Indignación y Repudio ante la Violencia en un día Negro para nuestra Sociedad
por NICO RIETHMÜLLER, Lic. en Sociología, U. de Chile.
Una negra jornada se vivió el 4 de agosto a lo largo de todo nuestro país. Se registraron más de 552 detenidos a nivel nacional, y 29 carabineros lesionados. Se ha producido una intransigencia donde las partes del conflicto lamentablemente dejaron de dialogar, y la sociedad completa sufrió una jornada llena de violencia, abusos, desórdenes y represión.
El movimiento por la educación lleva más de dos meses manifestándose de las más diversas y creativas formas, legitimando su actuar frente a la sociedad y convirtiendo a Chile en un ejemplo de movilizaciones sociales en todo el mundo. Según las últimas encuestas realizadas por el CEP, el 72% apoya las movilizaciones, el 63% no apoya las propuestas del gobierno, el 70% cree que el lucro perjudica la educación, el 65% evalúa negativamente las actuaciones de Piñera y Lavín en educación y el 75% evalúa muy positivamente/positivamente el accionar de los dirigentes de los estudiantes universitarios.
Aún teniendo en cuenta estos antecedentes, el Gobierno decidió prohibir las dos marchas convocadas para el 4 de agosto. Alegaba que dos marchas en un mismo día era una provocación, mientras que el movimiento alegó que la prohibición misma de las marchas constituyó la provocación. Además, el Gobierno reclama que las marchas siempre incurren a la violencia, cuando hace muy poco vimos en reportajes en televisión que precisamente son policías de civil quienes motivan los incidentes iniciales para justificar el uso de la violencia por parte de la fuerza pública. La misma Intendenta Cecilia Pérez ratificó que «han habido siempre» policías de civil en las marchas. ¿Quiénes son los intransigentes?
La Constitución, en su artículo 19, N° 13, garantiza: «El derecho a reunirse pacíficamente sin permiso previo y sin armas». De acuerdo a esto, el Gobierno vulneró el derecho ciudadano de congregarse en Plaza Italia, lo que finalmente dio pie a la lamentable jornada. A raíz de la excesiva violencia protagonizada, el Instituto Nacional de Derechos Humanos criticó la decisión del Gobierno de no autorizar las dos marchas estudiantiles que estaban convocadas en la Alameda, “criterio impropio de un sistema democrático”. El organismo resaltó que «el respeto a los derechos humanos es una obligación para el Estado» y que «la negativa de la autoridad a autorizar las manifestaciones convocadas hacen evidentes las limitaciones y deficiencias de nuestras instituciones políticas para dar solución a las demandas sociales”.
El mensaje soberbio y poco conciliador del Gobierno fue evidente en su Vocero Andrés Chadwick, quién desde temprano señaló que “los estudiantes no son los dueños de este país” y que «se está pasando el límite», ante la petición de realizar dos marchas en el mismo día. ¿Cuál es el límite? La represión del Gobierno se justificaría en que «una marcha por la Alameda rompe con la tranquilidad de Santiago». Se está remediando la violencia con más violencia. Ante la negativa, el timonel del PC, Guillermo Teillier, aseveró que «nosotros estamos en contra del intento del Gobierno de criminalizar las marchas». El Movimiento marcharía de todas formas. La represión llegó inmediatamente. El centro de Santiago fue un verdadero Estado de Sitio.
Pese a las múltiples denuncias de violencia excesiva y represión desmedida por parte de transeúntes y periodistas, Chadwick expresó el total respaldo de La Moneda a la labor de Carabineros, quienes «han actuado en forma absolutamente responsable y prudente, con apego a la ley y, como corresponde, en forma completamente profesional», quien además opinó que la violencia «no es culpa de los carabineros, es culpa de quienes quieren quebrantar el orden público y no están de acuerdo con las leyes que rigen a todos los chilenos». Afirmó que el Gobierno no se dio por notificado del rechazo que anunció la Confech frente a la propuesta educacional que les entregó el ministro Bulnes, y tampoco aceptó el «ultimátum» de seis días anunciado para el planteamiento de una nueva oferta. ¿Quiénes son los caprichosos?
