La Importancia de un Espacio Público y Virtual Libre en la Manifestación de la Ciudadanía.

por FEDERICO LEVI, Est. de Arte, U. de Chile.

Los últimos acontecimientos nacionales e internacionales, a pesar de tener  inmensas diferencias en cuanto a objetivos, tienen una cosa en común: el libre uso de los espacios públicos, ya sean calles, plazas o universidades, para expresar el descontento de los manifestantes. Sin embargo, esta utilización de nuestro reducido espacio público causa gran temor en las autoridades.

Claramente, ninguno de los conflictos nacionales es particularmente reciente. Sin embargo, lo que nos llama la atención realmente, es ver enormes cantidades de gente en las calles, convocadas por acontecimientos de muy diversa índole. Entonces, nos surge la pregunta ¿Por qué ahora?, ¿Por qué gran parte de la ciudadanía decide salir a las calles estos días?

Para entender cómo se llegó a este punto, debemos entender, en primer lugar, cuáles podrían ser los problemas de raíz. Comenzaremos analizando la etapa iniciada tras el golpe de estado de 1973, en el que se instauró un sistema que reprimió brutalmente, por dieciséis años, todo tipo de manifestaciones. La restricción de libertades llegó al punto de reprimir la libertad de reunión, impedir la formación de partidos, además de encarcelar y asesinar disidentes políticos.

Después de la salida de Pinochet, el poder fue asumido por una coalición que gobernó por dos décadas, en democracia, pero manteniendo la Constitución redactada durante la dictadura. De hecho, esta fue legitimada el 2005, encadenando el futuro del país a una Carta Fundamental redactada con todo el sesgo político, económico, social y cultural que la dictadura tenía.

Por muchos años, la población se mantuvo anestesiada bajo la idea de que vivir en una democracia había traído, finalmente, la tan preciada “libertad”. Sin embargo, nunca se hizo mayor uso del espacio público para manifestarse debido a la falta de lugares donde la ciudadanía pudiera expresarse.

Entonces comenzó una segunda etapa, en la que efectivamente se generó un nuevo espacio público, pero vía Internet. Y es por medio de estos espacios virtuales, que apareció una nueva posibilidad de recuperación del espacio público físico. Esto comenzaría con las incipientes redes sociales, que tuvieron –y han tenido en el último tiempo- una importante repercusión en la organización de movimientos ciudadanos, gracias a nuevas formas de difusión. Estas no solo lograron una mayor velocidad en la entrega de información, sino un método eficiente para organizar a grandes masas de personas, que no necesariamente tenían contacto en la realidad. El primer acontecimiento fuertemente marcado por el uso de internet fue en 2006, con la conocida “Revolución de los Pingüinos”. En poco tiempo, una gran cantidad de colegios se incorporaron a las movilizaciones, y las calles del país se mantuvieron ocupadas durante varios meses.

Sin embargo, a pesar de que, con la salida de Pinochet, se haya devuelto a la ciudadanía la libertad de reunión, el Estado reprimió las manifestaciones, impidió marchas, desalojó liceos y cerró plazas para evitar que los estudiantes pudieran manifestarse, bajo un discurso de protección a la ciudadanía y la propiedad, privada y pública.

Nos encontramos en el año 2011, cinco años después de la revolución de los pingüinos, y gran parte de la población tiene claro que la calle nos pertenece. Además, las redes sociales son capaces de reunir una cantidad de gente muchísimo más significativa que en 2006, y la ciudadanía, al poseer un espacio virtual, en el que se puede hacer y expresar cualquier cosa, también se da cuenta de la enorme falta que existe de un espacio así en el mundo real. Es por esta razón que la ciudadanía necesita espacios físicos y públicos en los cuales ejercer sus libertades.

¿En quién reside realmente la soberanía? ¿Tiene el Estado la autoridad para impedirlo? No. Al reprimir las manifestaciones, solo deja más en evidencia la falta de democracia y el autoritarismo estatal, del que más encima nos enorgullecemos al afirmar que vivimos en un país “serio”.

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