La tierra y la sociedad en su bipolaridad: ¿Vendrá la depresión después de esta manía?
por ALEXANDER MINOND, Est. Psicología, U. del Desarrollo. Madrij El Diario Judío. Ex Presidente Consejo Juvenil Sionista de Chile.
Terremotos, tsunamis, catástrofes naturales y no tan naturales, cambios en la política, revoluciones, todo a veloz paso. Son estos algunos de los eventos con los que nos hemos topado en los últimos años, y cada vez a más intensidad.
Esto nos hace pensar que algo está pasando, ya que ignorarlo es como vivir en un estado de negación o en un status quo, como estar en el útero materno, donde todo es cómodo y cálido, pero no es la “vida real” en la cual vivimos y con la que debemos luchar día a día.
Aceptar esto significa un cambio en nosotros, a algunos les nace la angustia mientras que a otros simplemente se les intensifica, otros comienzan a aprovechar cada momento como si fuera el último y disfrutan de todo lo que pueden al mismo tiempo que otros se echan a morir y esperan a que todo pase, sacando desde adentro los estados más deplorables posibles, viviendo el pesimismo humano en su máximo esplendor.
Algunos dicen que la tierra está viva y la llaman madre, por lo que siguiendo esa teoría, los seres humanos somos los más grandes maltratadores, torturadores y viles matricidas que han existido en la historia. Sin embargo, poco a poco la sociedad está tomando conciencia del camino que vamos llevando, y nos estamos haciendo conscientes de que grandes cambios deben venir, y pronto. Un cambio respecto al mundo como lo conocemos. Las dinámicas sociales cambian, los paradigmas se van modificando, la “realidad” ya no es la que era antes, y esto es lo que la tierra y el funcionamiento del mundo están provocando.
Los pasos agigantados con los que la humanidad ha ido avanzando en estas últimas décadas se pueden ver especialmente en la tecnología que ha llegado a niveles inimaginables hace tan solo 40 años.
Sin embargo, todos estos cambios veloces han sido producto de una sobre explotación de la madre tierra. Agotamiento de recursos, explotación de los bosques, destrucción de los ecosistemas, toxinas que destrozan hábitats naturales para muchas especies, y poco a poco también el de los seres humanos. Quizás es esta misma actividad la que ha sobre estimulado a la tierra y la que la está llevando a colapsar, a entrar en un estado de manía extrema, taquicardia evidente que al igual que todo ser vivo, terminará en síncope.
La sociedad occidental actual ve el progreso en avanzar lo más rápido posible, sin importar los medios para lograrlo. Si deben pasar encima de otros lo hacen, si deben destruir un pueblo entero también, todo con el fin de crear un nuevo producto, un nuevo avance tecnológico, llevando al mundo al desarrollo. Todos corren, producen, trabajan, no paran, y finalmente vemos los resultados para no estar conformes y comenzar de nuevo, sin descanso.
Así, las grandes organizaciones que se encargan de esto van viendo sus frutos, ven resultados, nuevos productos, grandes sumas de dinero, y mantienen a la sociedad encerrados en esta manía del producir, del trabajar, donde el sueño es para los perdedores y el ocio es para los mediocres. Nos convencen de que así debemos ser, de que la producción es la finalidad de la existencia del ser humano, de que el traje y la corbata es nuestra piel, y que la empresa, fábrica e industria son nuestro segundo hogar, pero donde debemos pasar más tiempo, dejando a la familia en un segundo plano. Nos transformamos en máquinas productivas que actúan a merced de los magnates empresariales que nos compran con sus avances en tecnología e inventos, los cuales muchas veces ayudan a desarrollarnos, pero la gran mayoría nos hacen ser seres más cómodos y adictos al mercado, poniéndonos al igual que un drogadicto, cada vez más exigente en las dosis de recompensa.
Así como desgastamos el cuerpo trabajando y produciendo, desgastamos la tierra, desgastamos la humanidad, pero son pocos los que salen realmente beneficiados ya que nos engañamos a nosotros mismos con que tener el último de los inventos es lo que necesitamos, pero solo nos aliena más y nos hace olvidarnos que la naturaleza es más sabia que el ser humano, y que pronto estará cobrando venganza por el descuido de todos.
Sin embargo, humanidad pareciera ir tomando consciencia de que debemos parar, de que esta manía pronto nos va a destruir, explotando en las más grandes de las catástrofes, al igual como la tierra lo está haciendo.
Si nos remontamos a los relatos bíblicos, en épocas de descontrol vienen los eventos que eventualmente nos hacen parar a la fuerza. Tal como el diluvio “limpió” la tierra y permitió un nuevo comienzo, ahora poco a poco la tierra nos está ordenando un cambio, y si no es por cuenta nuestra será a la fuerza. Tal vez sea a esto lo que se refieren los teóricos que explican que el cambio de era. ¿Cambiará pronto este estado maníaco por el que está pasando nuestra madre tierra? ¿Dará paso a un estado depresivo donde el aletargamiento la haga estar postrada y calma? ¿Es necesaria una gran catástrofe para que de una vez por todas nos tomemos un descanso y volvamos a lo esencial?