La Crisis actual del Estado Chileno y su Ideología de Gobierno, partidos políticos y sociedad civil.

por ANDRES ABELIUK, Ingeniero Civil, U. de Chile.

La disconformidad de los chilenos respecto a los distintos aspectos sociales que los involucran llegó a un punto de quiebre, y éstos quieren y tienen que ser escuchados. Esto se refleja en los distintos movimientos sociales que han surgido, dejando en claro las distintas crisis, ya sea en educación, medio-ambiente o los recientes conflictos en Aysén que revelan una ausencia del estado en las regiones. La verdad, es que la ausencia del estado es total, las causas de los conflictos llevan años (se habla de estado y no gobierno, ya que el problema ha estado presente durante este gobierno y los anteriores), y no se vislumbra ninguna solución en el corto y mediano plazo, si no que todo lo contrario.

Surge la pregunta: ¿son los partidos políticos las organizaciones en condiciones de guiar la resolución de la crisis? La crisis orgánica actual ¿no es también crisis de la política, de las instituciones y organizaciones dadas, de los partidos mismos?

Antonio Gramsci definió, para situaciones como la que hoy vivimos, el concepto de «crisis orgánica». Se trata de esos momentos históricos en que a las fuerzas dominantes se le fracturan las relaciones entre la sociedad y el Estado, entre la economía y la política, y no pueden ejercer su dirección del modo habitual.

Existe una relación directa entre la crisis orgánica y la crisis de los partidos políticos. La crisis orgánica provoca en los partidos un proceso de separación entre teoría y práctica. Los programas de los partidos tienden a fundarse cada vez más en el análisis de la realidad inmediata, mientras que las ideologías son utilizadas para llevar a cierta coherencia la heterogeneidad resultante del empirismo y del pragmatismo. El discurso ideológico que ha entrado en crisis no está ya en condiciones de reproducir una conciencia y voluntad colectiva unitaria.

Otro punto es el nuevo sistema burocrático que se ha ido formando dentro del Estado, provocando burocratización de los partidos políticos que por ello están progresivamente reducidos a actuar al lado del poder y se reducen sus posibilidades de iniciativas autónomas y alternativas. Por ello nacen los movimientos que se constituyen por fuera de los partidos políticos como formas de acción colectiva diferente y alternativa. Son asociaciones que involucran a grupos que expresan demandas y necesidades sectoriales, que no consideran el conjunto del Estado.

Por último, las nuevas tecnologias de comunicación han reforzado la comunicación descendiente entre dirigentes y dirigidos, tratando a los dirigidos como un público que solo escucha los discursos, debilitando la comunicación ascendente que le da un rol activo a las masas.

La crisis de los partidos es parte determinante de la crisis del Estado porque la organicidad de las relaciones entre gobernantes y gobernados es construida y garantizada precisamente por los partidos políticos de grandes masas. La crisis se produce a medida que los partidos pierden capacidad de conectar con el Estado a los grandes grupos sociales de los que son históricamente representantes.

“Frente a la aceleración de los procesos centrífugos y disgregadores de la vida social y cultural, el poder político reacciona con procesos de centralización autoritaria y con tendencias de racionalización burocrática, que sin embargo no resuelven la crisis en cuanto mantienen un orden y una unidad exteriores. El problema de la superación de la crisis es el de la construcción de una nueva unidad intelectual y moral, tarea ésta que va más allá de las posibilidades del partido político y de la actividad política en sentido estricto, que como resulta del análisis anterior, están también ellos marcados por la separación entre teoría y práctica, entre dirigentes y dirigidos, entre ideología y ciencia.” Luis Razeto (La travesía).

Es necesario desplazar la acción transformadora del Estado hacia la sociedad civil, de manera que se defina un marco de acción al interior de la estructura propia del orden social en crisis. Se trata de construir una nueva sociedad civil, un nuevo “conjunto de organismos corrientemente llamados ‘privados’, en que el individuo se gobierne por sí mismo sin que este autogobierno entre en conflicto con la sociedad política, incluso más bien convirtiéndose en su continuación normal, en su complemento orgánico” Gramsci.

El desafió consiste en  identificar una actividad fundamental y central que guíe a la nueva estructura de la acción transformadora, análogamente a cómo la actividad política estructuraba y guiaba a la civilización estatal. El tiempo de cambio es ahora.

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