación en un grupo palestino (FPLP) considerado como terrorista por la Unión Europea.

Jadue también se ha caracterizado por difundir teorías conspiratorias típicamente anti judías. En julio de 2020, habló de cómo el «sionismo internacional» está comprando medios en Chile. Una alegación sin sustento alguno. ¿»Sionismo internacional» comprando medios en Chile? En Chile, el país donde uno de los conglomerados de medios más grandes tiene a un chileno de origen palestino como dueño (Grupo Copesa – Jorge Saieh). Nótese que el candidato Jadue no es leso, y omite emplear la palabra «judío».

Jadue reemplaza palabra «judío» por el eufemismo de «sionista», para no ser acusado de antisemita cuando habla de este maquiavélico complot. Tan aberrantes son los dichos de Jadue, que la misma Carmen Hertz, a quien difícilmente se le puede acusar de ser anticomunista, dijo que afirmaciones le recordaban a «Los Protocolos de los Sabios de Sion», panfleto antisemita utilizado por la Rusia Zarista para justificar pogromos y masacres cometidas contra judíos. Nótese que las teorías de la conspiración fueron un recurso muy utilizado por los antisemitas en la primera mitad del S. XX. Si la misma Carmen Hertz, quien a pesar de apoyarlo como candidato, afirma que los dichos de Jadue tienen reminiscencias con las campañas de difamación que causaron masacres de judíos en el siglo pasado, creo que todos, judíos y no judíos, deberíamos preocuparnos.

Respecto al uso de la palabra “sionista”, no se puede ignorar que la mayoría de los judíos se considera sionista, no en cuanto a apoyar y adherir necesariamente todo lo que hace el gobierno israelí de turno, sino sólo en reconocer que judíos, como cualquier otro pueblo, tienen derecho a la autodeterminación. ¿Sólo por creer en esa idea, más allá de si la comparten los chilenos judíos, deberíamos ser objeto de odio, prejuicios y teorías conspiratorias de complot por parte de quien aspira a ser Presidente de TODOS los chilenos? No me parece, y a nadie, especialmente a la izquierda, le debería ser indiferente.

Uno esperaría que, a la gente de izquierda, quienes se suelen declarar contrarios a la discriminación arbitraria, la xenofobia y el racismo, también le generen ruido los dichos antisemitas de Jadue, sin embargo, lamentablemente para los «judíos de izquierda», es todo lo contrario.

En diciembre del año pasado, Jadue fue elegido en una lista de «los mayores antisemitas del mundo» por el Centro Simón Wiesenthal, aquella entidad que después de la Segunda Guerra Mundial se dedicó a perseguir judicialmente a genocidas nazis por las atrocidades que cometieron.

Más allá de si Jadue debería figurar en esa lista o no, me imagino que si algún día una ONG dedicada a temas LGBTIQ+ denuncia a Jadue como una de las personas más homofóbicas del mundo, cualquier persona de izquierda intentaría al menos escudriñar en qué se basa tal grave acusación. Sin embargo, por una extraña razón, lo único que vi de algunos tuiteros de izquierda son burlas y más antisemitismo. Es raro que haya personas a quienes cualquier tipo de racismo y discriminación les parezca abominable, salvo cuando estos prejuicios se dirigen hacia un pueblo.

Respecto a la típica respuesta de Jadue y sus adherentes cuando lo llaman antisemita: «yo no puedo ser antisemita, porque los árabes son semitas.» Sepan que el concepto de «antisemitismo» fue difundido por un alemán llamado Wilhelm Marr a fines del siglo XIX con el fin de darle un cariz «científico» a sus prejuicios anti-judíos. El concepto de «antisemitismo» por definición se refiere al odio hacia los judíos, más allá que los judíos no sean el único «pueblo semita» por sobre la tierra. Por eso, que la defensa de Jadue y compañía cuando lo llaman «antisemita» sea esa, sólo demuestra cómo, amparándose en la etimología, evade acusación en lugar de, al menos, intentar refutarla. Sería esperable que respondiera: «no, yo no odio a los judíos por…», en lugar de «no soy antisemita porque también soy semita». Su respuesta usual es preocupante.

El tema del anuario también me parece digno de atención. Que tus compañeros pongan en tu biografía que tu regalo útil es un judío para practicar “puntería” o que tu futuro consista en “limpiar la ciudad” de judíos no me parece cualquier cosa. Por más que quizás lo hayan escrito sus compañeros, uno podría presumir de manera razonable que el candidato tenía, al menos, un tema con los judíos en su juventud. No creo que a pito de nada sus amigos hubieran dicho que el futuro de su compañero sea matar judíos en la calle.

A algunos no les parecerá grave, pero les pido hagamos el siguiente ejercicio: Reemplacemos la palabra judío con “gay” y quizás los más progresistas reaccionarían con indignación (y con justa razón) ¿Por qué no genera el mismo efecto cuando se habla de judíos? Yo hice esta pregunta, y hubo una respuesta de un tuitero de izquierda: Cuando los gays se pongan a matar y desplazar gente quitándoles sus casas hacemos la comparación. No sé si hay mucho más que agregar.

Llama la atención que a los judíos en Chile se nos acuse de ser culpables de lo q hace un ejército de un país del cual no somos ciudadanos, que se ubica a más de 20.000 kms, y en base a ello se justifiquen los dichos violentos y racistas contra nosotros por parte de [los compañeros de] Jadue.

Reitero que con esto no hago referencia al activismo anti-israelí de Jadue, me parece legítimo, por más que parezca algo extremista en sus visiones, y que a veces es sesgado, impreciso o suele mentir en sus alocuciones respecto del tema. El problema es que Jadue va más allá como argumenté.

Esta retórica divisiva y de odio que Jadue ha tenido con los judíos de Chile también ha sido utilizada por él en otras ocasiones, tildando a sus ex socios (PPD, PS) como socialdemócratas neoliberales, como si fuesen “buenos” y “malos” a ser odiados. De ser Presidente, esto podría acentuarse. ¿Será mucho pedir un candidato con una agenda transformadora, lo que por cierto es necesario en algunos aspectos, y que a la vez no aliente prejuicios antisemitas y divida chilenos en base a su etnia o religión? Creo que Jadue no debería ser Presidente de Chile.

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