Pero a diferencia de lo señalado por Chadwick, carabineros realizaron diversos comportamientos represivos de muy dudosa responsabilidad y prudencia. Arrojaron bombas lacrimógenas al interior de la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile, lugar donde se encontraban unos 600 estudiantes. Entraron a la Universidad de Santiago y produjeron numerosos estudiantes heridos. El dirigente secundario Rodrigo Rivera recalcó el contingente policial «excesivo» en el centro de Santiago. El Vocero Freddy Fuentes recalcó a TVN que los estudiantes intentaron marchar de forma pacífica. Camila Vallejos señaló que los zorrillos golpeaban las rejas de la Fech, donde más tarde carabineros reprimió a manifestantes que tocaban cacerolas en el bandejón central de Alameda, frente a la casa central de la U. de Chile.
Frente a estos hechos, comenzaron también a darse expresiones de repudio ante la desmedida fuerza policial represora. En el Paseo Ahumada, un grupo de apoderados mostró pancartas en favor de los estudiantes, repudiando el actuar policial. El senador Alejandro Navarro denunció que los estudiantes y transeúntes fueron duramente golpeados por carabineros, sin provocación anterior. La timonel del PPD, Carolina Tohá, aseveró que «represión descontrolada se llama lo de hoy en Plaza Italia”. Fulvio Rossi señaló que «no es posible tolerar este nivel de represión a los secundarios».
El aire de Santiago se tornó irrespirable debido a la gran cantidad de bombas lacrimógenas que carabineros utilizó durante todo el día. Las ambulancias del servicio de urgencia trasladaron a varias personas desmayadas en plena vía pública como consecuencia de las bombas. Los estudiantes en Valparaíso arrancaban a las líneas del tren para poder resguardarse de las lacrimógenas.
La intransigencia del Gobierno y la represión de carabineros no hizo más que traer hechos de inusitada violencia, lamentables para la lucha de justa reivindicación del movimiento por la educación. En Miraflores con Moneda una turba atacó a unos 40 carabineros que se vieron sobrepasados, donde finalmente refuerzos policiales lograron salvar a sus compañeros. Posteriormente la turba comenzó a destruir sucursales bancarias en el sector. La tienda de La Polar ubicada en Tarapacá con San Diego sufrió un incendio de gran magnitud. Luego del desalojo del liceo Valentín Letelier de Recoleta, se concluye con ocho detenidos por encontrar bombas molotov. Se formaron barricadas a lo largo de toda la ciudad, símbolo de la resistencia de las clases populares en una ciudad segregada donde el espacio público está cada día más criminalizado. Además el grupo Anonymous Colombia derribó la página del Senado.
Pero por otro lado, también se dieron formas masivas de protesta que no tienen nada de violentas: el cacerolazo. Para Camila Vallejos, los cacerolazos evidenciaron el apoyo masivo de la ciudadanía con el movimiento estudiantil. A partir de las 20:00 horas, y a lo largo de todo Santiago y el país, miles de chilenos comenzaron a golpear cacerolas y todo lo que pudiera sonar en respuesta a las demandas estudiantiles. Al menos dos helicópteros de carabineros sobrevolaban la ciudad con sus reflectores encendidos. El clima de tensión política era evidente y agobiante para cualquiera.
Pero junto a esto ocurrió otro hecho gravísimo, esta vez por parte del Presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, quien señaló que la violencia que se ha visto es propia de «los métodos de Israel». El actuar de carabineros «nos recuerda al apartheid, represión propia de movimientos sionistas». Primero, Gajardo es un mentiroso, ya que hoy en día se están dando en Israel manifestaciones de más de 150.000 personas que están reclamando por el encarecimiento general que vive el país, manifestaciones pacíficas que no sufren de ningún tipo de represión de la fuerza pública, sino que son un ejemplo tanto de expresión ciudadana como de resguardo y garantía de derechos civiles. Además es un cínico, porque compara las movilizaciones estudiantiles con el conflicto árabe israelí, buscando en una forma oportunista salvar su mediocre liderazgo.
