¿Cómo llenar nuestro judaísmo de sentido moderno junto a nuestras tradiciones, fuentes y valores?

por DAVID ARIAS WEIL, Egresado de Música & Sonido, UNIACC. Mazkir Noam AmLat. Moré de Judaísmo en el Círculo Israelita de Santiago y Estudiante del Seminario Rabínico Latinoamericano, sede Chile

Una vez conversando con un amigo mío, judío, me comentó que para él, el judaísmo era una cosa de valores. Él vivía su judaísmo basado en los “Valores Judíos”. Entonces se me ocurrió preguntarle cuáles eran esos valores. Después de titubear algunos momentos, comenzó a balbucear varios conceptos como familia, solidaridad, compromiso, amor al prójimo, las tradiciones, la historia, etc. Todos estos valores, son valores judíos, pero así de judíos son también universales. Una excepción de la lista podrían ser las tradiciones, entonces me permití volver a preguntarle: ¿Qué tradiciones?, tal como me lo esperaba, él me respondió: “Las fiestas!, Pesaj, Rosh HaShaná, Iom Kippur, y por qué no a veces el Shabat, los viernes”.

En lo personal me preocupa ver cómo somos capaces los judíos de reducir nuestra tradición a una lista de valores y a algunas fechas determinadas. El judaísmo es para vivirlo todos los días y no una vez por semana – en el mejor de los casos – o algunas veces por año. Utilizo la palabra vivirlo, porque debemos experimentarlo, en el judaísmo el valor de la acción es fundamental. Si bien nos caracterizamos por ser un pueblo con una teología que requiere un alto nivel de abstracción – no poseemos ni símbolos, ni imágenes, pues están prohibidos – no podemos pretender construir una identidad judía mencionando sólo algunos valores, como quien enumera una lista de compras. Si hablamos de familia, debemos cumplir con aquellos aspectos del judaísmo que involucran a la familia, desde respetar a padre y madre (Éxodo 20:12, Levítico 19:3, Deuteronomio 5:16) hasta bendecir a los hijos antes de hacer Seudat Shabbat, la cena de Shabbat. Para comprender el valor de la solidaridad o de amor al prójimo a través de la Tzedaka – mal traducido como solidaridad o caridad, cuando en realidad es equidad o justicia – el judaísmo compromete el 10% de nuestro sueldo para los necesitados. No es que debemos donar ese 10%, NO!, ese porcentaje directamente no nos pertenece. Si lo utilizamos para otra cosa estaríamos quitándole ese dinero a las personas a las que les corresponde.

Qué distinto es HABLAR de valores en vez de PRACTICARLOS.

Los ejemplos abundan, pero creo no equivocarme cuando pienso que se entiende la idea de que los valores deben enseñarse a través de las acciones. El judaísmo tiene muchas acciones, ritos, prácticas, costumbres y tradiciones. Es un crimen reemplazar todo eso por un mero ejercicio mental diciendo: “Soy judío por los valores”. Quiero dejar en claro que no han existido ni van a existir judíos mejores, judíos peores, personas más o menos judías, es totalmente absurdo hacer ese tipo de calificaciones. ¿Judíos Laicos?: La palabra “laico” no existe en el judaísmo. “Laico” es un concepto eclesiástico que como judíos no nos pertenece. El Laico es una persona católica que no tiene una posición dentro de la jerarquía de la iglesia, es decir en el clérigo.

Ahora bien, el otro extremo, es exacerbar el rito, poner el foco sólo en la práctica, es sólo una forma sin un fondo, una acción sin contenido. Es lo que le pasó al pueblo de Israel en el desierto (Becerro de Oro, Éxodo Cap. 32) y desgraciadamente a muchos les pasa hasta el día de hoy: Terminan cometiendo actos idólatras, porque creen que el judaísmo sólo se trata de cumplir mitzvot, como si fuéramos máquinas de comer kasher, respetar shabbat y ponernos tefilin. Tampoco podemos reducir el judaísmo a un checklist de cosas por cumplir, como quien chequea su lista de compras. Eso también es un crimen.

¿Qué hacer entonces?, ¿Cómo vivir un judaísmo significativo, sin desperdiciar la tradición, ni los valores y al mismo tiempo no hacer las cosas solo por hacerlas?.

La respuesta está en el equilibrio, en hebreo Izún, cuya raíz está en Ozen (Oído), el órgano del equilibrio. Esto significa que debemos ser perceptivos. Para ser judíos necesitamos escuchar, oír, percibir lo que sucede a nuestro alrededor, saber lo que ocurre en nuestra sociedad. Tomar las problemáticas de nuestra era y desde la tradición judía lograr solucionarlas. No irse ni a un extremo, ni al otro. Esto no es una idea mía, propia, esto figura en la misma Torá (Deuteronomio 32, Parashat Haazinu): “Haazinu haShamaim vaAdabera, veTishmá haAretz imrei fi” – “Oigan los cielos que hablaré, escuche la tierra las palabras de mi boca”. Cielo y Tierra. Lo espiritual y lo terrenal se encuentran en este versículo cuyo comienzo está marcado por la palabra Haazinu, escuchar, oir, es decir, mantener el equilibrio entre los asuntos del cielo y los asuntos de la tierra.

Para finalizar, vamos a reforzar aun más esta idea remontándonos al Talmud Ierushalmi, Masejet Jaguigá 8a, 2:1. “La Torá se asemeja a dos caminos, uno de fuego y otro de nieve, si se va por uno se muere quemado, si se va por el otro se muere congelado. ¿Qué debe hacer el hombre?: Caminar por el medio”.

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