Pero lo más grave es que Gajardo demostró ser abiertamente antisemita al increpar a Hinzpeter en su condición de judío. Es un hipócrita, porque descalifica a Hinzpeter por ser judío cuando cientos de jóvenes que marchan hoy son judíos. El Presidente de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile, el destacado estudiante y principal activista Andrés Fielbaum, quién ha tenido a la Facultad de Beauchef en paro en un tiempo histórico nunca antes visto, es judío. Es vergonzoso, cuando el mismo Presidente de la Federación de Estudiantes Judíos, Maximiliano Grass, ha declarado de inaceptable como se ha coartado la libertad de expresión y libre asociación de los manifestantes, condenando toda forma de violencia y represión que tenga lugar en las manifestaciones, expresando su solidaridad con el movimiento estudiantil y haciendo parte a la juventud judía en Chile de las luchas de reivindicación social frente al Gobierno.
Gajardo además es repudiable, porque entre los detenidos injustamente a nivel nacional en la penosa jornada del 4 de agosto, estaban mis amigos Nicolás Slachevsky y León Guiskin, dos entre los cientos de activistas judíos que luchan por una educación gratuita y de calidad. El movimiento por la educación no se merece estar a cargo de personas que promueven la xenofobia como Jaime Gajardo.
La marcha de la tarde ni siquiera pudo reunirse ya que carabineros logró dispersar antes a los manifestantes con carros lanza aguas y bombas lacrimógenas. Si antes podía haber un debate en torno al carácter de pacífico de la marcha y poner en duda la posesión de armas, en este segundo intento no hay nada que justifique la inconstitucionalidad con la que actuó el gobierno y carabineros frente al derecho de la ciudadanía a reunirse sin permiso previo, como garantiza la Constitución.
Ante dicha inconstitucionalidad, se prepara una acusación contra el ministro Hinzpeter, que será presentada por los senadores Alejandro Navarro (MAS), Fulvio Rossi (PS) y Ximena Rincón (DC) y los diputados Sergio Aguiló (independiente), Hugo Gutiérrez (PS) y Lautaro Carmona.
El 4 de agosto no hubo ganancias, solo pérdidas. Las posturas se radicalizaron, la violencia se validó, el abuso fue una alternativa. Quien pierda más o menos no importa, porque todos perdemos. Será uno de los días más tristes desde el retorno a esta seudo democracia, donde pocas veces ha existido una represión tan fuerte y tan legitimada. Personas detenidas simplemente por el hecho de discutir. Lacrimógenas lanzadas a personas que solamente estaban gritando y protestando.
¿Qué quedó? Rastros de barricadas permanecen en decenas de puntos de Santiago. “Piñera envía a mil policías al centro de Santiago para frenar las protestas”, es el título del diario El Mundo de España. La prensa internacional no puede entender lo que está pasando en Chile, país que hasta hace un par de años era ejemplo de liderazgo político para el continente y el mundo entero, y cuyo Presidente actual no es capaz de deliberar porque no tiene nada que aportar. Como dijo Carlos Peña en El Mercurio, “Piñera no es de derecha ni de nada, es el primer Presidente nihilista de Chile”.
Los movimientos sociales están en todo su derecho de protestar, y quienes lo ponen en duda o están en contra están siendo abiertamente anti democráticos. La causa es justa y la forma no es violenta. ¡Basta la derecha de auto cegarse, es vergonzoso como se justifican las desigualdades sociales! Si hablamos de 120.000 personas manifestándose, que el lumpen aproveche la oportunidad para violentar no debería extrañarnos ni cerrarnos al diálogo, basta ver como los jóvenes aprenden a ser violentos en los mismos colegios públicos a los que asisten donde todos los recreos son verdaderos campos de batalla, o basta oler la droga y pegamento en sus barrios invadidos de pasta base, en sus poblaciones segregadas, condenadas a vivir en la miseria, ¿qué más podemos esperar?
El camino de la represión no puede ser el camino para solucionar los problemas de la educación. Debemos exigir mucho más de nuestro Gobierno. Como dijo Gajardo, mientras más baja su aprobación, más sube la represión. Esto solo evidencia la incapacidad de la clase política para resolver las exigencias de la ciudadanía. Sin duda, este fue un 4 de agosto que será recordado por mucho tiempo más. Sea cual sea la opinión que uno tenga sobre el movimiento estudiantil, no podemos caer en actitudes anti democráticas y debemos exigir un liderazgo político que garantice los derechos de todos sus ciudadanos. No solo el de reunión, sino también el derecho a la educación.